Durante décadas nos hemos quejado del manejo de la administración pública en sus diferentes niveles: federal, estatal y municipal, el cual ha ocasionado una frustración y apatía por la política en nuestro país y una crisis de credibilidad en las instituciones que nos representan.
La construcción de canales de participación, de vínculos de comunicación y de relaciones de interacción y corresponsabilidad entre la ciudadanía y los gobiernos, son aún unos de los grandes retos pendientes en nuestro país.
La necesidad de construir espacios de participación ciudadana, así como de abrirse al diálogo en la toma de decisiones públicas, es el reflejo de un modelo de gobierno que no ha sabido responderle a la ciudadanía; es tiempo de que ambos actores, representantes y representados, colaboren conjuntamente en las necesidades y exigencias de su entidad.
Hoy, se vislumbra un escenario más abierto en el sentido de participación ciudadana, en donde se ofrecen canales de comunicación y espacios públicos, donde la ciudadanía ya no permanece ajena o excluida en los asuntos públicos de interés.
En nuestra región, se han realizado foros, conferencias, talleres, agendas ciudadanas, creación de diferentes asociaciones civiles, por citar algunos, como principio de un acercamiento entre gobierno y sociedad civil. Esto implica una corresponsabilidad, donde tenemos el derecho y la obligación como ciudadanos y ciudadanas de realizar acciones colectivas y lograr mejores formas de gestión gubernamental para obtener respuesta a las inquietudes y expectativas de sus habitantes. Sin embargo, aún falta modificar algunos aspectos legales que no permiten avanzar hacia una mayor inclusión y reconocimiento de la participación de la sociedad en la vida pública.
No podemos entender ciudadanía como un acto individual, es un proceso de construcción social, y como tal, requiere de cuidado. No nacemos siendo ciudadanos, sino que nos educamos para serlo. Son esenciales cinco puntos en esta formación: el derecho a la participación, realizar coaliciones, los procesos de diálogo, la incidencia colaborativa y el compromiso individual y social.
Es importante la preparación intelectual y social, ya que se requiere conformar una sociedad más crítica para que nuestra transformación sea más sólida y profunda. Esta clase de ciudadano se informa y participa en asuntos de su comunidad, se interesa por colaborar, opinar, criticar aquellos aspectos con los que no está de acuerdo y argumentar sólidamente el por qué.
¿Por qué quedarnos sólo con ejercer nuestro derecho al voto? Si bien es cierto que es importante, hoy contamos también con un abanico de posibilidades para actuar en diferentes ámbitos de nuestra sociedad y poder modificar la dinámica política.
Familias, instituciones educativas, organizaciones de la sociedad civil, empresarios y toda organización que pueda incidir en esta era de compromiso social, es fundamental para enfrentar las oportunidades de gestionar una nueva forma en la vida política.
La participación es un derecho humano, es una obligación del Estado garantizarla y es una responsabilidad ciudadana ejercerla.
Sé parte de una sociedad más incluyente. Recuerda que promover y fomentar diversas formas de participación fortalece la democracia. Empecemos por nuestra comunidad.
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