Juana Leticia Herrera Ale ha ido polarizando más su estilo, no cabe la menor duda. Siempre ha sido una política que suele hablar directo de los temas que a ella le importan, no es una persona que se ande con rodeos, pero ahora parece estar más punzante que nunca. Tan es así que desde su discurso de arranque de campaña en pos de la presidencia municipal de Gómez Palacio, la senadora con licencia ha marcado una línea mucho más dura de la que se esperaba para con el candidato de su partido a la gubernatura, el doctor Esteban Villegas. En ese acto así como en entrevistas y declaraciones posteriores, Leticia ha sido muy enfática en exigirle al gobierno central de Durango que con ella los gomezpalatinos no serán más ninguneados como hasta ahora y que exigirá cada peso que por ley les corresponda. En su postura inicial, no quedaba claro el respaldo de su grupo político que se supone por costumbre -priista como lo es ella- se debe tener para quien ocupa la candidatura a la primera magistratura del estado, y hay un franco reclamo hacia el gobierno estatal por el abandono en el que tiene a la segunda ciudad más poblada de Durango.
Fue evidente en el arranque de su campaña que doña Leticia una vez más dio muestra de su músculo político ante cientos de asistentes que abarrotaron el recinto donde se celebró el evento. Sus seguidores no dejaron de cobijarla y aclamarla a la hora que tomó la palabra, mas las cosas no salieron de igual forma cuando al tomar el micrófono el candidato Villegas, muchos de los concurrentes simplemente comenzaron a retirarse, siendo evidente que Gómez Palacio está con la señora Herrera, quien sabe si lo esté con el PRI.
Además de lo sucedido en ese acto, reportes periodísticos señalan que la gente que trabaja en la campaña de Herrera en las primeras semanas, lejos estaba de operar en el mismo sentido para el doctor Villegas, y la propia candidata mostraba un comportamiento veleidoso en su postura hacia quien se perfila según las encuestas a suceder al actual gobernador, Jorge Herrera Caldera.
Sin embargo, el PRI al notar que las cosas no caminaban como deseaba en La Laguna de Durango en la campaña hacia la gubernatura, nuevamente han tenido los oficios para que Herrera Ale una vez más se discipline y ha permitido al menos que el candidato Villegas de plano se cuelgue de su imagen para impulsar su campaña en esta zona del estado.
Los espectaculares muestran a Leticia y Esteban juntos y la intensidad de los reclamos iniciales han sido matizados. Estos últimos hechos y los datos que arrojan encuestas que han sido publicadas, parece que han devuelto la tranquilidad al partido tricolor.
Tanto ha sido el viraje de Leticia en apoyo a Esteban, que en días recientes fue llevado a la agenda pública por necesidad de fortalecer a Villegas y vapulear al opositor Rosas Aispuro un hecho del pasado que dio pie para acusar a Rosas de traidor.
El suceso citado ocurrió hace poco más de doce años, cuando don Carlos Herrera Araluce (q.e.p.d.) se mostraba seguro candidato a gobernador. Vale la pena recordar que el PRI por primera vez se había quedado sin el gran elector, ya que desde el año 2000, el PAN tenía con Vicente Fox la presidencia de la república, así que el PRI tuvo que transitar por procesos distintos a los de su historia para designar candidatos, tal como ocurría en ese ya distante 2003 donde la candidatura emergería de una convención de delegados.
Ismael Hernández Deras y el propio don Carlos eran los punteros para agenciarse el triunfo, en un distante tercer lugar estaba nada menos que José Rosas Aispuro, quien contaba apenas con un puñado de delegados. Pocos, pero suficientes para inclinar la balanza.
Era entonces evidente que don Carlos por estrecho margen ganaría, pero una noche anterior a la convención, se realizó una junta en el Rancho Las Águilas, sito en el mismo municipio de Durango, capital, propiedad del exgobernador Maximiliano Silerio, donde concurrieron los políticos de la capital duranguense para coordinarse e impedir que Herrera Araluce llegara. Rosas Aispuro acudió a esa reunión y volteó sus delegados a favor de Hernández Deras, lo que provocó la derrota de don Carlos.
Ese es el acto al que hoy apela Leticia para tildar de traidor al competidor de Villegas. Lo cual es cierto, pero pues así es la política. Rosas Aispuro ha contestado que los traidores son el grupo compacto de poder que reside en la capital y que comanda según él, el gobernador Herrera, y que fueron ellos quienes ahora traicionaron a Leticia cuando buscó ser candidata a gobernadora y ahora corre sólo por la alcaldía.
Así entonces, es cierto que Rosas Aispuro cambió por la espalda de don Carlos su apoyo, reglas pues de la política, las mismas reglas que a él le aplicaron cuando Hernández Deras no lo hizo candidato y lo forzó a irse a la oposición. Y curioso: las mismas reglas que le aplicaron a la senadora Leticia.
La única interrogante, es que si bien es cierto que Herrera Ale hace honor a su padre cuando proclama que ella no se voltea ni en la cama, referenciando su lealtad a su partido, es claro que a ella también la traicionaron y no necesitaba si estaba dispuesta a consolarse con la presidencia municipal, de las siglas del PRI para ganar las elecciones a ese cargo. Nuevamente, quizá la respuesta esté en esas oscuras reglas de la política.