Foto: Archivo Siglo Nuevo
El término tóxico se utiliza como adjetivo para designar y calificar a todos aquellos elementos o sustancias que resulten nocivos y dañinos para algún tipo de organismo. Pero también existen personas tóxicas, ¿cómo identificarlas?
Diariamente convivimos con personas, algunas de ellas dejan en nosotros una sensación agradable, su presencia resulta sumamente grata y enriquecedora, mientras que otras nos producen una especie de cansancio, mal humor o hasta dolor de cabeza ya que hablan siempre de cosas negativas, no escuchan y no aceptan opiniones ni saben reconocer los logros ajenos, además de que pueden ser hirientes, actuar con agresividad y exaltarse con facilidad cuando no se les da la razón. Este tipo de personas se quejan constantemente de todo, se hacen las víctimas, no hacen nada para avanzar, sólo hablan de sus problemas, son pesimistas, envidiosas y celosas, tienen más presentes las emociones negativas que las positivas y presentan siempre conductas hostiles; para ellos los demás no son más que un simple instrumento al servicio de sus intereses.
El comportamiento agresivo del ser humano y todo género de comportamiento destructivo y sádico se debe a un instinto innato que busca su descarga y espera la ocasión apropiada para manifestarse. Sigmund Freud fue el primer psicólogo moderno que estudió el reino de las pasiones humanas: ambición, odio, codicia, celos, envidia. Antes de él dichas pasiones sólo habían sido expuestas por novelistas y dramaturgos, pero para él constituyeron la materia de estudio de su exploración científica.
HERENCIA TÓXICA
Los padres estampan profundamente en la mente de sus hijos el sello de sus personalidades. Cuando un padre o una madre es tóxico, puede influir directamente en sus hijos e hijas. Algunos expertos mencionan que por desgracia muchos niños están expuestos a lidiar con padres que aunque hacen las cosas con sus mejores intenciones, generan más daños que beneficios en las frágiles mentes en desarrollo de los infantes.
Conflictos ocultos de los padres, preocupaciones secretas, deseos reprimidos, todas estas cosas producen en el niño un estado emocional con signos claramente reconocibles que de forma inconsciente se filtran en su mente a paso lento pero seguro, conduciéndole a las mismas actitudes y, por tanto, a las mismas reacciones hacia el medio ambiente, según explica Carl Gustav Jung en los libros Investigaciones experimentales y Encuentro con la sombra: el poder del lado oscuro de la naturaleza humana.
RELACIONES TÓXICAS
Una relación tóxica es aquélla en la que una o las dos personas experimentan más sufrimiento que dicha y placer al estar juntos.
Cuando una persona tóxica está en una relación aísla al otro de su entorno, se adueña de su autonomía, neutraliza su seguridad, destruye su confianza en sí mismo y termina por cambiarle la personalidad, menosprecia sus logros.
Las personas tóxicas suelen ser arrogantes, controladoras, envidiosas, mentirosas, negativas, avaras, chismosas y tienden a juzgar y autovictimizarse en todo momento, jamás se harán responsables de sus actos, no ven sus errores y siempre encuentran alguien a quien culpar.
La gente se enfrasca en relaciones de pareja tóxicas porque al inicio son gratificantes, llenas de muchas muestras de afecto, salidas y las palabras bonitas propias de la etapa del enamoramiento, pero después de un tiempo empiezan a tornarse un tanto complicadas. A veces las personas se dejan llevar tanto por sus emociones que ni siquiera se dan cuenta cuando alguien está haciéndoles daño intencionadamente.
Los comportamientos que van generando dicho daño hacia la pareja pueden ser los celos y reclamos constantes debido a la manera de vestir, las amistades, la actividad en redes sociales o los hobbies, de tal forma que frecuentemente se desatan peleas e incluso insultos. Todo se convierte en un “estira y afloja” en el que hay llanto, enojo, culpa, desesperación, venganza e incluso malos deseos para la pareja.
Este cóctel emocional da forma y alimenta las relaciones toxicas que agotan y provocan la sensación de falta de energía, de que el pecho se comprime y falta de fuerza para hacer frente a los problemas que se presentan.
Debemos ser conscientes de una pareja debería darnos fuerza para salir adelante, apoyarnos con nuestras metas y sueños, es decir, tener un impacto positivo en nuestro estado de ánimo. Si, por el contrario, nos encentramos cansados después de pasar un rato con nuestra pareja o notamos que de cierta manera evitamos pasar mucho tiempo a su lado, es una clara señal de advertencia a la que tenemos que prestar atención.
Es frustrante y agotador para la mayoría lidiar con este tipo de relaciones. Las personas puede llegar a contaminarse tanto que posteriormente manifiestan las mismas conductas toxicas que su pareja. Hay trastornos mentales que pueden ser tan contagiosos como las infecciones, un celoso patológico puede volver a su pareja tan celosa como él y muchas personas con celotipia, maltratan a sus parejas, los celos son el inicio de la violencia doméstica.
“¿TÓXICO YO?”
También puede darse el caso de que uno mismo sea una persona toxica. No hay que fijarnos sólo en los demás, debemos darnos cuenta del daño que en ocasiones le hacemos a las otras personas quizá descubramos que la persona tóxica en verdad existe y somos nosotros mismos.
Todo lo que el ser humano rechaza pasa a su sombra, que es la suma de todo lo que él no quiere, pero debe ocuparse en forma muy especial de estos aspectos, ya que cuando rechaza en su interior un principio determinado, cada vez que lo encuentre en el mundo exterior desencadenará en él una reacción de angustia y repudio, explicó Carl Gustav Jung.
De hecho, personas que no han tenido nunca una naturaleza dañina, pueden acabar cayendo en uno de estos perfiles, en ambientes que son tóxicos de por sí.
Además hay situaciones en las que nos convertimos en tóxicos para nosotros mismos, por ejemplo cuando tenemos una actitud pesimista ante la vida, dejamos que los demás determinen nuestro valor, reprimimos continuamente nuestras emociones, no nos atrevemos a pedir lo que deseamos, nos quedamos al lado de esa persona que nos está haciendo daño o somos demasiado exigentes con nosotros mismos.
La psicóloga Silvia Olmedo, autora de Detox Emocional, señala que “hay ciertas conductas y señales de las personas que te rodean que pueden hacerte sospechar que puedes ser una persona tóxica para ellos. Señales como que eviten tu compañía o no quieran discutir contigo. Otra señal de sospecha es cuando no te dicen lo que piensan o en todo te dan la razón porque te tienen miedo. Por otra parte, si somos personas inseguras, con una autoestima baja o controladoras, la probabilidad de que creemos relaciones tóxicas es muy alta”.
A pesar de que sabemos que nada es para siempre, nos cuesta mucho trabajo desprendernos de esas personas, lo que a la larga solo nos ocasiona sufrimiento.
No podemos cambiar lo que ya pasó pero sí cambiar aquellas cosas que no van con nuestra esencia, debemos cerrar el pasado y centrase en disfrutar el presente. Descargarse, desintoxicarse, reconstruirse nos puede ayudar a ver que después de una tormenta inicial volverá la calma y nuestra vida mejorará, porque bien dicen que siempre hay que estar rodeados de personas positivas y que nos impulsen a ser mejores. Aceptar cuando una etapa de nuestra vida terminó es uno de los hábitos de higiene mental más importantes que debemos cultivar.
Twitter: @angelmere11