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Pequeñas especies

"DE PEQUEÑAS A GRANDES ESPECIES"

MVZ FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

Me encontraba descansando en casa cuando escuché sonar el teléfono, era una señora que solicitaba de mis servicios, se trataba de una consulta a un caballo que recién habían atropellado, presentaba intensa hemorragia en uno de sus muslos, la señora no era la dueña, se trataba de un animal de tiro de carromatos que se dedican a recoger el escombro de las casas, los propietarios eran de escasos recursos y la señora amablemente se ofreció pagar de mis servicios para que me hiciera cargo del animal herido, pues la persona que ocasionó el percance ya no se encontraba en el lugar del accidente.

Le explicaba a la señora que no atendía grandes especies, especialmente equinos que son muy delicados, además que no contaba con el material necesario, ella me insistía que era una emergencia, que cualquier cosa que yo hiciera por el pobre animal estaría perfecto. Accedí y me dio la dirección, Avenida Central de la Colonia Torreón Jardín.

Tenía algunos días que despertaba en la madrugada y no lograba conciliar el sueño, pasaba por mi mente una serie de pendientes, la consulta me ayudó a despejar mi mente y volví treinta y ocho años atrás al recordar mis días de veterinario rural cuando inicie mi profesión.

Al estar colocando en mi maletín parte del instrumental para una cirugía de emergencia, además de las suturas más gruesas, anestésicos de perros compatible para equinos, analgésicos, antibióticos para perros y gatos que pesan promedio 4 kilogramos, mentalmente hacía la conversión a 300 kilogramos que probablemente pesaría mi próximo paciente. En el camino, iba recordando desde la manera de sujetar al animal, las dosis de los fármacos, el libro de Septimus Sisson de anatomía del caballo, músculos, arterias, me preguntaba: ¿contaría con la suficiente gente para ayudarme con el caballo?, mi esperanza era que se tratase de un pequeño animal de unos 200 kilogramos de peso.

Al llegar a la dirección, afortunadamente era un terreno baldío, parecía convención de carros de animales de tiro. Ahí tenía la ayuda que requería, había más de veinte personas, sólo me faltaba ver a mi paciente, fue lo único que no me agradó, se trataba de un ejemplar enorme de casi 400 kilogramos de peso.

Inmediatamente al empezar a sacar las cosas del maletín, me sobraron instrucciones para operar al caballo por parte del público que no se perdería por nada del mundo el siguiente espectáculo. Lo primero que hice fue preguntar al dueño del animal me diera un aproximado del peso del caballo y casi coincidimos, 350 kilogramos, me contestó, y fue así como inició la función, con la aplicación de la anestesia.

No pasaron tres minutos cuando el animal se desplomó al suelo, cuidando previamente que su cabeza no golpeara bruscamente, el siguiente paso, la inmovilización de las cuatro patas, aunque estaba bajo los efectos de la anestesia, de un momento a otro despertaría, y como la herida se encontraba en la parte interna de una de las extremidades posteriores a nivel del fémur, de unos 30 cm. aproximadamente, no quería por ningún motivo recibir una de sus herraduras en cualquier parte de mi anatomía.

Afortunadamente, le habían aplicado dos torniquetes muy ingeniosos con lazos en la extremidad herida, tenía lesionadas dos arterias que sangraban profusamente, fue el primer paso, localizarlas y suturarlas, enseguida, músculos y piel, ya habían transcurrido más de 30 minutos y el caballo empezó a despertar intentando incorporarse, le dije a uno de mis ayudantes que se parara sobre las pezuñas traseras, aunque estaban sujetas las extremidades por dos hombres, no quería exponerme, pues para poder suturar me tenía que colocar entre los miembros posteriores y anteriores del animal acostado, de repente hizo un movimiento súbito el caballo y salió volando mi ayudante por los aires, afortunadamente alcancé a salir de entre sus extremidades y mi ayudante sólo probó algo de tierra cuando cayó de bruces.

La cirugía duró una hora aproximadamente, el caballo se incorporó de inmediato y empezó a comer algo de pastura que le dio su dueño, indicando esto que se encontraba bien de salud, la sutura resistió y quedó impecable, como si la hubiese realizado un cirujano plástico en el quirófano de un gran hospital de grandes especies y no improvisada en un terreno baldío por un "perriatra", y sobre todo, lo que más gusto me dio, que me hizo recordar gratos momentos de mi juventud de veterinario rural hace ya décadas. Me contagió ese momento mágico cuando sale todo a la perfección de un caso improvisado que olvidé por completo mis preocupaciones, además, cuando me preguntó la amable señora por mis honorarios, le contesté con gran galanura… señora ¡Esto va por cuenta de la casa!

pequenas_especies@hotmail.com

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