"CAMBIAR EL CORAZÓN, CAMBIAR EL SISTEMA"
Ante el calentamiento global, los ataques terroristas a nivel internacional, y crisis nacionales por la violencia, la corrupción, la pobreza, la educación, la injusticia… descubrimos que estamos inmersos en el torbellino de una situación insostenible en la historia humana, sin embargo pocos proponen un cambio. Las ideologías de antaño proponían una transformación social, un cambio estructural, pero el predominio del liberalismo nos quiere hacer creer que no existe más que un solo sistema basado en el egoísmo, la competencia, el consumismo y la explotación de la tierra y de los demás. Se han olvidado las utopías y y los análisis estructurales y las izquierdas han conformado su lucha por el poder bajo las reglas del mismo sistema imperante.
En este estado de cosas la solución parece poco posible. La propuesta del Papa Francisco de una ecología integral resuena aún como una voz en el desierto, sin embargo no quedan muchas opciones. La fuerza de una Iglesia, especialmente en México, está como un gigante dormido que puede ser capaz de hacerlo desde la organización de un laicado, la motivación de un ideal y la confianza en el poder divino. El cambio necesita dos extremos: el corazón y el sistema económico-social; en ambos la Iglesia tiene la estructura y las motivaciones espirituales para lograrlo.
Pero no llegará solo. Se requiere la decisión de líderes dentro de la Iglesia, entre los cuales algunos se resisten a apoyar la transformación por diversas causas constituyendo un lastre. Por otro lado existen también los que, desde la clara conciencia de la necesidad de transformación, están uniendo fuerzas que no necesariamente tienen el caris de religioso, pero han entendido la necesidad y la conveniencia de una transformación; han descubierto la bondad del proyecto. Personajes, instituciones, asociaciones de todo género que saben de la sinceridad de una Iglesia libre de intereses particulares, aún con defectos, que sólo quiere el bien del hombre, de todo hombre y de todos los hombres.
Otro gran problema es que las instituciones eclesiales han sido también contaminadas por la ideología neoliberal. No son pocos los que no entienden la necesidad de un cambio de sistema. El control que ejercen los medios de comunicación sobre las masas ha sido capaz de hacer creer mentiras como verdades y manipular de diversas maneras, siempre efectivas, las conciencias de muchos. El pensamiento religioso incluso puede ser manipulado por una mentalidad capitalista y algunas tendencias religiosas o pseudo-religiosas buscan reconciliar lo irreconciliable y manipular el poder Divino para someterlo incluso a las leyes del mercado.
Es por eso que la religiosidad debe ser profunda y capaz de vencer la ansiedad que domina el corazón del hombre y lo priva de la tranquilidad y el sosiego, de la auténtica alegría, de la risa, de la paz. La propuesta de un año de la misericordia busca también esta profundización de la relación con la divinidad.
La maldad, en ocasiones se reviste de respetabilidad. Hemos llegado lamentablemente a esos niveles. En la familia, la sociedad y la nación, así como la relación entre los hombres en general, existe una patética demanda de paz, que sin embargo no pone los medios necesarios para conseguirla. No busca la paz suprema que es la ausencia de deseo desmedido, de ira, de codicia y de odio, lo que significaría el triunfo en la eliminación de esas tendencias.
Esperamos una nueva época, pero no vendrá automáticamente. Requiere una transformación de estructuras y de corazones. Tenemos la oportunidad de ser parte de ella y de purificar la religión y darle su valor original de amor verdadero y transformación de estructuras de muerte por estructuras de vida, de vida verdadera, de vida en abundancia.