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Obama y Fidel

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La difusión de un comunicado de Fidel Castro con motivo de la reciente visita del presidente Barak Obama a Cuba, es parte de la agonía del sistema que discurre dentro de estilo del teatro político con el que desde hace cincuenta y siete años, la dictadura mantiene sojuzgada a la población residual que quedó atrapada en la Isla después del éxodo.

Ante la falta absoluta de espacios cívicos en los que les sea permitido a los cubanos expresarse libremente, frente a la carencia de un mínimo tejido social que tenga la capacidad de reaccionar en forma espontánea ante las nuevas relaciones con Estados Unidos o ante cualquier otro fenómeno local o internacional. El dictador en retiro sale del sarcófago y lanza su mensaje cumpliendo el papel de animador de la izquierda radical de dentro y de fuera de las fronteras insulares.

La difusión del mensaje al interior intenta justificar la pérdida de generaciones enteras de cubanos que han vivido al margen de la historia. La reflexión que propone es un verdadero espectáculo para la tribuna de sol en la que están integrados los restos de la feroz nomenklatura comunista y para consuelo de los aliados externos del régimen representados por Nicolás Maduro, en la visita privada que hizo a Fidel en la víspera del arribo de Obama.

El mensaje de Castro es publicado por supuesto en Granma, periódico del régimen y "Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba" que constituye el universo, principio y fin de los espacios de prensa, porque como es sabido en la Cuba de Castro no existen medios de comunicación independientes.

Aparte de la de Fidel ninguna otra voz era de esperarse, en virtud de que los que hablaban están muertos o en el exilio. Desde que inició el actual proceso de acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos, Obama ni siquiera ha hecho el intento de reunirse con la disidencia cubana sobreviviente, lo que implica una grave contradicción con el discurso que con tintes libertarios pronunció el presidente norteamericano en el Gran Teatro de La Habana.

El mensaje de Fidel reitera los mismos lugares comunes del viejo discurso de siempre, incluido un repaso nostálgico del pasado sombrío: La revolución, Bahía de Cochinos, las guerras de intervención en Angola y Mozambique. Del porvenir que anhela y al que tiene derecho el pueblo cubano, ni una palabra del dictador jubilado.

Fue lo dicho por Obama en el sentido de "olvidar el pasado y mirar al futuro…" y al hablar de norteamericanos y cubanos como "familia, amigos y vecinos…" lo que hizo reaccionar a Fidel en un tono burlesco, al considerar que Obama "utilizó las palabras más almibaradas (dulces)…", que hicieron que a los cubanos les ocasionara "el riesgo de un infarto…", lo que pone de manifiesto la pobreza y amargura del discurso de un derrotado.

Lo peor del caso es que esta retórica absurda no es simple fruto de una mente senil. Es parte del lavado cerebral que por sistema han sufrido los cubanos por casi seis décadas, en que han vivido bajo una dictadura criminal que sobrevive protegida en forma inexplicable por factores internacionales de poder, para los cuales el sufrimiento de las víctimas del régimen castrista no existe.

Al fin y al cabo la libertad triunfará en Cuba. Llegará un momento en que los limitados esfuerzos realizados hasta el momento desde fuera en pos de la liberación del pueblo cubano serán suficientes y detrás de ellos vendrá el intercambio cultural y con la multiplicación de oportunidades de desarrollo humano, habrá una apertura social y política que aportará a Cuba más, mucho más que un concierto de los Rolling Stones.

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