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PIÉNSALE, PIÉNSALE

ESPERAR EN NAVIDAD

Para el hombre de hoy no tiene cabida la esperanza. Queriendo dominar la vida, la existencia y el cosmos, el hombre se olvida que el mundo y la vida contienen la dimensión trascendente como creación de Dios. Creamos y buscamos nuestras propias seguridades: políticas, económicas, sociales, religiosas, etc., que con frecuencia nos esclavizan, que jamás sacian nuestra hambre y sed de paz, alegría y felicidad.

El presente es el futuro realizado y el futuro es el presente aún no cumplido. Pero por la falta de proyección en el futuro, el hombre no se libera de la inmovilidad, de lo estático, de lo fijo. La esperanza debe ser una dimensión de la persona, implica la interpretación del ser, la lectura de la historia, la valoración de las instituciones, la participación activa en los dinamismos sociales, la toma de postura respecto al actuar en el desarrollo.

Pero la falta de conciencia en el futuro nos impide considerarnos a nosotros mismos como proyecto, como historia, como algo no acabado. Cuando decimos que la esperanza muere al último, no sólo decimos que es lo último que queda, sino también lo que debe estar en la base de todo actuar. Al no saber esperar, al querer lo inmediato, perdemos una dimensión fundamental del ser humano, no podemos vivir en plenitud.

Esperar el acontecimiento de la encarnación del hijo de Dios, el "Dios con nosotros" de la Navidad, requiere el apoyo y apertura confiada y humilde en el Amor compasivo y misericordioso del Padre del cielo. Vivir es esperar, es estar conectados solidariamente en un proyecto que nos pone en acción en el aquí y ahora. A quienes explotan y esclavizan les conviene desesperanzar, quitar la certeza de realización de lo que se desea, para ya no tener el compromiso constante de superar los obstáculos que contrastan con la realidad esperada, cuando no se tiene un puerto a donde llegar, se pierde la fuerza para remar; cuando ya no se pregusta la posesión del bien total, se deja de buscarlo.

Si la Navidad se reduce al deseo de cosas, se pierde el anhelo de la comunión sin límites con las personas amadas. Esperar es más que desear, porque hay alguien que lo hace posible, incluye una relación de confianza en la persona y no se agota en la mera relación a las cosas. Pegado al tiempo, la esperanza rechaza todo inmovilismo. Se opone por tanto al que cree tener ya todo y al que no espera nada; al que está anclado en el pasado y no se inserta en el presente. Si se muere la esperanza, ya no se vive como hombre, se pierde la búsqueda del bien aún no poseído en plenitud, se está derrotado porque ya no hay nada por qué combatir, ya nada es posible. El que espera confía en el triunfo y busca ayuda de otro para derrotar la realidad que obstaculiza el bien amado.

La confianza que mueve la esperanza no es simple sentimiento, es inequívoca certeza que supera el temor. El adviento es esperar a "alguien" y no sólo algo, se apoya en la fidelidad de quien por amor ha prometido no abandonar al que en Él espera. El materialismo que reduce la Navidad a consumir cosas, se desvincula de la fidelidad del amigo. Sólo donde hay amistad hay esperanza, el futuro es temor si se desvincula de esta relación interpersonal. El presente, para quien está encerrado en sí mismo, carece de perspectivas. El que en esta Navidad espera a "alguien", se compromete en la acción y extiende sus manos amistosas. Es por eso que Navidad no puede reducirse a dar o recibir cosas, sino compromiso con las exigencias del amar verdaderamente, de encontrase. Es por eso que quien ama, da esperanzas a quien se siente amado y espera en él; esperar es construir las condiciones para que el amor se desarrolle y la espera se torne presencia. El verdadero compromiso navideño se orienta al crecimiento y al desarrollo total y solidario de la justicia y de la amistad entre los hombres, es marchar juntos a la meta, en una amistad que no falla y que se renueva constantemente.

Que esta Navidad demos espacio a Dios, comprometidos con su obra de salvación y liberación iniciada en Belén.

  Por: Arturo Macías Pedroza

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