Los virtuales candidatos van por la pelea rumbo a la presidencia de los Estados Unidos.
Donald Trump y Hillary Clinton, que de por sí enfrentan el reto de atraer a suficientes votantes de sus respectivos partidos, ahora también luchan por conseguir a los votantes desencantados con las agrupaciones contrarias.
El magnate busca sumar a los partidarios del rival de Clinton por la candidatura demócrata, Bernie Sanders, mientras que la ex secretaria de Estado ha lanzado el anzuelo a los republicanos a disgusto con Trump.
"Creo que hasta los que protestan en mis mítines van a terminar votando a Trump cuando se den cuenta de qué tan corrupta es la 'Corrupta Hillary'", afirmó ayer el candidato republicano en un mitin en Florida.
La exsenadora demócrata, por su parte, acaba de lanzar el sitio web RepublicansAgainstTrump.org para reclutar a votantes que considerarían cambiar de bando.
La apuesta parece estar funcionando, al menos para Clinton.
Un sondeo de The Guardian halló que, si Sanders se retira de la contienda -y no lanza una candidatura independiente-,Clinton atraería hasta seis veces más de los votantes del senador por Vermont que Trump.
Además, en una reunión de líderes y donantes del Partido Republicano el viernes, la directora ejecutiva de Hewlett-Packard y gran financiera conservadora, Meg Whitman, comparó a Trump con Adolf Hitler y Benito Mussolini.
"¿No es razonable apoyar a Hillary Clinton?", preguntó Whitman tras criticar al candidato de su partido por sus comentarios contra mexicanos y musulmanes, según personas presentes en la cumbre.
El cuestionamiento de la donadora republicana hace eco de crecientes críticas contra el magnate dentro del mismo Partido Republicano.
Las declaraciones del magnate sobre el juez Gonzalo Curiel, a quien tachó de incapaz para liderar un caso de fraude contra la Universidad Trump por ser hijo de mexicanos, llevaron hasta al líder republicano del Senado, Mitch McConnell, a sugerir que podría retirar su respaldo al candidato.
Trump, por su parte, sólo escaló sus dichos controversiales durante el fin de semana.
Llamó "Pocahontas" a la senadora demócrata Elizabeth Warren, bajo consideración para ser vicepresidenta con Clinton, en una aparente burla de los antecedentes indígenas de la funcionaria.
Aunque después se calificó a sí mismo como "la persona menos racista que van a conocer".
E incluso se lanzó contra su propio partido.
"Le tengo que decir a los líderes del Partido Republicano: señores, tienen que ser más fuertes (...) Me gustaría verlos más fuertes, más atentos, más inteligentes y que sean cool", declaró ayer el magnate.
