No es que sea novedad lo que se ha venido señalando, tampoco que no sea conocido por la mayoría de los mexicanos, pero siempre es bueno corroborar con otros lo que ya sabemos. Esta semana a partir de la llegada del Papa Francisco a nuestro país hemos sido testigos de lo desgastado de las formas que el Gobierno emplea para presentarse en primera fila de una escena que no le corresponde con la intención de aprovechar reflectores y tratar de darle posición a una imagen por demás deteriorada. La escena lo significó la presencia de la esposa del presidente Enrique Peña, cuya congelada sonrisa no tenía ninguna cabida, consiguiendo incluso que en ese breve trayecto de alfombra roja el protocolo fuera alterado por el invitado, y por otro lado los medios de información (especialmente la TV) entablando comunicación con los enlaces en los estados de México, Chiapas, Michoacán, y Chihuahua con la siguiente pregunta: ¿cómo van los preparativos para recibir al Papa? y el corresponsal diciendo - en todos los casos- que el gobernador está listo y entusiasmado esperando al visitante. Sin duda no hay peor ciego que el que no quiere ver; sin embargo, la imagen desde el principio empieza a contrastar con el fondo que el visitante impone a su visita pastoral y aparecen los temas que más nos han lastimado y que exhiben de cuerpo entero a un gobierno incapaz y rapaz: corrupción, abuso de poder, violencia, inseguridad, desigualdad, pobreza y miseria; que entre otros, son problemas para los que el Gobierno no ha tenido la capacidad de resolver, como la violencia, la inseguridad y la desigualdad, y otros para los que no ha manifestado interés por hacerlo como: la corrupción y la impunidad, el abuso de poder, la ineficiencia del Gobierno para los que se requiere de pasos y procesos complejos que deben iniciar con el entendimiento del problema a partir de las causas, no de los efectos, como lo señaló el Papa. Éste y todos los problemas deben enfrentarse desde las fallas estructurales y culturales. La falta de integridad de gobernantes y representantes en congresos y cabildos, tiene que ver con estos aspectos estructurales y también con las singulares leyes que fundamentan responsabilidades, funciones y procesos en el quehacer del Gobierno; lo que implica que debemos entender nosotros los ciudadanos que los responsables de una buena parte de estas ineficiencias y corruptelas los tenemos enfrente; sólo nos falta decidirnos a conocer y saber la legalidad que permite que sigan actuando de la misma manera, ya que esto - la falta de este conocimiento- le permite al gobernante tomar decisiones con toda la legalidad necesaria, pero que se convierten en actos injustos. Ahí tenemos el caso del teleférico, obra que no nos fue consultada y nos enteramos de ella sobre hechos consumados; es decir, contando con "todos" los requisitos legales, con la aprobación de las distintas instancias y para la que se realizaron todos los trámites que necesita todo proyecto de esta naturaleza, tales como dictámenes por autoridades con competencia en materia de suelos, ambiental, financiera y de viabilidad económica y administrativa, que no se traducirá en una deuda más, pero que en honor a la realidad, no es obra prioritaria, ni necesaria, es más bien algo que huele a ocurrencia, a capricho, o lo que sería peor a un negocio entre particulares. En fin, el viajero se va, pero nos deja la visión que tiene del país, que no es diferente a la que ya tenemos, pero mencionando la soga en casa del ahorcado cuando en la reunión con el presidente, gobernadores y secretarios, les dice que mientras no se resuelva el problema de la corrupción ningún otro podrá ser adecuadamente atendido. Casi sentencia que si queremos desarrollo, debemos ir nosotros los ciudadanos por él. En PC 29 estamos convencidos que debemos involucrarnos en los asuntos públicos del Gobierno y en la atención a los problemas de interés general, pues está demostrado que en ningún país del mundo, el Gobierno por sí sólo podrá resolver todos los problemas. En México, en Coahuila y específicamente en Torreón, debemos conocer qué hace el Cabildo y cada uno de los regidores y síndicos, cómo deciden el monto de la contribución que debemos pagar los ciudadanos y la distribución del dinero recaudado; pero sobre todo debemos analizar sobre la pertinencia de un Cabildo como el que tenemos, o de plano involucrarnos para cambiar de modelo; se dice pronto, pero no es sencillo. Debemos estar claros que si no damos el primer paso, no avanzamos. Estimado lector, PC 29 te invita a que participes en el impulso de la Iniciativa Legislativa Ciudadana denominada Ley General de Responsabilidades Administrativas; entérate ingresando a #Ley3de3 y prepárate para conocer, para discutir y debatir. Esta ley será de los ciudadanos, y se puede convertir en la base para la construcción de un buen sistema de combate a la corrupción. ¡Conócela!
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