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PIÉNSALE PIÉNSALE

RECONSTRUIR LA SOCIEDAD

Movidos por la actual situación de violencia, impunidad y corrupción, los tres obispos dentro del estado de Durango (El Salto, Durango y Gómez Palacio), con motivo de las próximas elecciones, invitan a los católicos a dar una respuesta de fe y acción política buscando fortalecer la calidad del discernimiento y la participación en la sociedad. ¿Será suficiente este comunicado conjunto de los obispos (llamada carta pastoral, Elecciones 2016) para romper los dispositivos culturales del poder hegemónico que fragmentan el tejido social en los barrios y entre las instituciones?

Se necesitan acciones concretas, acuerdos y relaciones nuevas. Discernir sobre las posibilidades existentes en nuestras localidades para hacer frente a la fragmentación de la sociedad, ubicando las causas del incremento de la violencia, la pobreza y la delincuencia; se requieren propuestas que atiendan este fenómeno de manera integral, capaces de crear las condiciones para transformar la violencia y el conflicto en posibilidades para el buen convivir.

Pero la creencia en Dios y la disposición religiosa permite encontrar en nosotros mismos y en los demás las claridades para ubicar los dispositivos y las mociones que se manifiesten en los diversos elementos que forman el tejido social: sicioeconómico, familiar, político, jurídico, educativo, cultural y espiritual. Para construir la paz son necesarios proceso personales y comunitarios fruto de una reflexión sobre el compromiso cristiano en el ámbito político.

¿Cómo impulsar procesos de reconstrucción del tejido social? Primero es necesario hacer un esfuerzo para comprender desde la fe, cuáles son los dispositivos culturales del poder hegemónico que conducen a la desintegración del tejido social con sus fatales consecuencias.

¿Cómo la competencia, el consumismo, la explotación, y demás principios del neoliveralismo promueven la división y la distancia entre grupos? Si concibo al otro sólo como un enemigo, un competidor o al menos un socio al que me uno mientras me es útil y mientras me sea útil, es lógico que se rompan las relaciones básicas de una comunidad.

Son también los principios económicos centrados en la ganancia y no en la persona los que promueven el individualismo que nos hace intolerantes. La misma familia concebida en estos términos conduce a la separación y fragmentación. La lucha de todos contra todos se ha contagiado también entre esposos, entre hermanos y entre padres e hijos. El divorcio, los odios entre hermanos, la separación entre generaciones son fruto amargo de estas ideas. Hay también principios en la educación que generan la rivalidad entre alumnos. Incluso ideas falsas de Dios nos hacen mirarnos como separados unos de otros.

El documento conjunto de los obispos habla de la política auténtica y los principios que promuevan habilidades para dialogar y construir acuerdos y advierte de los peligros de una concepción errónea de la política que no construye el tejido social. Proclama las ideas de Dios y prácticas religiosas que favorecen la creatividad, el buen convivir, y promueven el bien común y el cuidado de unos con otros. Dirigida a los electores y a los candidatos, nos recuerda que de la correcta elección de las autoridades, dependerá el bienestar y el progreso para todos los ciudadanos.

Ya que "la fe, tiene una proyección en la vida en todos los campos o dimensiones", exhorta a todos los fieles a "que participen con responsabilidad", no sólo votando sino conociendo las propuestas, la calidad moral, sus programas y cómo los van a lograr, atreviéndose a decir "a fin de que no se quede como muchas veces en puras promesas".

Subraya el riesgo de gastos exorbitantes en campañas y recuerda que la Iglesia promueve el valor de la democracia participativa de la cual la votación es sólo un parte de ella. Construir el bien común y el tejido social es construir "el verdadero progreso, que se cimenta en la Justicia y en la Paz". Declarada apartidista, la Iglesia sólo presenta, con claridad, la Doctrina del Evangelio e invita a los fieles a discernir si los candidatos están en sintonía con la fe y promoverán mejor el bien común.

Reivindica la política como "una de las actividades más nobles en el servicio de los demás". Dice que es "una vocación sublime" que requiere elegir con responsabilidad a nuestros gobernantes. Condena la indiferencia o el abstencionismo. Y afirmar claramente que "renunciar al derecho a voto equivale a entregar el País a los criterios a veces no correctos de unos cuantos, por eso, todo ciudadano tiene obligación moral de votar".

Da una lista de cómo deben ser los candidatos cuando escribe que para ejercer correctamente el voto se requiere entre otras cosas, ver la "capacidad y prestigio moral de cada candidato: su calidad humana, su experiencia en asuntos públicos, su capacidad de liderazgo, su honradez, su vida íntegra familiar y social, el respeto por los derechos humanos, especialmente la vida, desde su concepción hasta la muerte natural. Abrigar la confianza razonable de que los elegidos buscarán el interés de todos los ciudadanos". Y recuerda el reclamo de tener buenos servidores públicos que no busquen favorecer a unos cuantos.

También recuerda esta carta pastoral cómo debe ser el voto: "personal, secreto y consciente y razonado" y define los valores democráticos de la verdad, la justicia, el honor, la transparencia y a los partidos políticos, de los cuales dice que "tienen la tarea de favorecer una amplia participación y el acceso de todos a las responsabilidades públicas".

Termina pidiendo a los legisladores "decisiones más justas", respeto a la dignidad de la persona. Y diciendo a los electores que no deberán votar por quienes favorecen la práctica contraria a la moral o a la doctrina cristiana. Piden los prelados campañas sin proyectos ilusorios y la aceptación de los resultados siempre que sean fruto de un proceso limpio y transparente.

"Un pueblo sin confianza alimenta la indiferencia, el desaliento o la agresividad. No podemos negar nuestra realidad. Si no reconocemos que el mal se está extendiendo hasta las instituciones que deberían erradicarlo… que cada uno ponga lo mejor de sí en la estructuración de un mejor modelo de nación".

Piensalepiensale@hotmail.com

  Por: Arturo Macías Pedroza

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