Picado con el Quijote

A veces quiero buscar algo en esa magistral novela que es El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, abro el libro, pongo la vista en el pasaje que busco o en cualquier otro y a partir de allí sigo leyendo y sigo y sigo. Entonces me doy cuenta de que ya estoy picado en su lectura. A veces hasta olvido por qué hurgaba en el libro.

Casi todos entendemos lo que significa estar picado, sobre todo en el contexto de algún juego desde los dados y el billar hasta el baile o un deporte. Aunque, en sentido figurado, se aplica en muchas otras actividades, algunas que se pueden mencionar y otras innombrables. Estar picado es estar apasionado, no poder desprenderse, seguir y seguir en el motivo de la pica.

El vocablo “picado” con esos sentidos nos llegó a La Laguna tras ser usado en España desde ante de los tiempos de Cervantes y don Quijote porque precisamente Miguel de Cervantes ya la usa en sus obras. Por supuesto, se encuentra en la grandiosa novela y por lo menos en uno de los entremeses.

En el entremés La guarda cuidadosa, donde un soldado y un sacristán se disputan el amor de la criada Cristinica, ella escoge al religioso y el soldado entona unas coplas que comienzan: “Siempre escogen las mujeres / aquello que vale menos.” El otro responde: “No me afrentan tus razones / pues has perdido en el juego / que siempre un picado tiene / licencia para ser fiero.”

Otro lugar donde Miguel de Cervantes usa la palabra picado en el sentido de no poder dejar de hacer algo es en el capítulo IV de la primera parte de su máxima obra. Allí don Quijote se enfurece porque unos mercaderes no quieren reconocer que Dulcinea es la más hermosa. Arremete contra ellos. Rocinante se tropieza y cae y tira al suelo al caballero.

Don Quijote no se puede levantar por el peso de su indumentaria y sus armas y entonces un mulero enfadado por las arrogancias del caballero se pone a macerarlo a palos. Y Cervantes narra: “Dábanle voces sus amos que no le diese tanto y que le dejase; pero estaba ya el mozo picado y no quiso dejar el juego […]”

Para aquellos lectores que no entiendan el sentido de la palabra picado en ese contexto, una nota de pie de página en la edición conmemorativa del IV centenario de la primera parte del Quijote dice: “Se utilizan expresiones sacadas de los juegos de naipes: estar picado significa ‘estar metido de lleno en la partida’.”

Nosotros, en la comarca, entenderíamos el uso cervantino de la palabra picado porque se lo daríamos igual en ciertas circunstancias. Yo era un picado para nadar, para jugar básquet, para leer, para amar. Ahora soy pica para leer el Quijote. Tuve amigos que eran picas (picados) para el billar, para los dados, para ir a la zona, para escuchar rock y música gringa.

A propósito de esas expresiones del párrafo anterior, “soy pica”, “eran picas”, menciono una que no aparece, “echar pica”; la menciono porque echar pica significaba jugar un rato básquet, ahora sería fut. Pero la expresión ha sido o viene siendo sustituida entre nosotros por cascarita. Esta palabra la escuché en la ciudad de México en los años cincuenta. Es el poder colonizador de la capital que se impone a través de la televisión.

He querido traer a esta página un tema cervantino porque en este año conmemoramos el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, uno de los mayores autores de la literatura universal, quien escribió en el idioma en que ahora escribo, en el idioma en que ahora me está leyendo alguien, en el idioma que amo.

Si quiere uno reír, si quiere compartir melancolía, si quiere acercarse a la esencia humana, si quiere disfrutar la lengua española, si quiere perderse en la fantasía, si quiere asombrarse con las capacidades de la mente, basta con acercarse a la obra de Miguel de Cervantes Saavedra.

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