¿Qué es lo que tiene que suceder para que los mandatarios de este país reaccionen de manera congruente ante los acontecimientos de protesta, en algunos casos pacífica, en otros violenta, que se generalizan en nuestra nación?
Vemos las noticias de los últimos acontecimientos donde el cinismo, la prepotencia y la irresponsabilidad de estos mandatarios están llevando la paciencia de los ciudadanos al límite, y comienzan las reacciones violentas. En las redes sociales, vemos el ataque irracional de policías a ciudadanos y de ciudadanos hacia policías, ataques propiciados por la intransigencia de autoridades incapaces de aceptar que los tiempos han cambiado, que ya no es posible gobernar arbitrariamente imponiendo condiciones que van en contra del sentido común; las mentiras se agotan, la realidad los alcanza y la desilusión y la insatisfacción autoreprimida busca cauces para salir.
Marchas de maestros inconformes que no aceptan ser evaluados porque nunca lo fueron y buscan a toda costa evitar ser puestos en evidencia, marchas de doctores y enfermeras que se oponen al seguro universal porque les quitarían derechos que en muchos casos ni derechos son, empresarios que exigen se termine con la impunidad de servidores públicos y 59 sujetos que votan en contra de una propuesta ciudadana encaminada a vivir en un país mejor.
En todos estos casos, el común denominador es la terquedad e intolerancia de un sistema político que se aferra a vivir en la era de los dinosaurios, en donde el fuerte dominaba a los menos fuertes, sin darse cuenta de que el día en que los menos fuertes se unieran en contra del gran tiranosaurio terminarían con su abrumador dominio… y ese día nos alcanzó ya. Hay visos de violencia por todo México, de los ciudadanos dependerá la manera en que los grandes dinosaurios deleguen y compartan el poder.
A nosotros nos corresponde actuar en nuestra región, nuestro estado y nuestra ciudad, no estamos ajenos a estos actos de violencia, cargamos una deuda que nos abruma y nos impide realizar proyectos; es un lastre que tendremos que cargar durante 35 años sin saber por qué, hay inconformidad por parte del sindicato de maestros y el fondo de pensiones, obras que no caminan, carencia de servicios públicos, y los mandatarios se niegan a trasparentar la función pública porque hacerlo los limita, les resta poder y acota su radio de acción.
Intervenir y participar es nuestra obligación, no podemos seguir viendo los toros desde la barrera, no podemos justificar la mediocridad en la cual nos movemos culpando a las autoridades. Es tiempo de reconocer que un factor muy importante por el que nos encontramos en esta situación tan vulnerable es, y ha sido, nuestra complacencia ante los abusos de un sistema político caduco y opresor.
Para nuestras aspiraciones de bonanza y bienestar social, es fundamental promover y provocar un diálogo consciente, constante y productivo con quienes realizan el trabajo de mandatarios, no podemos permitir que un pequeñísimo grupo de personas decida nuestro futuro influenciados o presionados por intereses de partido o por aspiraciones políticas personales, basta con ver las imágenes de violencia en Oaxaca, en Chihuahua o Veracruz para comprender hacia dónde nos dirigimos, saqueos de tiendas por gente que normalmente no actuaría de esa manera si sus necesidades estuvieran cubiertas y gozaran de un poco más. Los mexicanos somos buenos, alegres, positivos y divertidos… pero la paciencia se agota.
En estos momentos es cuando grupos como Participación Ciudadana 29 Laguna toman una relevancia fundamental y trascendental para lograr un cambio positivo. Durante todo nuestro trayecto, hemos señalado la importancia y la necesidad de que la responsabilidad sea compartida, que las decisiones no se tomen a espaldas de la ciudadanía, que se cuente con un proyecto a corto, mediano y largo plazo que esté consensado con todos los actores de la sociedad, que no se manejen agendas particulares, sino ciudadanas, es imperativo conocer la realidad de las finanzas públicas, de los acuerdos y compromisos, para encarar el futuro con los pies en la tierra y tener la certeza de que no habrá sorpresas. Estamos a tiempo para corregir el rumbo, para entregar la estafeta sin que ésta se nos caiga en el relevo.
Hoy más que nunca nuestro compromiso sigue intacto, nuestros valores y principios van dejando huella, las circunstancias nos impulsan a seguir y provocar la participación activa de la sociedad en el quehacer político y social de nuestra región, así contribuimos a lograr el país que merecemos.
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