¿DÓNDE ESTAMOS LOS DEMÁS?
Los diversos conflictos que han puesto a México en crisis no se reducen a unos pocos maestros o doctores y el gobierno. En toda la nación, se están sufriendo las consecuencias y a todos nos involucra. Algunos prefieren nadar de muertito esperando que las olas no los ahoguen; incluso, cuando la situación los afecta directamente, prefieren no involucrarse esperando al menos sobrevivir. Enterrar la cabeza en el suelo como el avestruz para no ver los problemas, esperando que se resuelvan por sí solos, es la peor manera de afrontarlos. Pedir un milagro de la Virgencita de Guadalupe sin encender ni una veladora, es renunciar al papel protagónico que cada quien tenemos como personas libres y responsables de construirnos nuestro futuro. Somos ilusos si creemos que otros, nuevos mesías, van a luchar por nuestros intereses en vez de los de ellos cuando nos dicen: "Siéntese a ver la novela o el partido; yo pienso por usted, yo decido por usted, yo le guardo y administro su dinero y le digo qué compre y qué necesita, yo le educo a sus hijos, yo se lo que le conviene…".
Participación es la manera que tenemos los seres humanos libres de realizar una empresa. Los animales no "participan", sólo "suman" esfuerzos. Estrictamente hablando, participar es ser persona humana. Participar es no sólo ser "parte" de una cosa, sino comprometer la libre actuación dentro de un empeño compartido con otros sujetos libres.
Pero la libertad sin justicia social es una conquista vana. No se puede considerar verdaderamente libre a un hombre que tiene hambre, que está en la miseria, que no tiene trabajo, que es humillado porque no sabe como mantener a sus hijos y educarlos. Se requieren muchos esfuerzos para llegar a soluciones concretas, no sólo por el rechazo de los que se están beneficiando de la situación crítica, sino también por la falta de interés de los demás, ya sea porque niegan el problema o creen que está solo en Oaxaca, o son indiferentes, con su conciencia cauterizada de ver tanta corrupción, injusticia y miseria. La pobreza no es fatal y no hay que habituarse a ella.
A los laguneros nos falta interesarnos de las consecuencias de decisiones tomadas desde las cúpulas del poder económico y político, para que no sirvan a intereses de capitales estatales. Los planes regionales (IMPLAN), las agendas ciudadanas (Renacer Lagunero) y los recursos metropolitanos, sin dejar de ser esperanzadores, carecen de la fuerza que les daría una participación mucho mayor de la ciudadanía.
El factor teológico que ofrece el Papa Francisco en su encíclica "Laudato Si' ", es un pensamiento crítico que ofrece una plataforma ideológica para la acción, sobre todo de los sectores excluidos, que se podría aprovechar para identificar los agentes de participación, las causas de la crisis y los programas concretos de acciones transformadoras. Pero a un año de su publicación, aún tiene que ser asumida por una Iglesia que está ahora llamando a implementar acciones concretas, más allá de no tirar basura en la calle y que incluyen una ecología político-social, mental, cultural, educativa, ética y espiritual. Es un reto para la acción social que en nuestra región tendrá que integrar a dos diócesis en programas comunes de participación con perspectiva social como parte de sus planes pastorales.
Los obispos de México en un comunicado de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social el pasado 22 de junio, también mueven a la participación al solidarizarse con las víctimas del conflicto magisterial (haciendo eco de los que dijeron el obispo y presbiterio de Tehuantepec el 19 de junio), diciendo que no es un caso aislado, sino "el resultado de años de carencias y frustraciones sociales que han padecido nuestro pueblos". Y añaden que "hay que sentarse a discutir el proyecto educativo y la reforma correspondiente a la altura de las necesidades de la emergencia educativa que vive nuestro país, no puede ser propuesta de unos cuantos, es indispensable crear alianzas, tejer redes y despertar sinergias entre familia, escuela, educadores, empresarios, gobernantes, medios de comunicación e Iglesias, colocando siempre a la persona humana y su dignidad como el fundamento y destino de toda política y acción educativa". Y refuerza esta invitación a la acción de todos, recordándo lo que decía el Papa en su pasada visita a México (Catedral, 13 de febrero): "La medida alta que México puede alcanzar si aprende a pertenecerse a sí mismo antes que a otro, de ayudar a encontrar soluciones compartidas y sostenibles para sus miserias, de motivar a la entera nación a no contentarse con menos de cuanto se espera del modo mexicano de habitar el mundo". Y termina citando un documento de los mismos obispos: "La esperanza cristiana no es pasividad ni indiferencia, tampoco enajenación y menos huida del mundo, sino una actitud decidida para la transformación de esta historia de iniquidad". (Exh. Past. "Que en Cristo, nuestra paz, México tenga vida digna n. 234). Es pues no sólo una llamada a las autoridades sino a todos, a ponernos a solucionar el problema.
La participación remite a la libertad y ésta se concreta en la participación. Desde esta conjunción entre libertad y participación se llega al núcleo de la dignidad humana. Afirmar la libertad y realizar la participación es proclamar la dignidad de la persona. La vida social es la gran empresa de los seres humanos. Participar en la vida social es ejercitar la libertad. No se limita al poder político, sino que abarca todo el entramado de la vida social. Es integral sin limitarse a élites de individuos y grupos o partidos, sino que es el ejercicio connatural de todo el cuerpo social, en el cual el papel de la fe, la religiosidad y la organización eclesial, es preponderante ante la necesidad de sentidos y de credibilidad. ¿Cómo podemos colaborar para que la paz llegue?