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Arturo Macías Pedroza

EVOLUCIÓN, INVOLUCIÓN, REVOLUCIÓN

Veinte de noviembre: un aniversario más de la revolución. Fecha memorable para la nación, que corre el riesgo de ser obnubilada por la inconciencia, la superficialidad, el consumismo ("buen fin"), la ignorancia o la desesperanza. La humanidad ha evolucionado biológicamente y culturalmente, pero su crecimiento no ha sido en franca línea ascendente sino más bien con períodos de retroceso que han debido ser superados para continuar progresando. La nación mexicana ha vivido estos altibajos en varias épocas de su historia. En 1910 como ahora, la revolución es una llamada a retomar el camino del progreso, en respuesta al innegable retraso que como nación estamos viviendo en muchas áreas.

La reflexión histórica nos abre necesariamente al presente y nos interpela hacia el futuro, en tanto que los ideales propuestos por la Revolución se nos presentan hoy con nuevos rostros en situaciones mucho más complejas. Descubriendo los desafíos de nuestro presente, tenemos hoy la oportunidad de responder nuevamente al apelo que la patria hace a sus hijos a construir juntos un futuro. Debemos alcanzar lo que verdaderamente desarrolla a la persona y a la sociedad, fundados en la verdad que nos rescata de subjetivismos y opiniones, para llegar más allá de las determinaciones culturales e históricas y apreciar el real valor de las cosas.

Volver la mirada a los acontecimientos significativos de la historia nos ayuda a comprender nuestra identidad como pueblo, asumir objetivamente el pasado y proyectar hacia nuevos rumbos nuestro porvenir. La gestación y el crecimiento de una nación es un proceso siempre prolongado y nunca totalmente acabado, con luces y sombras. Valorar los logros, asumir los errores, discernirlos y transformarlos en sabiduría y oportunidades es condición de todo ser humano que aspire a la madurez y al progreso; son un apelo a nuestras conciencias a mejorar individual y comunitariamente; llamada que no podemos ignorar.

La "involución" es lo contrario a la evolución; no sólo es inmovilidad o estabilidad sino verdadera marcha atrás, muchas veces confundida con "modernidad". Enmarcada en la línea del tiempo, la involución confunde con progreso el caminar por erradas vías que es necesario desandar para poder mejorar las realidades.

El progreso del ser humano ya no está sujeto a las leyes de una evolución biológica; ahora requiere hombres libres y responsables, amantes de la verdad, porque "la verdad del desarrollo consiste en su totalidad: si no es de todo el hombre y de todos los hombres, no es verdadero desarrollo" (cf. Benedicto XVI, Caritas in Veritate, nn. 16-19), por eso, el desarrollo es la continuación de la humanización, una vez realizada la hominización.

Participar activamente en el ámbito público político y social es importante hoy para hacer nuevamente una revolución que retome los caminos del progreso. Si valoramos las acciones de muchos hombres y mujeres que con sus virtudes, e incluso sus defectos, han participado decididamente en la construcción y desarrollo de nuestra Patria especialmente en los momentos más decisivos de la historia, como lo ha sido la Revolución Mexicana, debemos también ser veraces al reconocer que actualmente muchos no han sabido seguir los caminos de paz y la concordia. Una nación es siempre un proyecto no acabado, mucho menos perfecto, pero la tarea es construir un México justo y solidario. Es una exigencia ineludible optar por la participación; retomar la lucha por una nueva revolución que encuentre sentido y significado a la vida y su realización plena.

La conmemoración de la Revolución Mexicana no puede agotarse en un mero recuerdo de ciertos hechos que han marcado nuestro pasado y han preparado lo que actualmente somos, es también una llamada a renovar nuestra identidad en este clima de "involución". Ponernos dentro de un proyecto al servicio de la nación que permita reproponer lo más valioso de lo que hemos sido para poder darle auténtico progreso como protagonistas de nuestra historia. Estamos orgullosos y agradecidos con nuestro pasado, pero debemos seguir nuestro camino, siempre inconcluso, hacia un auténtico desarrollo. ¡VIVA LA NUEVA REVOLUCIÓN MEXICANA!

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