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PARTICIPACIÓN CIUDADANA 29

NO SÓLO EL AUTORITARISMO…

MARÍA DE LOS ÁNGELES ORDOÑEZ

Muchas cosas a fuerza de repetirlas se convierten en algo habitual, normal. Celebraciones que de tiempo en tiempo son esperadas, se hacen costumbre y en no pocas ocasiones se convierten en ley no escrita, e incluso el que no se hagan implica un reclamo de quienes ya se han acostumbrado al suceso. Por ejemplo: en la mayoría de las instituciones de gobierno, partir la rosca de reyes pasó de ser un festejo del agrado de unos cuantos (poco a poco y a fuerza de repetirse) a un festejo de la mayoría; además de que el responsable de la oficina lo ofreciera poniendo de su bolsa el costo que ello implicaba, total el chiste era el festejo, el jolgorio y lo sabroso de la rosca y el chocolate o el champurrado que la acompañara. Poco a poco el responsable de esa oficina fue decretando no sólo el festejo, sino también que el responsable de la administración viera cómo le iba a hacer para que ese costo ya no fuera personal, sino institucional. Así, con pequeñas cosas, el recurso público se usa para lo que no fue presupuestado y una cosa lleva a la otra: comprobar el costo de la rosca y el chocolate se hacía con notas primero, después con facturas de gasolina, y lo presupuestado en este caso se desviaba y daba lugar a una nueva forma de uso. De los recursos se pasó a los bienes públicos; vehículos oficiales usados para asuntos personales, todo visto con la misma normalidad, podría decirse que con total complacencia de la sociedad, no importaba que la esposa del titular de la oficina lo usara para ir al mandado, o que el chofer de su marido lo usara para llevar y regresar a sus hijos de la escuela, o de manera más descarada, usarlo para pasear el fin de semana. De pronto, el uso de recursos y bienes públicos para atender necesidades y caprichos personales (a esto se le llama uso patrimonialista de los recursos y bienes públicos) se hizo costumbre y ley no escrita. Sin embargo, no queda ahí la cosa; el servidor público se va apoderando además, del discurso público en el mismo sentido; aquello que debería servir para enterar al público sobre lo que autoridad o gobernante alguno está haciendo o pretende llevar a cabo, asume también esta característica. El gobernante piensa y actúa como si lo público fuera de su propiedad y hacer con ello lo que le dé la gana o se le ocurra. Revisando las entrevistas que el alcalde Miguel Riquelme dio al periodista Arturo González en este diario, sobresale de pronto esta forma de entender la responsabilidad de gobernar; el alcalde habla de "sus obras y logros" de "su gobierno", hace referencia a "su administración", y en ocasiones cuando se quiere ocultar un poco ese dejo de autoritarismo dice "hemos etiquetado 60mdp para el teleférico", proyecto que por cierto, no fue dado a conocer a la comunidad de Torreón y cuando recibe las primeras críticas en el sentido de que ese dinero sería mejor usado si se aplicara a la mejora de las calles de la ciudad, el alcalde Riquelme muestra su verdadero talante: no sólo es patrimonialista y autoritario, además es INTOLERANTE, en tanto que no acepta siquiera que se ponga a discusión si es o no prioritario este proyecto y puedo afirmar que a la fecha, no ha dado a conocer la información esencial que permita ver si es o no viable social, económica, financiera, administrativa y ecológicamente esta ocurrencia. La pertinaz lluvia de hace unos días parece ser la muestra más clara de que la terca realidad es más fuerte que la terquedad y ocurrencia del alcalde. Las calles de Torreón, de devastadas pasaron a reflejo de zona de guerra; la terquedad de no querer entender que otras son las prioridades y no es el momento del lucimiento personal. Sin embargo, a pesar de ello, tiene un aliado y éste declara que "el teleférico es útil porque ayudará a detonar el turismo religioso y generar una derrama económica importante…arriba hay mucho que ver, con esta obra se consolida el turismo religioso". Lo compara con San Juan de los Lagos y la Basílica de Guadalupe; claro que lo sabe, el turismo religioso resulta de una tradición de muchos años (más de los que tiene la promoción del Cristo de las Noas), y de acciones que resultan de la fe derivada de milagros, supuestos y reales. El C. José Guadalupe Galván, Obispo de Torreón (El Siglo de Torreón, 19 de diciembre de 2015 página 1E) está de acuerdo con esta obra del teleférico, y pareciera que otros intereses estan en juego, ya que se busca la donación del terreno que ocupa ese complejo cultural y religioso. Y para rematar, Gerardo Berlanga, director de Obras Públicas dice que "es una obra que realiza la función de transportar pasajeros y también de recorridos turísticos (aguante la risa) y enlazará el Centro Cultural y Religioso del Cerro de las Noas hacia la avenida Morelos, la cual se encuentra actualmente en proceso de modernización urbana" (El Siglo de Torreón, 23 de diciembre de 2015). Ya vimos en qué quedó la modernización. Participación Ciudadana 29 mantiene su posición de conocer primero el origen y localización de los recursos que para este proyecto dice tener el alcalde Riquelme; que dé a conocer los estudios de impacto ambiental y la corrida financiera que deben acompañarlo. Amable lector, te invito a que tomes un momento de reflexión y te intereses por las cosas de tu ciudad.

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