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Obama y Putin

Periférico

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Una época se define en buena medida por los liderazgos políticos que engendra. Y esos liderazgos no sólo son las personas y sus capacidades. Debajo o detrás del liderazgo siempre existe un entramado social, cultural e ideológico. Una necesidad común a un grupo de personas que encuentra en cierto líder una posibilidad de satisfacerla. Pero el líder político cuenta también con una visión sobre el mundo y una forma de enfrentar sus problemas. Todo liderazgo que merezca ser llamado así implica una manera de entender la realidad y de superar sus desafíos. Pero puede ser que esa manera termine no siendo la mejor. Pero esto es difícil saberlo y reconocerlo en el momento en que se ejerce el liderazgo. Porque todo líder está convencido de que su visión y sus maneras son las correctas. Y es aquí cuando surgen los liderazgos políticos antagónicos que definen a una época.

Los líderes que están marcando la época actual, capitalista, globalizada, científica y tecnológica, pero también desigual y violenta, son dos y se llaman Barack Obama y Vladimir Putin. El primero es desde hace casi 8 años el presidente de Estados Unidos de América, la primera potencia económica y militar del mundo. El segundo es desde hace casi 17 años la principal figura política de la Federación de Rusia, la primera potencia energética y la segunda militar. Ambos ejercen las posiciones de mayor poder en la pirámide del Estado, gozan de alta popularidad entre sus gobernados y su influencia rebasa las fronteras de sus países. Su liderazgo político es indiscutible, aunque es de naturaleza muy distinta y con visiones sustancialmente diferentes. Antes de ser presidente, Obama ya ejercía cierto nivel de liderazgo. En contraste, Putin comenzó a forjar su liderazgo a partir de su posición de poder.

El liderazgo político de Obama comenzó a construirse en las calles de Chicago. Su formación académica denota sus intereses diversos. Cursó la carrera de Ciencias Políticas con especialidad en Relaciones Internacionales y se graduó como licenciado en Artes Liberales. Desde varias asociaciones políticas y comunitarias que encabezó, saltó al Senado estatal de Illinois y posteriormente al Senado de los Estados Unidos. Esta corta trayectoria le fue suficiente para convertirse en candidato presidencial por el Partido Demócrata y en noviembre de 2008 ser elegido como el primer presidente negro de los Estados Unidos.

Se ha caracterizado por ser un mandatario abierto al diálogo, con una extraordinaria capacidad para la oratoria y promotor de la diplomacia como estrategia para la solución de conflictos internacionales; Irán y Cuba son dos ejemplos claros. Si bien sus políticas son progresistas, incluso consideradas socialistas por sus detractores, ha mostrado determinación a la hora de defender el capitalismo global e impulsar acuerdos comerciales como el Transpacífico, conocido como TPP. Obama ha intentado llevar a Estados Unidos a una posición de hegemonía a través de un "poder blando", con una clara tendencia globalizadora en donde los valores "americanos" se conviertan en modelo para los demás países, y con la posibilidad de seguir teniendo injerencia en los cinco continentes.

Putin se graduó como abogado y muy pronto fue reclutado por la KGB, la agencia de inteligencia y policía secreta de la Unión Soviética, a la que perteneció durante 16 años. Posteriormente trabajó como funcionario de primer nivel de la Alcaldía de San Petesburgo y más tarde se mudó a Moscú en donde inició una vertiginosa carrera burocrática en el gobierno de Boris Yeltsin que lo llevaría en 1999, tras la renuncia de éste, a ocupar la jefatura del Gobierno de la Federación Rusa. Desde entonces no ha dejado el poder alternándose con Dimitri Medvedev en los puestos de presidente y primer ministro.

Poco propenso al diálogo ha construido una imagen de "hombre fuerte" y una red política y económica que le permite ejercer un poder sin contrapesos. De claras tendencias conservadoras y nacionalistas, Putin es visto como el líder político que puso a Rusia de nuevo en el escenario internacional. Frente al poder hegemónico y globalizador de un Occidente encabezado por Estados Unidos, ha promovido la creación de un orden mundial multipolar. Para ello no ha tenido reparo en hacer valer su condición de potencia regional interviniendo en países considerados dentro de su "espacio vital" y construyendo alianzas estratégicas con otras potencias como China e India. Ha inspirado y apoyado movimientos políticos de izquierda y derecha con tintes nacionalistas en Europa, Latinoamérica y Asia, principalmente.

Desde hace años, Obama y Putin se encuentran enfrascados en una partida de ajedrez en donde los movimientos sobre el tablero abarcan medidas diplomáticas, militares, económicas y políticas. Un ejemplo: para mermar a Rusia, aunque no sólo por eso, Obama impulsa la generación de energías verdes; para hacer frente a Estados Unidos, Putin maniobra en su zona de influencia y presiona a Europa con el suministro de gas. Esta rivalidad ha escalado en estos días a niveles sorprendentes.

El señalamiento de la candidata demócrata Hillary Clinton, heredera política del actual mandatario norteamericano, de que el gobierno ruso está teniendo injerencia en la elección presidencial a través de la intervención, robo y filtración de correos electrónicos, y la admiración que Donald Trump, candidato republicano, ha manifestado hacia el residente del Kremlin, abre un nuevo frente de batalla entre Obama y Putin. Y cada vez son más los analistas que creen que un triunfo de Trump sería lo más beneficioso para Putin, a quien incluso acusan de estar detrás del candidato republicano.

Pero no es el único espacio. Los líderes políticos británicos impulsores del llamado Brexit han mostrado su admiración hacia el presidente ruso, así como Marine LePen, la aspirante derechista a la presidencia de Francia. La coalición gobernante en Grecia, Syriza, se ha acercado a Moscú para enfrentar a la Alemania de Merkel, aliada de Estados Unidos. Y varios gobiernos latinoamericanos de izquierda han mirado recientemente hacia Rusia para fortalecer vínculos y obtener apoyo.

Vivimos una época que, como tiempos anteriores, está marcada por dos formas de entender el orden mundial. Lo novedoso y asombroso es que ahora la elección en los Estados Unidos parece ser el nuevo escenario de la rivalidad entre los liderazgos de Obama y Putin. No es exagerado decir que buena parte del futuro del mundo se decide el martes 8 de noviembre próximo. Hay que estar muy atentos, pues, a los próximos movimientos del tablero y a la posición que asumirá México frente a un posible reacomodo internacional.

Twitter: @Artgonzaga

E-mail: argonzalez@elsiglodetorreon.com.mx

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