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PIÉNSALE, PIÉNSALE

Arturo Macías Pedroza

"UN NUEVO HORIZONTE"

El sábado 1 de octubre, la Diócesis de Gómez Palacio celebra el "día de la comunión eclesial". El objetivo no es, como algunos piensan, marchar contra alguna iniciativa de Ley o contra la imposición de la ideología de género. Aunque la temática elegida para este evento sea "por la vida y la familia", su objetivo es poner en marcha el Plan Diocesano de Pastoral, un instrumento surgido desde las bases eclesiales, bajo la metodología de la planeación prospectiva.

Es cierto que en la marcha del pasado día diez la Iglesia católica participó, pero sólo sumándose a una iniciativa mucho más generalizada, que abarcó a los más variados sectores de la sociedad civil y movilizó a más de un millón de personas en más de 110 ciudades de México, incluyendo nuestra Región Lagunera (este movimiento tendrá aún otra marcha el 24 de septiembre en la capital del país).

Habiendo logrado una extraordinaria unificación nacional en pro de un solo objetivo, algunos sin embargo consideraron que la marcha pasada había polarizado a la sociedad, dividiendo a los que están a favor y a los que está en contra de matrimonios entre personas del mismo sexo. En cambio, lo que busca la caminata convocada por el Obispo de la Diócesis de Gómez Palacio, José Fortunato Álvarez Valdez, es unificar las diversas fuerzas dentro de la Iglesia, poniendo en marcha un plan diocesano que, al utilizar los criterios de transversalidad e interlocución, potencializa las acciones de cada actividad, al ser conocida y apoyada por todos.

¿Será posible que la Iglesia pueda iniciar una acción revitalizadora en el seno de las comunidades cristianas? El plan incluye repercusiones e incidencias importantes, pero requiere encontrar en su interior el vigor que necesita para iniciar un verdadero proceso de transformación. El nuevo horizonte marcado por el Papa Francisco, que ha encontrado oposiciones y lastres en otras partes del mundo, tiene en La Laguna, gracias a este plan, la esperanza fundada de lograr verdaderas transformaciones eclesiales, sociales, políticas y económicas. Teniendo como objetivo general el fortalecimiento de la fe y la comunión, busca promover valores universales como la verdad, la vida, la justicia, el amor y la paz.

La caminata por la unidad diocesana, convocada para el primer día de octubre, busca despertar por tanto las conciencias de una Iglesia, que tiene que ser punta de lanza en la transformación de la sociedad y en la solución de las problemáticas que aquejan a nuestra región lagunera. Se empieza esta implementación del Plan Diocesano con el tema de la familia, convencidos de que sigue siendo la institución fundamental de la sociedad y de la Iglesia, donde se viven y aprenden los valores de la fe que humaniza. Es en la familia, Iglesia doméstica, donde se forjan las nuevas generaciones que la región, el país y el mundo necesitan.

Nadie sino nosotros mismos, somos quienes deberemos ponernos en movimiento. No será suficiente la simple aplicación automática de un plan, es necesario discernir la actitud correcta para evitar comportamientos defensivos, que hacen ver a la sociedad moderna como el gran enemigo del cual defenderse desde la fe. La Iglesia no es un contrapoder, no son nuevas cruzadas, con luchas encarnizadas, sino la contribución valiosa de una Iglesia que es "experta en humanidad". No faltarán, sin embargo, los verdaderos enemigos comunes del ser humano, que serán entonces atacados conjuntamente por parte de quienes sinceramente buscan el bien.

Este "caminar juntos" incluye apertura creativa, valiente y profética, que rechaza "conservadurismos". Hará falta también superar la pasividad, dejar el conformismo, la obediencia ciega, el silencio. Si no tomamos responsabilidades, no dejaremos de ser un cero a la izquierda, una masa. Un pueblo que está harto del "status quo", encontrará en esta nueva Iglesia al Cristo vivo, fresco, crítico y renovador. En vez de alejarse de ella, será atractiva incluso para los que, habiéndola dejado, regresan porque ven ahora en ella una opción válida de transformación. Será también el espacio de acción y de esperanza cierta, de los decepcionados que habían seguido otras opciones falsas, limitadas, erróneas y manipuladoras.

La Iglesia quiere buscar caminos nuevos. Liberarse de sus miedos milenarios. ¿Tiene usted miedo de esos cambios? ¿Está cómodo en su sillón? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos que la novedad de Dios ofrece? ¿Osaremos liberar la fuerza de Dios? ¿Recuperaremos el proyecto humanizador de Jesús?

Un plan verdadero requiere también un esfuerzo sostenido, permanente, vigilante, atento, dispuesto a reorientarse en un mundo cambiante, buscando implantar un Reino Eterno y universal. ¿De dónde le vendrá esta fuerza renovadora?, reactualizando la experiencia fundamental de Jesús resucitado, vivo y actuando poderosamente en el mundo.

Este plan diocesano ofrece espacios donde todos podamos escuchar juntos el evangelio y colaborar con pasión en su proyecto. Esto son más que simples planes. Es una experiencia profunda, un encuentro con Jesús y su proyecto humanizador; el proyecto del Reino de Dios, el centro de su vida y de su mensaje. Acoger el plan diocesano es concretizar el Reino de Dios en el mundo y no solo en el corazón. No nos quedemos indiferentes y pasivos, esperando que el Reino lo construya otro. Esta caminata es una llamada a dejar un cristianismo mediocre y sumiso. Es la manifestación de una Iglesia diocesana fuerte, viva, activa y actuante. ¿Será usted parte de ella?

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