De aquí en adelante y hasta el 2018 estaremos inmersos en una vorágine de insulsas y veladas campañas anticipadas de los que quieren el poder, el hueso, la prebenda, el enriquecimiento ilícito para estar dentro del ajo en las redes corruptas que emanan del poder político; o de los que sin duda habrá en este amplio mosaico mexicano, aunque los busquemos con lupa, que quieren competir para servir con honestidad moral, ética e intelectual los destinos de las diferentes entidades federativas, en los congresos estatales o federales, los cabildos municipales o en la alta magistratura de la Presidencia de la República.
Ya empezó el desfile de suspirantes y aspirantes que se empiezan a mover para salir en la foto, ofreciendo las más trilladas propuestas de siempre que nunca cumplen, promoviéndose como los más idóneos para ocupar los cargos de elección popular. No faltan los estudios demoscópicos, esas famosas y descreditadas encuestas que están midiendo las preferencias y registrando las fotografías del día.
Los tiempos electorales y las ambiciones políticas están a la orden del día y tendremos que aguzar el ojo crítico y soportar las ocurrencias, las propuestas, los pleitos de los que buscan posicionarse para estar en la competencia.
Cada día cuesta más trabajo entender en qué onda anda el presidente Peña. De pronto, el presidente, de ser pragmático recalcitrante se transforma en liberal consumado. No sé si por los bajos índices de aprobación, envía al Congreso iniciativas de ley que toman en cuenta a grupos minoritarios, (que también tienen derechos a que se legisle para ellos) como, por ejemplo, regularizar la marihuana para uso medicinal y el aumento del gramaje legal de portación del usuario o cambiar el artículo cuarto para elevar a rango constitucional el matrimonio igualitario, como derecho humano para que se puedan casar dos personas sin importar su origen étnico, discapacidad, condición social, religión, género o preferencias sexuales.
Llama mucho la atención que el presidente y su partido con mayoría en la Cámara de Diputados, presidiendo la mayoría de la gubernaturas de los estados, no les cae el veinte que lo que urge legislar es la ley anticorrupción que beneficiaría a una gran mayoría de mexicanos. El SNA y sus 7 leyes en la que está incluida la 3de3 duermen el sueño de los justos. Poco importó que la ley haya sido propuesta por más de 600 mil ciudadanos para combatir este flagelo que se ha enquistado como forma de vida. Pareciera que lo urgente, abatir la corrupción y aplicar el estado de derecho a los rateros, lo suplen por lo accesorio.
Si lo trasladamos al ámbito municipal, el Ing. Miguel Ángel Riquelme se siente en caballo de hacienda desde que Consulta Mitofsky lo coloca como el personaje más conocido a nivel estatal que buscan la gubernatura del Estado de Coahuila en el 2017. Ante el reclamo de que está en campaña y que no está haciendo su chamba, nos dice con arrogancia que él puede con todo, sin embargo, creo que la administración municipal sigue pasmada y no vemos mínimos avances. El paseo Morelos sigue siendo zona devastada que tiene muchos meses en obra, impidiendo el acceso a los que residen en esa zona y a los ciudadanos que quieren circular por ella; del pavimento ni hablar, se ve que empiezan a recarpetear por el bulevar Independencia, pero todas las calles necesitan pavimento y el largo etcétera sigue sin resolverse.
El próximo 5 de junio una docena de estados renovarán gobernador, diputados locales y ayuntamientos y hemos visto los niveles de descalificación de unos a otros. Todo se vale en la batalla… guerras sucias, filtraciones, escuchas o espionaje fuera de la ley circulan por las redes que se replican en los medios como si fueran verdades absolutas. Incluso se ha llegado a invadir la privacidad de algunos contendientes que la Constitución protege como derecho inalienable a la vida privada.
Seguimos en la eterna discusión si en México se está consolidando la democracia o ya se instaló el desencantamiento de ella. El rechazo a los partidos políticos que tienen su nivel más bajo de aceptación y el surgimiento de las candidaturas independientes ciudadanas, en clara objeción a lo instituido.
Lo más complicado de aquí hasta 2018 para los electores y ante tanta información basura, será distinguir entre las bandas de truhanes que buscan servirse a sí mismos y los que de verdad están dispuestos a jugársela con vocación de servicio, para que haya verdaderos cambios que ayuden a los ciudadanos a un mejor nivel de vida, de trabajo, de educación, de salud, de justicia y equidad. Estamos a tiempo de informarnos y razonar nuestro voto para luego no sufrir la frustración. En nosotros está elegir al mejor o al menos peor.
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