Fotografía de Juanchorrey, Tep. Zacs., cortesía de mi sobrina Martha Mejía Reveles, portada de su revista publicada en 1999. Aparecen las torres de la iglesia, parte del caserío y al fondo el Cerro del Despeñadero.
En este año de 2016, con motivo de mis 91 años de vida y 72 escribiendo, haré un recuento de mi vida en los estudios, escribiendo libros de Historia, de Poesía, de Biografía, de Numismática, de Genealogía y Periodismo.
"EN BUSCA DEL CAMINO DE APRENDER". ¿Aprender qué? Aprender las enseñanzas del Maestro en las aulas escolares, de la Universidad o del Seminario. Aprender las enseñanzas que nos dan los buenos libros que podamos leer. Aprender de los consejos de la gente buena y sabia. Aprender de las enseñanzas que te da la vida.
Empecemos cronológicamente: Nací en el Rancho de Juanchorrey Tep., Zac., el día 11 de abril de 1925, hijo de Francisco Robles Correa y de Francisca de la Torre Sánchez de Robles; mis abuelos paternos: Alejandro Robles Nava y Agustina Correa González, los maternos: Darío de la Torre Murillo y Margarita Sánchez González. El abuelo materno era descendiente del Lic. Diego (Pérez, que no usaba) de la Torre, nacido en Almendralejo, Extremadura, España, en 1482, casado con María Alvarez y enviado por el Rey Carlos V, a la Nueva Galicia como Segundo Gobernador y Juez Residenciador de Nuño de Guzmán por los crímenes que había cometido.
Cuando yo tenía 5 años en 1930, me llevaron mis padres a vivir de junio a octubre al Rancho de Aguas "LAS PALOMAS" en la Sierra de Juanchorrey, donde tenía vacas de ordeña. También, vivía en el mismo lugar, mi tía Tula, hermana de mi madre, y su esposo, Juan Mejía, con sus hijos Francisco y María, con los que jugábamos mi hermana Agustina y yo. En octubre, bajamos de la Sierra a vivir en la exhacienda "EL CARGADERO", muy cercano a Juanchorrey, y todos los días mi papá me llevaba a San Joaquín, Rancho de D. Regino González, para ordeñar las vacas. A mí me sentaba mi papá en una cerca doble, bien cobijado por el frío, y me daba un espumoso jarro de leche que yo disfrutaba.
En otros años, también vivimos en el Rancho "LA OBRA" en la Sierra y en el Alamillo, donde montaban a caballo mi papá y sus amigos, Dimas Correa, Gustavo González, José Correa y mi padre eran buenos "coleadores" de toros. A mí me montaba mi papá en una potranca alazana en pelo, y salíamos a correr por los llanos de la Sierra. A veces, íbamos al "VENADO" a visitar a la tía Tula, que entonces allá vivía, a D. Albino Reveles y al tío Tereso de la Torre. Y luego, pasábamos al "BOLADERO", casa del tío Chencho González, casado con mi prima hermana Julia Robles de la Torre. Ese Rancho estaba al borde de una barranca que era un mirador para "Palos Altos" y "Adjuntas del Refugio".
También, a los 6 años, fui sembrador de D. Santiago Hernández de los Santos, hijo de D. Teodoro Hernández, y que estaba muy enamorado de su novia Concha Nava, hija del tío Epitacio Nava. Todo el día cantaba: "...Vasito de agua de coco, que sabor tan endulzado, que amor es ese tan poco y el mío tan apasionado...". Se casaron y poco tiempo después Concha falleció y Santiago se casó nuevamente con Cástula Caldera de la Torre y vinieron a vivir a San Pedro de las Colonias, Coah., donde él falleció.
Otros recuerdos: Las mañanitas a la Virgen Inmaculada Concepción el día 2 de febrero, día de su fiesta, por las madrugadas con un frío cortante, con cohetes y camarazos y repique de campanas. La iglesia se llenaba totalmente y mucha gente quedaba fuera donde en el "Atrio" bailaban danzas de "Pluma" y de "Carrizo", donde la gente tanto del Rancho como de los ranchos vecinos: El Salitrillo, La Estancia, El Ahuichote, La Lechuguilla, El Marecito, La Tinaja, El Salitre, Tepetongo y otros más. Muchos llegados de varias partes de la República y de los Estados Unidos de Norteamérica que venían a la fiesta y a visitar parientes y amigos. En la plaza, las vendimias, el volantín y otros juegos; las músicas de la tambora y conjuntos por todos lados y la procesión de la Virgen salía por la calle Nueva, daba vuelta por los Durmientes y retornaba a la iglesia con las danzas y los cantos. ¡Qué recuerdos!