En plena era de la ciencia y la tecnología, la ignorancia impone su esclavitud. Es la tiranía de la ignorancia. En medio de una época que rechaza a Dios, que se funda en la engañosa democracia, en la soledad de la autonomía y del individualismo en nombre de una falsa libertad que esconde nuevas esclavitudes, hemos renunciamos a investigar, a ceder, a buscar.
Al decir: "Es mi opinión", estamos implícitamente diciendo: "no me importa lo que tú creas, no quiero perder ante ti porque la vida es una competencia cruel y hay que vencer incluso en las ideas, quiero distinguirme a cualquier costo y ser original, no importa sobre qué base". Las ideas son un instrumento más de combate y en la guerra todo se vale. Las armas son injustas, es más, tienen que ser injustas para vencer a la más débil. No tiene que ser verdad, simplemente tiene que ser fuerte para destruir; sostenerla fuerte aunque no sea verdadero importante es el daño que pueda hacer. En cambio la verdad, que se impone por sí misma, está sin embargo dependiendo de que sea aceptada por quien la busca. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Cerrarse a la verdad es la contradicción del ser humano; es renunciar a su naturaleza misma; rendirse a un sistema de guerra destructiva del hombre, como todas las guerras.
Una manera de manifestarse esta tiranía en México, es quitándole la vida a personas que predican la verdad, como parte de su ministerio o misión. Es por eso que ejercer el sacerdocio y el periodismo conllevan un riesgo mortal en este país, más que en otros. La afirmación del mundo futuro, moderno, no significa desprecio de la verdad, sino todo lo contrario: instaurar la verdad en el mundo. Pero el marcado laicismo que caracteriza nuestro tiempo, rechaza la Verdad de Dios, que es el fundamento de toda verdad y la investigación periodística que busca la verdad actual.
El ethos o manera de comportarse de este tiempo, consiste en querer emanciparse de las concepciones y costumbres heredadas; los sistemas de creencias y valores que nos dieron solidez y seguridad han sido dañados. Está de moda la tendencia a que sea la experiencia personal, lo que domine y oriente al sujeto y así, revivimos una vieja teoría filosófica: el subjetivismo. Todo depende del punto de vista del sujeto. Cada cual ha de obrar según su propia convicción. No se admiten verdades ni principios absolutos, que vayan marcando una pauta en el ser y obrar de la sociedad. Cada persona tiene su verdad y su moral y renuncia a la verdad objetiva. Cuando un investigador, periodista o religioso, se atreve a mostrarla, es repudiado tachándolo de fundamentalista. La luz que irradian los desenmascara y su desaparición es un alivio para ellos. "La verdad no peca pero incomoda".
Hay muchas maneras de silenciar estas voces de los profesionistas de la verdad: amenaza, chantaje, descrédito, difamación, "accidentes", muerte… pero con ello están dañando a toda la sociedad, a la cual se le priva del derecho a la verdad. Por esta razón es necesario la protección de ellos, por parte de toda las instituciones de la sociedad. Todo ser humano es importante para los demás, debido a la solidaridad que es esencial al hombre. Es por eso que el daño a un miembro de la comunidad se convierte en una afrenta para todos los que forman parte de ella, y de la cual son corresponsables. Pero, despreciar de cualquier modo a quienes por su misma profesión son más idóneos para trasmitir recta y útilmente la verdad, es una afrenta directa a la sociedad y un rechazo a Dios.
Los sacerdotes son un regalo de Dios para la humanidad, los profesionistas de la comunicación tienen como función ser juez y guía de la opinión ¿Cómo pueden ambos ejercer su función si falta idoneidad, rectitud, libertad, capacitación y criterio? El derecho a la verdad es esencial para la vida y desarrollo del individuo y de nuestra sociedad; para ejercerla es necesario la libertad y el respeto de sus derechos, salvaguardándolos de la violencia y de cualquier forma de manipulación.
El descubrimiento y análisis de los signos de los tiempos, y presentarla al mundo, tienen en estas profesiones una tarea vital para discernir sabiamente una realidad que es complicada. Pero dada la situación de control y manipulación de los medios de comunicación nacionales e internacionales, se impone también ser críticos para descubrir las intenciones e intereses que se ocultan en informaciones y campañas mercenarias de la mentira. El poder del auditorio va más allá de exigir el esclarecimiento de los asesinatos. "Cambiarle", "apagarle" o dejar de consumir productos chatarras para el cerebro, votar responsablemente, protestar, llamar por teléfono, organizarse, etc., obligará a corregir muchos de los actos violentos que actualmente se están cometiendo. La formación del sentido crítico, el gusto artístico, la conciencia de elegir las mejores opciones para no ser víctimas de la manipulación religiosa, política, social o comercial, será muy útil para formar compromisos personales, que harán atractivas nuevamente estas profesiones de la verdad, y podrán ser semilla de nuevas vocaciones para el sacerdocio y el periodismos.
Por: Arturo Macías Pedroza