No es una columna de aniversario de un club. Es una del aniversario de un título. El primero del Santos Laguna, el primero de cinco, después de él vinieron otros cuatro campeonatos en 18 años. Quizá no la mejor marca pero sí envidiada por muchos, hasta por algunos llamados grandes quienes de tanto defender su estatus de grandeza se han olvidado de refrendar con trofeos su dicho basado más bien en buenos recuerdos y popularidad. Muy envidiados también por los equipos regios quienes apenas parece que se dieron cuenta que esto se trata de ganar títulos y no de ganar clásicos locales.
Yo lo vi por televisión, ir al viejo Corona se puso muy complicado, una pesadilla conseguir boletos aún con la famosa contraseña. Santos Laguna no venció en ese entonces a cualquier rival. Quizá a los desmemoriados o a los más chavos Necaxa del 96 no les diga mucho y por eso les explico: Necaxa era en ese momento el equipo más ganador de la década, beneficiado por esa extraña decisión del "Tigre" Azcárraga de parar otro equipo ganador, tuvo incluso mejores planteles que su hermano mayor las Águilas del América. Podemos decir que el Necaxa de esos ayeres era un América descafeinado, un América sin el glamour o sin lo mamucas, llámele usted como quiera.
Santos no nada más tuvo que vencer a los Rayos sino también a toda la maquinaria de Televisa, la cual desde que quedó definida la final, dio como favorito al equipo de la casa. Recuerdo aún expresiones de Raúl Sarmiento, Enrique Bermúdez y Anselmo Alonso refiriéndose "a los Santos" y a Torreón como algo insignificante, algo fortuito, algo que sin el horario de domingos a las 16:00 horas no hubiera sido posible, ignoraban por completo que en esos tiempos desde principios de octubre el calor ya no era un factor clave y que ese torneo Santos estaba jugando de maravilla. Simplemente hay que ver el plantel lagunero para explicarse por qué fue el campeón.
Santos Laguna con su primer campeonato no sólo despegó como un equipo importante, también puso a la Comarca Lagunera en el mapa. Empezó a escribir una historia que quizá no sea la más gloriosa que conozca pero sí la más bonita. Ha tenido de todo, varios momentos de remar contracorriente. Ha sobrevivido como paciente que vuelve de un coma profundo. Es todo lo que los laguneros somos o queremos ser. Eché una hojeada a la historia y pensé, ¿quién puede creer que Santos no saldrá de ésta? Es ADN lagunero; sangre, sudor y gloria.
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