Otro cumple de Sor Juana
El 12 de noviembre volverá otra oportunidad onomástica porque ese día de 1651 llegó al mundo la niña que ahora conocemos familiarmente como Sor Juana. Es una fecha conmemorativa importante por la grandiosa obra intelectual que produjo la escritora y que desde temprano en su vida le acarreó los goces de la creación literaria y las penas de la fama.
Mucho se ha escrito sobre la “Décima Musa” pero bien cabe aquí el refrán cervantino de que nunca lo bueno fue mucho. Y por fortuna pronto surgió quién se ocupara de relatar su vida. En 1700 se publicó lo que un autor de valiosos estudios sobre su obra, Antonio Alatorre, considera “la capital biografía de Sor Juana”.
Es ese un texto muy breve, apenas trece páginas en la biografía que escribió Amado Nervo; breve discurrir de hojas que lleva la firma de Diego Calleja publicado con el sencillo título de Vida. Resulta mucho más grande el recuento autobiográfico de Sor Juana conocido como Respuesta a Sor Filotea, que por cierto se completa con otro escrito epistolar, de nueve páginas, carta en que la monja rompe su relación con su director espiritual y torvo represor.
En la biografía escrita por Calleja se puede leer la variante de un mito o réplica de una realidad que en seguida comento. La historia registra la existencia de una mujer sabia, Hipatia de Alejandría, quien vivió entre los años 370 y 416. Su vida dejó al mundo importantes aportaciones en filosofía, matemáticas, física, etcétera.
Luego, oh milagro, apareció por el mismo tiempo, finales del siglo III y comienzos del IV, en Alejandría, una sabia mujer católica llamada Catalina. Esta sabia efigie, ahora santa, sufrió martirio por no aceptar el matrimonio y por preservar su virginidad después de que el rey la confrontó con cincuenta sabios a quienes ella venció en los planos del conocimiento. De esto no hay testimonios históricos y se piensa que es una treta del catolicismo para contraponer la figura mítica de Catalina a la histórica de Hipatia.
El caso es que sobre Sor Juana, Calleja escribe que en una ocasión el virrey de Nueva España, en cuya corte vivía nuestra Musa, juntó alrededor de cuarenta profesores universitarios para confrontar la sapiencia de Sor Juana con la de ellos, “tenía entonces Juana Inés no más de diez y siete años”. En el examen, “a la manera que un galeón real se defendería de pocas chalupas que le embistieran, así se desembarazaba Juana Inés de las preguntas […]”
Una versión de la confrontación entre los cuarenta-cincuenta sabios y la joven sabia (Hipatia-Catalina-Juan Inés) se puede disfrutar en una deliciosamente cándida composición escrita por la propia Sor Juana y que se identifica como Villancico XI. Al Ite Missa est. Entre otros versos dice: “Erase una niña / como digo a usté / cuyos años eran / ocho sobre diez / […] dizque supo mucho / aunque era mujer / […] ésta, hombres grandes / pudo convencer; / que a un chico cualquiera / lo sabe envolver”.
El villancico habla de Catarina (sic) de Alejandría, quien tiene casi la misma edad que nuestra Décima Musa cuando ésta compite en sabiduría con grandes hombres de la universidad y otros, ya que según Calleja, tenía siete sobre diez años.
Esa escena del galeón venciendo a las chalupas, como se pudo leer, se parece al mito de Catalina de Alejandría compitiendo con los sabios de su tiempo. ¿El virrey habría querido reproducir el mito en su corte con Sor Juana o solamente lo adosó a través de Calleja a la biografía de nuestra Décima Musa?
Sor Juana es demasiado grande, el mayor escritor que tenemos. Si se quisiera limpiar de mitos su brillante imagen basta con leer su obra poética o por lo menos la Respuesta a Sor Filotea, y la carta que escribe a su represor Manuel Antonio Núñez de Miranda. Celebremos su estatura en este nuevo cumple.
