Hace unos días, me encontraba comprando algunos medicamentos en una de las farmacias de veterinaria de la ciudad, y me llamó la atención una señora que vestía elegantemente, llegó en un automóvil de lujo y traía consigo un pequeño perro enfermo de la raza poodle. Como era conocido mío el veterinario dueño de la farmacia, me pidió lo esperara un momento mientras atendía la consulta del perrito. Pasaron tan sólo unos minutos y salieron del pequeño cubículo donde fue realizada la consulta y escuché que la señora le preguntó, ¿Cuánto le debo de la consulta? A lo que le contestó mi colega. ¡Son cincuenta pesos! No se le pase surtir la receta de una vez y por favor me lo trae mañana "a ver cómo nos va". Está bien doctor, le contestó la elegante dama, yo se lo traigo mañana, el doctor con quien llevaba a mi perro anteriormente me cobraba doscientos pesos la consulta. ¡Que caro, verdad! ¿Por qué serán tan careros en las clínicas veterinarias? Percatándose el doctor que yo era propietario de una clínica veterinaria y estaba escuchando la conversación, trató de darle una explicación a la pregunta de la señora. Le dijo: En una clínica es otro tipo de atención, ahí tiene un lugar donde usted puede esperar cómodamente sentada y el doctor siempre traerá una bata blanca, en cambio aquí, usted tendrá que esperar de pie hasta que se le atienda.
Me quedé más que sorprendido por la pobre respuesta de mi colega, no podía dar crédito a lo que estaba escuchando, lógicamente en ningún momento intervine para dar mi opinión al respecto. Me quedé meditando al salir de la farmacia: ¿Realmente será ese el concepto que tienen los demás colegas de nosotros los especialistas? ¡Un par de sillas y una bata blanca! ¿En realidad será alto el costo de nuestros honorarios?
Traté yo mismo de buscar una respuesta a lo que había escuchado en la farmacia, alguna explicación o algunas diferencias respecto a un Médico Veterinario sin estudios de postgrado a un Médico Veterinario especialista en perros y gatos, desde mi punto de vista vi muchas diferencias y llegué a una importante conclusión.
Pertenezco a una Asociación de Médicos Veterinarios Especialistas dedicados exclusivamente a perros y gatos y las ventajas son enormes, tanto para nosotros como para nuestros clientes y pacientes, pertenecer a una asociación no da cabida a la improvisación, todos los miembros se encuentran debidamente titulados, establecidos en una clínica, con cursos de capacitación, congresos, talleres de actualidad, estudios de posgrado y un equipo adecuado de trabajo y otro requisito indispensable, buena reputación y ética profesional.
Nuestras reuniones las realizamos por lo menos una vez al mes, donde se abordan temas relacionados con nuestro ejercicio profesional, nos preparamos con cursos de actualización otorgándonos el lujo de traer a los mejores especialistas del país con temas seleccionados a nuestras necesidades.
No todo es trabajo y estudio, también nuestros estatutos marcan reuniones sociales con nuestras familias y esto es magnífico, pues conviven nuestras esposas, así como nuestros hijos, que algunos de ellos se encuentran estudiando la carrera de Veterinaria como un servidor, que tengo dos hijas, Carolina y Sofía, que cursan el tercer año de la carrera. Otros colegas ya tienen hijos veterinarios también como un servidor. Mi hija Alejandra cuenta con su propia clínica veterinaria. Algún día ellos tomarán la estafeta de nuestra especialidad y amor a la profesión, pues es la única herencia que les dejaremos a nuestra partida.
Nuestra Asociación de Médicos Veterinarios de Especialistas en Pequeñas Especies de La Laguna A. C. tiene 35 años de fundada y respalda a cada miembro de nuestro gremio.
Realmente hay una respetable diferencia del servicio de una consulta de tres minutos de "A ver como nos va", a un diagnóstico realizado con bases científicas y años de experiencia dedicados exclusivamente a perros y gatos.