oscuras. Para mí, eso era algo que siempre había buscado: Saber cómo rescatar nuestro pasado, porque siempre que alguien preguntaba algo sobre ella, se decía que no teníamos historia, los niños pedían información por que sus maestros les encargaban de tarea llevar algún dato, no podían realizarla porque no tenían acceso a los archivos de la Presidencia ni a la notaría parroquial.
En esa primera reunión, la maestra Florencia nos regaló una monografía de su municipio, la cual leí con mucho interés. Eso me hizo pensar que, aunque yo no fuera cronista, iba a investigar todo lo que pudiera para hacer una monografía de Tepetongo.
Al poco tiempo, fui presidente municipal por primera ocasión, y tuve la oportunidad de revisar los archivos para tomar nota de algunos hechos históricos. La ayuda también vino de D. Manuel Nava Maldonado, cura del pueblo, quien me dio la oportunidad de buscar en el cuarto donde antiguamente se guardaba el maíz y otros productos que la gente daba como diezmo, algunos documentos olvidados en un cajón lleno de polvo; en él, encontramos un legajo de papeles que lucían la historia más antigua de Tepetongo.
¡Vaya hallazgo! El primer documento era la licencia (con fecha de 1005) que otorgó el Obispo de Guadalajara, Alonso de la Mota y Escobar, al capitán don Juan de la Torre en su visita a la Hacienda de San Juan de Tepetongo para construir una ermita en honor a San Juan Bautista. Otro de 78 documentos hallados es la bula papal de Pío V (permiso por escrito en un pergamino), donde se autoriza a don Juan construir un templo con todas las licencias necesarias para su funcionamiento, éste tiene fecha del 10 de julio de 1610. En la misma búsqueda, el señor cura Nava consiguió la copia de un ensayo escrito por el antropólogo estadounidense Monte R. Kenaston, quien fue su amigo personal.
Dicho texto formó parte de una investigación que se estaba haciendo sobre el origen de las familias del pueblo; para nuestra suerte, contenía datos históricos de 1562; de esa manera, supimos quiénes fueron los primeros españoles dueños de esas tierras. Así fui recabando información, y para 1985, tenía la primera monografía lista para publicar.
Hoy, a 24 años de esa publicación y ya siendo cronista del municipio, -gracias a la gran cantidad de información que he ido recabando-, siento la necesidad de actualizar datos, corregirlos y agregar nuevos hallazgos, y es que, poco a poco, los años me han descubierto la grandeza de nuestra historia, por eso surge la necesidad de compartir con el pueblo que siempre está pidiendo más información.
Esto se ha convertido en una necesidad, no sólo de los vecinos que lo solicitan, sino de muchos paisanos que viven en otras ciudades de México y sobre todo en Estados Unidos, razón por la cual se añadieron datos de la fundación de las comunidades.
Espero sinceramente que este trabajo sirva para que nuestros hijos conozcan de dónde venimos, quienes somos y qué quisiéramos ser en un futuro como pueblo.
José Cupertino González Muro. Julio de 2015.