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Arturo Macías Pedroza

SER PADRE: DAR LA VIDA EN PLENITUD

Dios no halló otra figura mejor para manifestarse a nosotros y decirnos cómo es él, que la de PADRE. Cristo lo revela como "padre bueno" y se relaciona de manera íntima llamándolo "abbá" (papito, papacito). No es pues poca cosa celebrar hoy el Día del padre si el mismísimo Dios quiso ser llamado así.

Es cierto que el Día de la madre tiene mucha importancia, sobre todo en nuestro país. Para los antiguos pobladores de estas tierras el dios originario de todos los demás era el padre-madre; el dios del cerca y del junto, origen de todos los demás dioses. Ometeotl. El acontecimiento guadalupano en 1531 contribuyó a desarrollar esa imagen materna, pero sin olvidar que el centro del mensaje del Tepeyac es Cristo (como buena madre, a María lo que le importa es su hijo).

El cuarto mandamiento habla de darle honor a ambos y no sólo a la mujer: "Honrarás a tu padre y a tu madre", (Ex. 20,12). Por tanto es lógico que este día sea considerado con similar importancia que el Día de la madre, aunque no es necesario celebrarlo exactamente de la misma manera que el 10 de mayo, debido a las diferencias que hay entre ser padre y ser madre. La fiesta del padre quiere resaltar el aspecto afectivo de la paternidad pues había estado descuidado. Algunas mujeres dicen ser padre y madre a la vez; ¿quieren doble regalo? Es cierto que la ausencia del progenitor muchas veces las lleva a hacer verdaderas proezas al realizar actividades propias de los padres de familia; sin embargo no podrá cumplir el rol insustituible que por naturaleza tiene el hombre en la familia.

No existe mejor madre que la Virgen María, madre de Dios y madre nuestra, sin embargo, necesitó un esposo para poder formar a Jesús como un hombre perfecto, y Jesús necesitó también de un padre, san José, para que cumpliera su misión propia dentro de la Sagrada Familia de Nazaret. Se puede ser madre, muy madre, pero ¿padre y madre? No. Cada quien tiene su función específica para formar a una persona y darle la vida humana en plenitud. En algunos es posible encontrar esta imagen paterna sustituyendo al padre biológico (abuelo, tío, hermano mayor, padrino…), pero la falta de un padre no puede ser tomada como algo sin importancia en la formación. Dar la vida en plenitud significa formar a las personas en todas sus dimensiones propias del ser humano y esta función pertenece no sólo a la mamá sino a ambos.

En nuestra querida ciudad de Lerdo, no sólo contamos con el primer monumento a la madre en México (en el parque Victoria) sino también el del Padre (en la plazuela Juárez). Inaugurado en 1997. En Gómez se encuentra también otro monumento al padre en la plaza principal que es el tercero en el país, inaugurado el Día del padre del año 2010. El segundo del país está en la plaza del Carmen de la ciudad de San Luis Potosí inaugurado el 14 de junio de 1908, que son obras del mismo escultor llamado Mario Alberto Cardón. La presencia de estos monumentos no es obra de la casualidad sino el fruto de mucho trabajo durante muchos años de María del Carmen Alicia Tostado Gamboa, (Carmelita Tostado, de feliz memoria) quien, motivó y contagió a escritores, obispos, sacerdotes, maestros, autoridades, comerciantes, medios de comunicación (El Siglo de Torreón y radiodifusoras) y pueblo en general, a celebrar el Día del padre.

La primera celebración oficial del Día del padre en el país fue aquí en La Laguna el 15 de junio del año de 1946. Las gestiones de un grupo entusiasta de damitas encabezadas por "Carmelita", tuvieron no pocas dificultades que supieron superar. Autoridades civiles, eclesiásticas, escolares de toda La Laguna fueron llamadas a colaborar para esta primera celebración, que luego hubo que promoverse año tras año, con no pocas dificultades. Ahora ya arraigada en nuestra región y en todo el país, esta celebración debe ser motivo de orgullo para nosotros, pues con ella manifestamos el aprecio que tenemos a la labor y papel de los padres de familia, animándolos a que sigan su misión no obstante las nuevas dificultades que hoy se presentan, para seguir siendo formadores de personas y parte fundamental en la institución familiar.

El cambio de época, con todas las transformaciones que conlleva, no debe hacernos sentir a la deriva. Hay instituciones que, adecuándose a los nuevos tiempos, siguen siendo garantía de continuidad, de solidez, de verdad. La familia sigue siendo la base de la sociedad y el papel del padre dentro de ella debe ser apreciado. Los ataques actuales contra la institución familiar de parte de quienes deberían defenderla, las dificultades económicas especialmente graves, los daños causados por la violencia, la corrupción, y los disturbios causados por la reforma educativa, repercuten directamente en la familia y exigen a toda la sociedad y especialmente a los padres de familia una defensa heroica.

No se trata de entrar en competencia con la figura materna; en el mundo capitalista, neoliberal y consumista actual basado en la lucha y la competencia, triunfar a costa de lo que sea, ser el primero, subir pisando a los demás, conlleva la necesidad de rechazar la dinámica de relaciones interpersonales que consideran al otro como un TU, que me personaliza y me hace a mí ser YO, y hacer un NOSOTROS. En esta encarnizada contienda, que también ha entrado en la intimidad familiar, el otro no es ya mi hermano, marido, esposa o hijo a quien amar y que me ama, sino el enemigo a quien derrotar, aplastar, dejar abajo. La separación entre esposos, la división entre hermanos, la brecha entre padres e hijos, tiene mucho que ver con esta mentalidad que ha impregnado, contaminado las relaciones familiares. De ahí la importancia hoy más que nunca, de celebrar este día a los papás, para manifestarle al mundo que no estamos de acuerdo con ninguna ideología que intente destruir nuestro ser hijos-padres; rechazamos a los que nos quieren ver en la lucha y competencia permanente; rechazamos a los que niegan que soy importante para alguien, porque les conviene que el hombre se sienta despersonalizado, desesperanzado, deshumanizado, para poder aprovecharse de él más fácilmente, considerándolo simplemente como un número, una cuenta, un consumidor más, un instrumento, un voto, un individuo-aislado en vez de persona-interpersona. Celebrar el Día del padre es reconocer el papel formativo que tiene mi relación intrafamiliar a la que debo valorar y proteger de injerencias ideológicas que hacen del hombre un simple ser-en-continua-lucha. Celebrar el Día del padre es decirle al mundo que la familia sigue siendo la mejor opción personalizadora, en la cual las relaciones nos forman. Decir papá es decir hijo, diverso pero con las misma dignidad: "tú, hijo, me haces crecer como persona-padre". Tú, padre, me haces crecer como persona-hijo. Tu paternidad reafirma mi fraternidad, me hace hijo con otros hijos y le da valor al hermano y a mí mismo.

Felicidades a los papás en este día y también a quienes tienen un padre y lo saben apreciar y valorar; a los que lo tuvieron y construyeron con él la vida de persona; a los que, sin serlo biológicamente, son más padres que muchos; felicidades a los que han descubierto en Dios al Padre Celestial, de quien toda paternidad es participación y personalización.

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