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Palenque

Una ciudad maya escondida en la selva chiapaneca

El Palacio de las Inscripciones contiene esculturas y bajorrelieves en estuco de gran valor artístico. Foto: Rafael Blando Torres

El Palacio de las Inscripciones contiene esculturas y bajorrelieves en estuco de gran valor artístico. Foto: Rafael Blando Torres

Rafael Blando

La zona arqueológica de Palenque es uno de los sitios más impresionantes de la cultura maya. Aunque es considerada una ciudad mediana, en comparación con Tikal o Copán, sobresale por su riqueza arquitectónica y escultórica.

Una de las primeras cosas que llaman la atención al entrar a Palenque es la sofocante selva, se respira un aire espeso y lleno de humedad. De hecho, Palenque era conocido como Lakam Ha, que literalmente significa 'lugar de muchas aguas', aunque este nombre se perdió siglos atrás en la selva, junto con algunos templos. Después de seguir un pequeño camino por la selva inmediatamente se llega al Templo de las Inscripciones, la tumba de uno de los ahuau (gobernante) más famosos en el mundo maya: K’inich Janaab Pakal. La tradición cuenta que tenía un pie más corto que el otro, seis dedos, el cráneo deforme y padecía estrabismo; estas malformaciones eran vistas como símbolos divinos para poder gobernar. Según me cuenta Mateo, mi guía, este templo tiene 67 escalones que representan los 67 años del reinado de Pakal, tiene nueve niveles en alusión a los niveles hacia el inframundo y en sus entrañas se encuentra el sarcófago que ha inspirado asombrosas historias.

En el sofocante calor de la selva, el viajero se regocija dentro de los muros de este palacio, la temperatura cae drásticamente entre sus túneles, pasadizos y arcos estilo Puuc. Aún se pueden ver rastros de estuco y pintura en las paredes, algunos pisos originales nos hacen tan sólo imaginar la belleza del edificio en su época de esplendor, por ahí del siglo V. En los muros aún se conservan glifos y bajorrelieves que cuentan la historia de Lakam Ha, como la entronización de Pakal y sus súbditos rindiéndole tributos, sacrificios humanos y guerras contra otros pueblos cercanos. Saber lo que se ve es muy importante para entender la historia y cosmogonía de sus habitantes.

Más tarde, a un lado del Templo de la Calavera, Mateo me lleva por una vereda hasta internarnos en la Selva Verde, pronto se dejan de escuchar las voces de los demás viajeros y sólo se oyen los ruidos de la selva. Los gritos violentos de una manada de monos aulladores asustando a la manada rival se escuchan en las copas de los árboles. Si el viajero tiene suerte puede ver y escuchar a uno de los míticos Yax Nix (faisán) con sus azules plumas brincando de tronco en tronco y volando hacia el cielo.

Caminando a través de la selva se encuentran todo tipo de especias y raíces medicinales, el guía experimentado sabe dónde buscar. De pronto, a ambos lados de camino comienzan a aparecer piedras fuera de lugar y entre la densa vegetación se abre frente al viajero una de las sensaciones más grandes que se pueden sentir, el descubrimiento de algo oculto: el Templo Olvidado. Entre la vegetación se ven unas escalinatas y unas bóvedas mayas perfectamente conservadas en lo alto de un montículo, las raíces de una ceiba cubren parte del templo lo que refuerza la sensación del viajero de haberlo descubierto. Más adelante, por la vereda y entre los sonidos de la selva se escucha un río, se puede observar la tecnología maya en todo su esplendor, un acueducto auténtico hecho hace más de mil años con la intención de desviar el agua y llevarla hacia Lakam Ha.

Después de tres horas internado en la selva, el aventurero puede regresar y explorar el resto de las ruinas. Internarse entre los túneles de los templos en el conjunto de los murciélagos, bajar por escalinatas y explorar los oscuros recintos de la época. La última parada recomendada es el museo de sitio, donde se puede ver una réplica de la tumba y lápida del rey Pakal a escala real, ahí se siente la adrenalina de estar dentro del Templo de las Inscripciones, ya que el real está cerrada a los visitantes para su preservación.

Instagram: @rafaelblando

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