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Arturo Macías Pedroza

EL DISCERNIMIENTO EN EL USO DE LOS MEDIOS DE CONSERVACIÓN DE LA VIDA

La gran variedad de medios que afortunadamente el cuidado de la salud está en disponibilidad de usar gracias al desarrollo de la ciencia y la tecnología en el campo médico, pone sin embargo la gran problemática, aunque ya antigua, de la elección de éstos. La dificultad no es solamente porque hay más opciones (¡qué bueno que hubiera más!), sino por la necesidad de un adecuado discernimiento para hacer la mejor decisión posible en medio de un sinfín de factores.

Para salir al encuentro del enfermo sufriente y del trabajador de la salud, de los familiares y de todos los que de alguna forma intervienen en el diagnóstico y tratamiento de un enfermo, es menester de una conciencia que discierna con sabiduría para iluminar las variadas situaciones y ofrecer una positiva ayuda.

La relación médico-paciente debe superar los aspectos comerciales ("te pago para que me cures") o paternalista ("lo que usted diga doctorcito") para convertirse en una relación de alianza en las que ambos se comprometen a trabajar en común para enfrentar la situación de enfermedad. Desde esta perspectiva la conciencia retoma sus raíces de significado. "Cum scire": conocer con, se revela contra un relativismo individualista en el que cada quien tiene su "verdad" y se abre al "scire" (conocer) "cum" (con), es decir, se deja dialogar con las demás circunstancias para no decidir sólo sino en diálogo, comunión, apertura y respeto. Con un amor sincero que busca la verdad en el amor y no sólo lo correcto.

La gran diversidad de factores que intervienen y que requieren un recto discernimiento surgen cuando hay que decidir una u otra terapia o sobre el uso de los siempre limitados recursos: ¿Quién paga? ¿Cuánto hay que gastar?, ¿Quién tiene tiempo para cuidarlo? ¿En qué hospital?…

Limitando nuestra reflexión sólo al profesionista de la salud para palpar más concretamente las situaciones que enfrenta cotidianamente pero que, por más ordinario que parezcan, presentan la necesidad de sabias decisiones. La medicina no es una ciencia exacta sino un arte; se trabaja siempre con incertezas, riesgos prognosis, alternativas, terapias varias. Se busca el bien, no sólo del paciente sino el bien objetivo; día con día requieren un cotidiano discernimiento: ¿Cómo llegar a la diagnosis? es difícil diagnosticar y nunca se está totalmente seguro. La hipótesis sostenida por un cierto número de situaciones empíricas de naturaleza variable, seguida de un procedimiento investigativo que se origina con la interacción médico paciente: la consulta, las certificaciones complementarias con análisis e instrumentos. Saber antecedentes personales y familiares, patologías remotas y próximas, historia de la enfermedad actual, inspección, palpación, auscultación... Éstos son sólo algunos de los muchos factores y variables que comienzan a determinar una elección de los medios. Requiere consenso informado, diálogo, confianza, alianza para un objetivo común. En una óptica probable se tienen síntomas probables en una enfermedad probable. Con mós o menos datos el médico hace la diagnosis. Interviene en este discernimiento la experiencia del médico, las preguntas al paciente, el conocimiento; muchos datos del paciente y del médico se unen.

Para acompañarlos, sin sustituir, sin embargo, la responsabilidad personal y libre de la decisión final, están las ayudas: En forma institucionalizada a nivel médico científico se cuenta con las pruebas de eficacia para decisiones relativas al cuidado de determinados pacientes, que integra la experiencia clínica individual con los mejores conocimientos disponibles. Sin embargo la formulación de estos estudios clínicos son controlados, es necesario el laborioso trabajo de traducir a la realidad, seguramente diversa. Surge además la necesidad de investigar, seguirles las huellas a las mejores pruebas de eficacia disponibles considerando más cosas como el volumen de estudios, cualidades y variables. Existen también las lineas guía, elaboradas por comités multidisciplinares de expertos de las sociedades científicas; no son obligatorias; son parte de un protocolo que requiere razones para no seguirlas, además de interpretarlas críticamente analizando impacto y relevancia clínica. El paciente es muy diverso al del estudio. La medicina basada en la evidencia es casi una utopía pues hay muchas variables: similitudes y diferencias del paciente en relación con el del estudio, beneficios, riesgos, esperanzas, tratamientos factibles, sistema sanitario, edad, sexo, nivel económico, diferencia cultural, otras enfermedades. Además las expectativas dependen también de las preferencias personales del paciente, su estilo de vida, su libertad. Nunca es igual al paciente del estudio. Las limitaciones a causa de la indisponibilidad de pruebas, dificultad de adaptación a cada paciente, grado de experiencia y de nivel del médico, el factor tiempo. Lo ideal sería tener todas las pruebas para todas las enfermedades, pero estas evidencias no dejan de ser ayuda. Las recomendaciones de comportamiento clínico son elaboradas a través de un proceso de revisión sistemática de la literatura y de las opiniones de los expertos con el objetivo de ayudar a los médico y pacientes a decidir el modo existencial, eficaz y apropiado en específicas situaciones clínicas. Sin embargo estas recomendaciones, aunque útiles para decisiones, programación y utilización apropiada de recursos, son tomadas también como instrumento regulador o de control (demandas, compañías aseguradoras). Limitaciones como variabilidad de la práctica clínica, no uniformidad de opiniones, críticas, costos de la asistencia, líneas diversas, algunas antiguas y superadas. En realidad tampoco es fácil aplicar las líneas guía. Indicadoras del mejor comportamiento clínico en determinada situación, vinculan a un comportamiento que aparece como autorizado y necesario que requiere motivaciones adecuadas para no seguirlo. No son legalmente vinculantes, y no deben eliminar la autonomía interpretativa y aplicativa.

Con todo esto queda clara la situación que cotidianamente se encuentra en el ambiente de la medicina. Lo limitado de las ayudas que nos hacen descubrir la no omnipotencia de la medicina, la fatalidad de la muerte, la posible y esperada muerte en determinadas situaciones, el nivel mínimo de seguridad y previsión del tipo de enfermedad, consecuencias, el juicio contextual y personal, recursos y medios disponibles, costo humano. Una elección humana, más allá de la profesión. ¿Condenar una vida a incapacidad? ¿intentar todo para lograrlo no obstante las consecuencias?

Actuar, esperar, decidir, conciencia, sentimientos del paciente, del médico, la relación entre ambos, prognosis, esperanzas, historia personal de médico y del enfermo, beneficios y riesgos de terapias. Una relación médico-paciente dentro de un proceso nada fantasioso.

En medicina no hay nada seguro. Esto no es subjetividad diversa de la objetividad. Es, al contrario, mas objetiva que nunca. Para Ortega y Gacet «vivir» significa intimidad consigo y con las cosas. La vida no es una abstracción. El descubrimiento de la vida como realidad radical humana hace de las decisiones que se tomen sobre ella una acción personalísimas. porque en la decisión de estas cosas fundamentales se está jugando el ser personal; exige que sólo cada persona pueda dar esa decisión que implica fuertemente la vida. Por eso la medicina requiere una sabiduría que no es conocimiento sino calidad de ser persona (ética) y espiritualidad. La ciencia y las normas éticas y bioéticas serán útiles, pero el discernimiento de todos los elementos es única en cada caso como fruto del amor y búsqueda común de la verdad concreta.

piensalepiensale@hotmail.com

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