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Para aprehender a un capo

El corrido de un mal hombre

Detención de Joaquín Guzmán Loera el pasado 8 de enero de 2016. Foto: EFE

Detención de Joaquín Guzmán Loera el pasado 8 de enero de 2016. Foto: EFE

Iván Hernández

Hay quienes llevan al Chapo cerca del corazón, en playeras con su rostro y leyendas como: "God save Chapo" (Dios salve al Chapo) . Sus obras sociales y su popularidad, sin embargo, no le impiden mandar a sus sicarios a crear horrores.

¿Quién es don Pablo, esa especie de Robin Hood paisa, que despierta tanta excitación entre centenares de miserables que reflejan en sus rostros una súbita esperanza que no es fácil de explicar en medio de ese sórdido ambiente?

Revista Semana (edición número 50, abril de 1983)

Volaron los pavorreales rumbo a la Sierra Mojada... Tan enigmática imagen permite pasar momentos divertidos preguntando a conocidos y público en general si es verdad que tales animales alzan el vuelo.

Las respuestas, ciertamente, serán variadas. Algunos dirán que no, de forma categórica y seguirán con sus vidas. Un segundo grupo, el que interesa para fines lúdicos, dirá que sí, pero en seguida, como si fuera indispensable precisar la cuestión, agregarán algo como “vuelan, pero poquito”o “se encarreran y alcanzan a planear por unos metros” o “sí vuelan, hasta pueden subirse a los árboles”.

Los pavos reales en cuestión no volaban, cabalgaban hacia el poblado de Sierra Mojada para matar a Lucio Vázquez por una joven que amaba.

En el México de mediados del siglo XIX surgió esa forma musical que, explica el doctor en Ciencias Sociales, José Manuel Valenzuela Arce, fue crónica, diario, constancia e interpretación de los eventos, escenario de las tragedias y marco de los grandes acontecimientos para una población en su mayoría analfabeta. Luego, las obras de este género sirvieron para cantar los hechos de la Revolución, exaltar a la bola y celebrar a los bandidos.

En los tiempos interesantes que estamos condenados a vivir, hay un subgénero que antepone a la tradición de las heroicas baladas el prefijo 'narco', ese que enturbia todo lo que toca. La especialista en lengua y cultura hispánica Moémie Massard lo define como el conjunto de piezas que difunden vida y obra de los narcotraficantes y de sus seguidores.

De manera que si hace unos años los protagonistas de los corridos eran hombres muy hombres que morían por su valor, su causa y sus devaneos amorosos, o revolucionarios, ya sea jefes o parte de la tropa, hoy tenemos una maquinaria musical dedicada a celebrar una ocupación que, a decir de involucrados en el negocio, tarde o temprano conduce a la tumba.

Lucio Vázquez, Agustin Jaime, Zapata, Villa, La Adelita, dejaron su lugar a nombres que viven fuera de la ley, que han amasado grandes fortunas y han puesto en vilo al país. De entre todos ellos, ninguno ha puesto a las autoridades en entredicho tanto, ninguno ha sido tan multimillonario, como Joaquín "El Chapo" Guzmán.

LOS CORRIDOS DEL JEFE

No entendemos al gobierno, si ellos protegían al Chapo Guzmán. Muy bien que los financiaba cuando lo ocupaban, eso cantaron Los Plebes del Rancho a propósito de la segunda captura del jefe del Cártel de Sinaloa.

Se preguntan en Los Pinos: ¿Cómo se pudo fugar si cargaba brazalete y traía marca personal?, así empieza la canción Se volvió a pelar mi apá, de Calibre 50, con motivo de la segunda evasión del nacido en Badiraguato, Sinaloa.

Que volvieron a agarrar al Chapo y ahí va pa' la cárcel otra vez y Si le ponen en prisión internet, televisión y todo lo que se le vaya antojando. Si ya saben que se escapa pa' que lo andan atrapando, canta El Morro a propósito de la tercera captura del narcotraficante.

Una comparación, a puro oído, entre las estrofas que retrataron la Revolución, las obras que narran la desventura de aquellos hombres que aceptaban gustosos la invitación a un fandango y las canciones dedicadas a los varones de la droga, dice mucho sobre la calidad de cada etapa del género en cuestión.

Fuera del plano meramente armónico el narcocorrido es considerado un instrumento de propaganda. Celebra a los triunfadores del negocio que se hacen notar mediante las trocas, los cuernos de chivo, las mansiones, las joyas, los yates, las mujeres, etcétera. La desconfianza hacia las autoridades y la denuncia de la corrupción son elementos recurrentes de las letras. Hay quien utiliza este recurso para remarcar un código de conducta al interior de las organizaciones, con su mención de conductas soplonas o traidoras que concluyen con una ronda de balas alojada en el cerebro.

La vertiente musical de la narcocultura, sin embargo, no ha sido capaz de crear una obra que se quede impresa en el ADN de los mexicanos a la hora de celebrar al máximo exponente del negocio, algo que sí consiguió un humilde minero coahuilense que, según Eulalio González, “se murió por hombre”. La huella indeleble del Chapo ha quedado impresa por otras vías.

EL MÁS VIGILADO

Desde el pasado 8 de enero, luego de su re-recaptura, el sinaloense se convirtió en el destinatario de un exorbitante sistema de seguridad. En el penal del Altiplano se instalaron cerca de un millar de cámaras para seguir al recluso las 24 horas al día. No hay puntos ciegos y sí sensores térmicos para, literalmente, saber la tierra que pisa, o en este caso, las rejas de acero reforzado con alarma subterránea mejorada.

Los cambios de celda son continuos, sin aviso y al azar. Las visitas están prohibidas. Estas prácticas son violatorias de los derechos humanos, de manera que en un futuro próximo serán eliminadas. Por el momento también se niega el privilegio de la celda individual.

Hay perros probando el agua y la comida del preso 3870 para evitar que sea envenenado. El primer círculo de custodios es controlado por otro grupo de guardias. Son 35 agentes que rinden sus informes a un mando único.

Sobre él pesa la amenaza de la extradición hacia Estados Unidos, esa que tanto temen los puntales del narconegocio. Dos semanas después de su re-recaptura el presidente Enrique Peña Nieto anunció que su gobierno quiere enviar a Guzmán Loera allende el río Bravo, donde lo quieren juzgar en Arizona, California, Florida, Illinois, Nueva York o Texas.

Según Andrés López López, autor de Joaquín "el Chapo" Guzmán. El varón de la droga, el sinaloense es un hombre sencillo, de rancho, hogareño, un amante del campo, no por nada su perfume preferido es el olor a eucalipto y encuentra en el rocío de la mañana el mejor relajante, es un tipo normal cuyo mayor éxtasis consiste en cepillar a sus adorados purasangres.

Cuando está en la cárcel se convierte en un recluso con un ansia de libertad irrefrenable, un potentado dispuesto a llevar a extremos su poder corruptor, un capo adepto a la intimidación como forma de reunir las piezas que le permitan salirse con la suya.

LA MENTE DETRÁS DE LAS PAREDES

El estudio psicológico de los narcos nos muestra, por el lado bueno, a personas de trato fácil y cordial que poseen una gran tolerancia a la frustración -también los hay que ceden a su primer impulso. A su vez, son poseídos por un férreo carácter que les permite convivir sin sobresaltos con las detonaciones, la sangre y la muerte. Son individuos inteligentes que disfrazan como espíritu altruista su necesidad de comprar silencio y protección en su entorno. También tienen aptitud emprendedora, y se lanzan a la conquista aun cuando los augurios no sean optimistas.

Por el lado malo, hablamos de individuos con un resentimiento social mayúsculo, blancos fáciles para la deslealtad, agresivos y violentos sin cortapisas, mentirosos y manipuladores, calculadores, vengativos, seres que han perfeccionado la ausencia de culpa por sus actos, debido, entre otras causas, a las ganas que tienen de mandar, de hacer su voluntad, de presentarse como los meros meros del corral.

Según el psiquiatra Carlos de los Ángeles, el común de los narcos se ve a sí mismo como un hombre de negocios o como un líder de buenos sentimientos que se codea con personalidades de la farándula, de la política o del deporte, e incluso se presenta a las elecciones si las circunstancias lo permiten. Nada de eso, sin embargo, le impide mandar a sus sicarios a crear horrores. También gusta de presenciar ejecuciones, si bien se guarda de participar por aquello de un posible juicio por homicidio. No obstante, también le gusta que la gente tenga claro quién dictó la sentencia.

En 2005, la Procuraduría General de la República (PGR) analizó la mente del Chapo. Las pruebas dieron con un individuo obsesivo, manipulador, egocéntrico, ambicioso, inteligente. Dos de sus cualidades más destacadas fueron la tolerancia a la frustración y su capacidad de planeación, o, dicho de otra manera, cuando se traza un objetivo, actúa de forma metódica y lo cumple.

Para Javier Oliva Posada, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de México (UNAM), el Chapo goza de una personalidad seductora, que genera simpatía en derredor, que se granjea el favor de la comunidad al confrontarse con sus rivales y no incurrir en crímenes como secuestros y extorsiones para hacerse de recursos.

Según Carlos de los Ángeles, narcos como el Chapo Guzmán no son aptos para la rehabilitación psicosocial, carencia que no les impide fingirla en un momento dado.

El periodista británico Malcolm Beith dijo hace unos años que, con su capacidad para tejer alianzas y hacer negocios, Guzmán Loera podría ser director de una empresa multinacional.

LOS INICIOS

Varias de las cualidades, principalmente su seductora personalidad, son destacadas por Andrés López López, en su libro sobre el varón de la droga publicado en enero pasado, y que por esos azares del destino salió a la venta el mismo día que capturaron a su protagonista.

El texto comienza con la segunda fuga del sinaloense y ya desde los primeros párrafos habla de la prisa del fugado por llegar a esos lugares en los que es venerado y protegido, de su capacidad de convencimiento para ganarse el favor de las personas y de su habilidad para corromper a sus captores.

Nos habla de su niñez en La Tuna, comunidad de Badiraguato, Sinaloa, donde lo normal era que la gente negociara con amapola y marihuana, un lugar donde la pobreza y el abandono son elementos mayoritarios del paisaje y no hay muchos destinos por elegir.

Como dato anecdótico refiere que el padre del niño Joaquín le encerraba con llave en un armario oscuro para convertirlo en un macho de verdad.

También menciona un par de datos sobre el espíritu emprendedor del pequeño: pensaba que si aprendía matemáticas por fin podría encargarse de las cuentas del negocio del tío Trinidad [...] doña Consuelo le tuvo que hablar fuerte. Él sería un hombre de bien el día de mañana. El otro dato es que ese infante vendía naranjas.

Guzmán Loera comenzó en el negocio bajo el ala de Miguel Ángel Félix Gallardo, en ese entonces el narcotraficante más poderoso de México.

El Chapo, fiel al precepto de “no me den, nomás pónganme donde hay", subió en la jerarquía del crimen junto a su amigo de la infancia, Héctor "el Güero" Palma.

Una preparación importante para el sinaloense fue la que obtuvo en territorio colombiano. Allá observó la infraestructura que necesitaba para ser grande: laboratorios, lanchas, barcos, aeropuertos, aviones. Con esa escuela, el Chapo fue a por todas.

POBRE NARCO RICO

El margen de acción de Joaquín Guzmán se acotó luego de que la revista Forbes publicó en marzo de 2010 una relación de los más ricos del mundo. El Chapo obtuvo el honroso lugar número 701, nada mal para alguien cuyo atuendo regular incluye zapatos de plataforma, pantalones vaqueros, camisa ceñida al cuerpo y cinturón de piel de serpiente, además de la famosa gorra de beisbolista.

Las violentas, intimidantes y corruptoras cualidades del sinaloense dan pie a la enumeración que Andrés López hace sobre quienes trabajan para él: los adictos que le compran, los políticos colocados por él para perseguir su sombra, las empresas de lavado, las constructoras contratadas para mejorar los pueblos en los que se refugia, los gruperos que amenizan sus pachangas, los periodistas que hacen la apología del jefe narco, cuerpos de seguridad y agencias federales.

Es un varón cuyos tentáculos se han extendido por Estados Unidos, Europa, Asia y África, por vías aérea, marítima, terrestre y subterránea.

Un hombre de negocios que abrió un banco y que hablaba con destacados industriales sobre un tema universal: el dinero y cómo ganarlo.

El autor colombiano no duda en afirmar que: el Chapo [...] se estaba convirtiendo en una especie de dios en la tierra: amigo de los pobres y la gente que lo necesitaba.

Sobre el supuesto arreglo con el gobierno que le permitió treparse a lo más alto de la cadena alimentaria. López López ficciona acerca de una reunión efectuada justo después de su primera fuga: un pacto para reducir la violencia, la tasa de homicidios y controlar el negocio del narcotráfico.

Y cuando ya había cumplido con su misión pacificadora consistente en combatir a los enemigos, mermarlos y entregar a figuras importantes vivos o muertos, reunificar a la bestia y organizarla para bajar los índices de criminalidad en las calles, las cosas en el gobierno habían cambiado, cazarlo se volvió prioridad.

EL SER OPULENTO

Algunos elementos que hacen del narcotraficante digno de Forbes un exponente de manual de la narcocultura son: su devoción por el señor Malverde, la Virgen de Guadalupe y la Santa Muerte; una de sus varias esposas fue una ganadora de un concurso de belleza; para sentirse en casa se rodea de autos deportivos, leones, fajos de dólares, camionetas de lujo, fusiles AK 47 y pistolas tipo escuadra forradas de oro.

El Chapo, relata Andrés López, vivía en un paraíso con las máximas comodidades que puede tener un ser humano. Contaba con piscina climatizada, sauna, baño turco, juegos de mesa, sala de video y una sala de cine. En una de sus escapadas dejó en manos de las autoridades unas obras de Diego Rivera.

La casa de los Beltrán Leyva también tenía lo suyo: piscinas, juegos, cancha de fútbol, arte, vehículos, una decoración estrafalaria, un salón con una extensa colección de armas personalizadas -adornadas con motivos religiosos o dotadas con el brillo inconfundible del diamante y el oro.

Algo que no puede faltar entre las innumerables propiedades de los jefes del negocio son los zoológicos privados. Los Beltrán tenían un león, dos tigres y dos panteras. Heriberto "el Lazca" Lazcano, el extinto líder de Los Zetas alimentaba a sus fieras felinas con carne de sus enemigos.

El Chapo y su dinero, Joaquín y su gran poder, el sinaloense seductor, un personaje que no conoce lo que es tener un corrido digno pero sí la pérdida, de sus amigos, de sus seres queridos, y la obligación de hacerles una última morada digna de un faraón.

El jefe sinaloense, visto como objeto del manoseo mediático, rinde buenas cuentas: el día de su segundo escape, Guzmán Loera acumuló en Twitter más de 2.5 millones de menciones.

Al capo se le lleva incluso en el pecho, en playeras que tienen impresos su rostro y leyendas como: “Who is the king?” (¿Quién es el rey?), “God save el Chapo” (Dios salve al Chapo) , “El Chapo nation”, y una que ha perdido actualidad: “Se busca otra vez”.

La narcocultura, según Günther Maihold, especialista en temas de ciencia política y sociología, es una cultura de la ostentación y una cultura del “todo vale para salir de pobre”, seguido de la afirmación pública de “para qué se es rico si no es para lucirlo y exhibirlo”.

Estudiosos del narcotráfico y la amenaza para la seguridad nacional que el negocio representa consideran que la cultura del narco es seguida por jóvenes sin opciones de desarrollo académico y laboral, surgidos de familias disfuncionales con las dosis de conflicto y violencia que esto generalmente representa.

Para esos adeptos es un signo de avance andar cargando una AK 47, estar en la ruta de los billetes, pasearse en la troca nueva y rodearse de mujeres atractivas.

Se trata, según Mahoid de “una estética del poder basado en los recursos materiales y simbólicos que manejan, el mensaje de impunidad, de encontrarse por encima de la ley y su capacidad para imponer un orden y una justicia propias”.

Los capos facilitan a la sociedad exhibiciones que sirven para despertar la ambición de los marginados, para vender al negocio como una puerta inmediata para salir de su paupérrima condición y comenzar a escalar la jerarquía hasta que la muerte ponga el alto.

El camino al éxito ha llegado a constituirse, según Nery Córdova, investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, como una de las más densas y sólidas mitologías en torno a las bondades de la industria.

EL PREFIJO

Alexander Prieto Osorno, autor de Los sicarios de Medellín, observa que el sentido original del prefijo 'narco' (entumecimiento, adormecimiento) ha sido rebasado por la práctica de anteponerlo a "cualquier palabra relacionada con el tráfico de estupefacientes".

Recuerda que hace tres décadas era un término despectivo impuesto por el Departamento de Estado de Estados Unidos para referirse a los traficantes de drogas a un vocablo que delimita tendencias artísticas y culturales como el art-narco, el narco-chic, la narcopintura, la narco Ópera.

La narcoliteratura, con sus cargas de sangre, violencia y drogas y el plus de mostrar caras del problema que no tienen cabida en los medios de información.

El narcocine que tiene en los hermanos Mario y Fernando Almada a dos de sus principales exponentes. Un argumento típico es el de un hombre honesto, ansioso de progresar que, enfrentado a la cruel realidad de un entorno desfavorable, marginal, decide sacrificar su inocencia y honradez a cambio del dinero y la buena vida.

El narcoglosario con sus vocablos que se han incorporado al habla cotidiana de una población que entiende o no necesita recurrir a más de una persona para saber qué significan voces como 'ladrillo', 'pericazo', 'levantón'.

Otra rama es la narcomoda, con sus cintos piteados, las joyas pesadas como el oro grueso, lentes de marca, botas de animales que podrían matar a un hombre y demás.

La devoción también tiene lugar con ese esbozo de narcoreligión ya mencionado bajo los nombres de Malverde y la Virgen de Guadalupe.

A ese propósito vale mencionar el caso de Nazario Moreno González, fundador de La Familia Michoacana, abatido en 2010 y "canonizado" como "san Nazario" en el territorio que “defendió” de los demás cárteles.

En vida, Nazario Moreno se ganó el favor de la gente siguiendo el ejemplo del Chapo y tantos otros: una fuerte obra social, préstamos a campesinos, fomento de empresas, construcción de escuelas e iglesias y apoyos para los más necesitados. Una de sus marcas fue regalar biblias a sus simpatizantes.

Luego de su muerte se construyeron un par de capillas en su honor en Apatzingán, ciudad en la que nació. Dichos homenajes fueron destruidos por la policía.

Sin embargo, san Nazario no amenaza el sitio que ocupa Jesús Malverde, el santo de los sicarios y narcotraficantes, con capillas en Sinaloa, en Chihuahua, Los Cabos y destinos internacionales como Cali, Colombia, y Los Ángeles, California, en Estados Unidos.

La devoción hacia Malverde se debe a cuestiones como la irreverencia que, se cuenta, mostraba frente a las autoridades y su disposición a ayudar a los pobres, atributos que encuadran en el discurso encaminado a legitimar socialmente su actuación violenta.

DONDE EMPEZAMOS

Jaime Retamales, investigador chileno y autor del estudio Globalización del narcotráfico, narcocultura y narcocorrido, opina que una de las grandes promotoras de la industria es la voracidad de las empresas transnacionales.

Las corporaciones, explica, invaden sus países con productos y arruinan a los empresarios locales. Con la droga no sucede eso: el contrabando ha sido la única transnacional que no tiene competidor en los mercados del primer punto.

La ecuación, según Retamales, es bastante simple: mientras los países pobres sigan acumulando más desposeídos, más narcotráfico existirá.

Así, la historia de Joaquín Guzmán Loera también puede contarse como la travesía del jefe criminal más importante de un país que en 2014, según cifras oficiales, sumó 55.3 millones de pobres, de los cuales 11.4 millones se enfrentan diariamente a la pobreza extrema.

Un país con 550 mil adictos de acuerdo con una Encuesta Nacional de Drogas deficiente que, de acuerdo con investigadores del Centro de Investigación y Docencia Económicas, falló en su misión de proveer datos fiables, información de utilidad para el gobierno y organizaciones de la sociedad civil a la hora de planear y evaluar sus acciones.

Un estudio más cercano, la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes 2014, encontró que la marihuana es la droga de principal consumo tanto en secundaria como en bachillerato (10.6 por ciento de los estudiantes de esos niveles la han fumado), enseguida vienen los inhalables y la cocaína (5.8 y 3.3 por ciento para unos y otra). Además, el 31 por ciento de los estudiantes considera que fumar porros no es peligroso, casi veinte de cada 100 piensan lo mismo de los inhalables, la cocaína y la heroína.

A los datos anteriores habría que agregar tantos otros, por ejemplo ese de que los mexicanos leen en promedio 5.3 libros al año, siguiendo la receta para crear un narco: pobreza, ansias de progreso, baja educación, un modelo a seguir en una industria siempre boyante...

EL WESTERN

El año pasado, Netflix puso a disposición de sus suscriptores la primera temporada de la serie Narcos que cuenta los dichos y hechos del “Robin Hood paisa”, ícono de la industria y en algún momento político colombiano, Pablo Escobar. La segunda temporada está en preparación.

Joaquín Guzmán Loera fue re-re-reaprehendido antes de consumar un proyecto que llevaría su vida a la pantalla grande.

Los libros sobre el negocio y sus representantes siguen extendiendo el catálogo de la llamada "literatura narca".

Los medios de información siguen vendiendo ejemplares o consiguiendo visitas a sus portales gracias a los "macabros hallazgos" situados en un camino vecinal, en un paradero, en un terreno en breña, en el interior de unas hieleras.

Los exponentes del llamado “movimiento alterado”, un nuevo nombre para la conocida fórmula de los narcocorridos, gozan de un amplio público ya que entregan el plus de actuar sus canciones como si fueran miembros de una organización criminal.

El grupo Edición Limitada, por ejemplo, canta lo siguiente: Fueron cuatro horas de tantos estruendos / balas expansivas, bazucas, / sangre del contrario pegada en el suelo / y ya estoy cansado, / la puerta no encuentro. La canción se llama Diario de un sicario y la letra termina con una misa de cuerpo presente. Consumidores habituales de ese subgénero consideran que la pieza retrata “fielmente” las inquietudes de quienes andan en esos pasos.

México vive un interminable western que se desarrolla en el sórdido mundo del narcotráfico, con víctimas inocentes, comisarios tenaces o corruptos, con montones de observadores imparciales en torno a la disputa surgida en una mesa de cantina, con malos de película como el Chapo, el Lazca, el Chino Ántrax, los Beltrán Leyva, y demás que tarde o temprano van a dar con sus huesos en prisión, o en la tumba, aunque también se ha dado el caso de que sus restos sean robados de una funeraria. Como en toda buena película del género, los buenos siempre ganan, a menos que te llames Ismael Zambada y te apoden el Mayo.

Las rutas del narcotráfico, con el Chapo o sin él, apuntan hacia Estados Unidos, lugar donde el producto incrementa su precio con cada kilómetro que se interna en la geografía del principal mercado mundial.

Mientras los colombianos pasan horas bajas, no por falta de producción sino de liderazgo, los jefes mexicanos se sitúan en la primera línea de la industria. Y mientras el capítulo se extiende, allá en alguna comunidad donde no hay más opciones se gesta, empleando términos de la inefable banda Los Tigres del Norte, otro “circo” para perpetuar la transa.

Correo-e: bernantez@hotmail.com

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