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Olga

Diálogo

YAMIL DARWICH

Entre los laguneros, seamos de nacimiento o por haber decidido radicar aquí, hay algunos a quienes podemos denominar inspiradores.

Fueron personas que trabajaron a favor de la cultura, aun en plena gestación -debido a nuestra relativa juventud como región mexicana- de la que orgullosamente llamamos nuestra Comarca Lagunera.

Algunos nos dieron pauta en el arte, caso del maestro Alejandro Vilalta o Pilar Rioja; otros impulsaron la calidad en la educación, muchos de ellos españoles que huyendo del franquismo se enraizaron en nuestras tierras, como el recordado profesor Pablo Farruz Solá, fundador del colegio Hispano Mexicano, ya desaparecido.

Otros más, en el campo de la buena política, como Don Nazario Ortiz Garza, gobernador del Estado de Coahuila, que entre otras obras nos dejó el Estadio Revolución; empresarios de nacionalidades diversas, caso de los Martín, españoles creadores de Soriana o los Murra, comerciantes fundadores de Cimaco.

Hay muchísimos más, todos inspiradores, imposible de mencionarlos en tan corto espacio. Perdón.

Entre todos, muchas mujeres valientes, que también nos consolidaron con sus obras, como Olga de Juambelz, mujer de letras y obras de los medios de comunicación, defensora del periodismo libre, lideresa de El Siglo de Torreón, de quien ahora dialogamos. Carmen Pámanes de Haces Gil, la llegó a definir: "Olga no era de este mundo, la desvió el viento…"

Doña Olga, como la conocemos, fue presidenta al grupo CELSA, dirigiendo a los periódicos regionales El Siglo de Torreón y El Siglo de Durango, insistiendo en su propósito hasta crear el Siglo Nuevo, magazine quincenal dedicado a la cultura.

Don Antonio de Juambelz y Bracho, pionero del periodismo lagunero, encontró en su hija a la persona en quien podía confiar el destino de medio de comunicación libre, sin otro compromiso que la divulgación de la verdad y continuarle como el defensor de la comunidad.

Aquella casi niña, luego de su estancia de estudio en el viejo continente, donde tuvo un profundo encuentro con las letras y luego de estudiar la comunicación y la literatura con personalidades de época, entre ellos: Rosario Castellanos, Elena Poniatowska, Salvador Novo y Octavio Paz, se reencontró con su padre, quien recibiera una propuesta de compra de El Siglo de Torreón, para anexarlo a una cadena de periódicos nacionales.

Fue ella quien lo animó a seguir solo e independiente en la lucha por informar sin compromisos de grupo, hasta que El Siglo de Torreón llegó a formarse un sólido prestigio como independiente, veraz, defensor de la verdad y su comunidad, misión que aún enfáticamente sostienen los descendientes de Don Antonio. No por nada se conoce su frase, definitoria personal: "Vengo al mundo y traigo el caos conmigo", describiendo al espíritu inquieto y creador que le alimentaba interiormente.

Elena Poniatowska la describió: "Don Antonio de Juambelz escuchaba embelesado a esta bellísima hija, que llevaba la conversación en la cabecera de la mesa. Seguramente, Olga resultó un milagro en la vida del director de El Siglo de Torreón, el periódico cumbre de los estados de Coahuila y Durango, que influye a La Laguna desde 1922.

Extrovertida, alegre, ingeniosa, ágil a más no poder, Olga fue desde niña una luchadora que a nada le temía. Ella misma cuenta que creía que los cementerios eran lugares de paseo y poder repartir flores en las tumbas de desconocidos. Olga puede sentirse tranquila. "Cada vida y cada ser humano es una enseñanza", escribió.

Impactada por el temblor de 1985 en México, fue coescritora del texto documental "Las voces del temblor"; luego promovió y apoyó la entrada de El Siglo de Torreón a la era digital y a la televisión por Internet.

Dos premios nacionales al Mérito Periodístico y la Medalla al Mérito Empresarial y Periodístico en el marco de los festejos del Centenario de Torreón en 2007, son sólo parte del reconocimiento que le entregó la comunidad.

Más allá está el cariño, respeto, admiración e inspiración que recibieron sus hijos, quienes deben continuar con su obra.

Otra gran lagunera, nuestra querida y admirada Sonia Salum, le escribía su sentir: "Así me lo platicabas, querida Olga, y con todo eso que me contabas yo te imaginaba. Al final de cuentas, eso que me decías era un ejemplo de cómo tomabas entonces, y antes, y después, y siempre, la vida. A lo que viniera le entrabas. A veces con miedo, y en otras fascinada, esperanzada, decidida, según tocara, pero nunca te quedabas fuera de la lancha; siempre te subías a tiempo y te la jugabas. Y si alguien lo duda, que vea lo que has escrito. Ahí está tu obra, que habla por ti. Ahora vamos a platicar del viaje".

Deja un ejemplo a seguir para los trabajadores del periodismo nacional; inspiración para sus familiares ahora líderes "sigleros"; para sus familiares; y para todos nosotros, los que amamos a La Laguna.

Descanse en Paz Doña Olga.

ydarwich@ual.mx

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