Es frecuente que algunos sectores de la sociedad consideren que la participación y libre manifestación de otras personas es tiempo perdido, que no tiene sentido, que "para qué hacerlo si las cosas no van a cambiar", como si el cambio sucediera por deseo, o con el tiempo sin más; que por más esfuerzo que se haga, las cosas seguirán igual. Sin embargo, es evidente que a pesar de estas negativas, y a pesar de la apatía que nos caracteriza como sociedad, algunas cosas han cambiado. Poco a poco se nota que la desesperación por la falta de oportunidades de desarrollo personal y familiar, el coraje contra quienes nos gobiernan, la rabia ante el cinismo y el engaño de quienes a través del poder público se benefician de las decisiones que toman ("moches" derivados de contratos y concesiones otorgados a amigos, familiares y prestanombres, uso discrecional de los recursos públicos, entre otras formas), lastiman a toda la sociedad cuyas expectativas no se cumplen. Sin embargo, a pesar de los agravios, de la falta de credibilidad en nosotros mismos y la desconfianza de nuestra capacidad para plantarnos frente a nuestros gobernantes para exigirles explicación y justificación de sus decisiones, nuestra participación ha empezado a dar algunos frutos. Estos frutos no resultaron sólo porque se tomaron las calles para manifestarse, o se bloquearon carreteras para presionar, o se hicieron públicos los resultados de sus corruptelas y enriquecimiento ilícitos para exhibirlos, más bien, lo que se pudo observar, es que el plantarle cara al gobierno (con sus asegunes la Ley 3 de 3) resultó de un gran esfuerzo previo: conocerlo, saber cuál es su estructura y forma legal de funcionar, saber cuáles son los límites que todo servidor público, (incluidos presidente, gobernadores, alcaldes, legisladores, jueces, magistrados, directores, regidores) tiene. Se dice rápido pero entraña un gran esfuerzo, voluntad y deseo de involucrarse en los asuntos de nuestra comunidad, ir en pos del rescate de nuestra propia vecindad. Participación Ciudadana 29 tiene, entre otras cosas, establecida como misión, la formación de ciudadanía, y por experiencia está convencida que implica un enorme esfuerzo, no sólo por el desarrollo de un proceso que permita formarla partiendo de cero, sino además por el trabajo de poder derribar y destruir el concepto que de ella tenemos y construir uno nuevo y actual. Me explico: la mayoría de los ciudadanos entiende la participación ciudadana ligada a la democracia, como la acción de votar el día de las elecciones. ¿Por qué? por una razón simple, porque el IFE, hoy INE, nos dijo durante toda su existencia que la democracia sólo tiene que ver con la competencia electoral, y en ésta, el ciudadano sólo cumple el rol de votar. Nada más falso y más perverso que la democracia esté ligada a la participación de un solo día, el acto de votar. PC 29 estará incluyendo en sus colaboraciones, la esencia de los conceptos básicos que se ligan a la acción de participar de manera efectiva, precisando lo que debemos saber, conocer y exigir a las instituciones y a los servidores públicos.
Podemos entender en principio la Participación Ciudadana como el interés de los ciudadanos y de sus organizaciones en los asuntos de la comunidad, como la calidad de vida, de la convivencia, de los servicios públicos, de la definición de planes y programas de gobierno, de la composición del presupuesto y los responsables de su manejo, y Democracia como la forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos, y/o sus representantes. Para el caso ¿Qué tan representado se siente usted, amable lector?
En el Cajón. A mediados del gobierno de Enrique Martínez (2008) se presumió una ley que (lo afirmaron los mismos que la aprobaron) era un modelo que se estaba solicitando de otros países para impulsarla y aplicarla en Coahuila, era una ley de participación ciudadana que establecía las figuras de referéndum, iniciativa popular y plebiscito, pero que una vez que los ciudadanos impulsaran cualquiera de esta figuras, se toparían al final del largo proceso, con el derecho de veto del gobernador. Parece que hoy el gobernador Rubén Moreira quiere hacer lo mismo, y como en el caso anterior, busca controlar, conducir y orientar la participación a través de Consejos de Participación Ciudadana, etiquetando la participación asociada a lo electoral. Curioso, busca reformarla en momentos en los que el ciudadano se está convirtiendo en importante actor y factor, en los que empieza a cumplir un rol de manera incipiente, como contrapeso ante el ejecutivo, rol que no puede cumplir el legislativo. No cabe duda, empezamos a cobrar importancia más allá de lo electoral.