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PLAZA LAGUNERA

Los Cachorros y Aispuro

HÉCTOR RAÚL AVENDAÑO

¡Esto no se acaba… hasta que se acaba!, clásico aforismo del béisbol. La esperanza es lo último que muere en el ánimo de los espíritus fuertes, los que transfor man, los que escriben las brillantes páginas de la historia.

Hemos vivido, en los últimos meses y en los días recientes, quienes nos interesamos por el acontecer de la actividad política y del rey de los deportes, momentos de grandes emociones, de altibajos y finalmente de consumación de hazañas.

El desarrollo de las campañas políticas con sus socorridos golpes bajos; sus encuestas a la medida del mejor postor; sus traiciones -en lo individual y en masa- que desnudan a quienes de pronto abandonan su disfraz de redentores de la sociedad y, especialmente, la enjundia de quienes apuestan por el cambio. Por otra parte, el veleidoso comportamiento de cada una de las entradas que estructuran un partido de béisbol; con sus errores humanos (pifias); los muy poderosos picheos de 108 millas; las erróneas decisiones de los managers y su majestad el jonrón, nos reflejan -campañas y béisbol- con meridiana claridad lo que somos y lo que pudiéramos ser.

El equipo de béisbol de Ligas Mayores, Cachorros de Chicago, no conquistaba el gallardete de campeón desde 1908; se había quedado en la antesala al disputar las Series Mundiales de 1918, 29, 32, 35, 38 y 1945, año de la Maldición de la Cabra Billy. José Rosas Aispuro Torres, aspirante a gobernar su estado natal desde 2004 en que se inscribió como precandidato y, posteriormente, en 2010, en que contendió como candidato, no obstante, haber realizado una exitosa campaña en todo el estado, fue víctima de sucias maniobras que impidieron su triunfo. Finalmente, en forma indiscutible y contundente, cristalizó su anhelo en este 2016.

La famosa Maldición de la Cabra se origina en el cuarto juego de la Serie Mundial de 1945, disputado por Cachorros y Tigres de Detroit en el Estadio Wrigley de Chicago. El conocido aficionado Billy Sianis, después de adquirir dos butacas, una para él y la otra para su cabra, se dispuso a presenciar el partido número cuatro. Los Cachorros habían llegado de Detroit con ventaja de 2 a 1. Transcurridas las primeras entradas, los aficionados vecinos, se quejaron del mal olor despedido por la cabra y solicitaron a P.K. Wrigley, dueño del estadio, su desalojo. Se hizo el escándalo. El acompañante de la cabra alegó su derecho mostrando dos boletos pagados. Sin embargo, ambos fueron echados fuera por agentes de la autoridad. Antes de abandonar el recinto de juego, Billy Sianis, vaticinó: "Los Cachorros, nunca volverán a ganar un título". Y …

Las coincidencias no existen, son las causalidades las que rigen el universo. Todo sucede por algo y para algo. Tuvieron que pasar 108 años para que el alma volviera al cuerpo de los fanáticos beisboleros de Chicago ("ciudad hermana" de la metrópoli lagunera durante los dos últimos sexenios, por aquello de la violenta época de Al Capone, en que coincidieron los Moreira Valdez e Ismael Hernández Deras y Herrera Caldera). En el caso del Gobernador Aispuro, tuvieron que transcurrir 54 años, nació el 19 de octubre de 1961 -la mitad del cabalístico 108-, para que lograra su soñada meta, conseguida a fuerza de persistencia, sensibilidad y valor.

Durango, como entidad federativa, había estado gobernado durante 85 años por representantes de una sola institución política. Los Cachorros, habían estado ausentes durante 108 años del privilegio de reinar en el mejor béisbol del mundo.

El hartazgo, derivado de la criminalidad y la corrupción llevadas al extremo (en proporción, la de Durango no es menor a la de Veracruz y Coahuila) unificaron al pueblo de Durango-Capital y al de un gran número de municipios del estado, que se manifestaron plenamente en las urnas el pasado 5 de junio y echaron a patadas, del gobierno, a una dictadura de imberbes pastoreados por gañanes de baja calaña. Por su parte, los aficionados del equipo del osezno también se hartaron de seguir esperando el ansiado día de gloria, y empujaron con presencia, con gritos de ánimo y con cariño a su centenaria novena. Qué paciencia, fe y aguante el de una auténtica afición. Igualmente, los gobernantes requieren para sacar adelante a sus estados, de gobernados con afición, que hagan presencia, que apoyen y exijan solidariamente el cumplimiento de la Ley.

Los juegos de béisbol se ganan llenando las bases y pegando imparables, jits y jonrones; defendiendo a su esquipo, en el cuadro y en los filders, a su pícher, a su manager.

Los gobiernos se perfeccionan con la inclusión de personas aptas y honestas en los cargos públicos, sin recurrir al amiguismo y a los compadrazgos. Y se consolidan mediante la supervisión de un pueblo participativo y vigilante, corresponsable, que no solape ni fomente la corrupción de sus gobernantes.

Estamos inaugurando una nueva era en nuestro estado, un parteaguas en la historia de Durango. Por primera vez en muchos años, el pueblo, harto de soportar la burla de sus gobernantes, sus reiteradas y cínicas promesas incumplidas, sus informes de resultados ajenos a la realidad, y la sospecha, ahora confirmada, del magno endeudamiento del Erario, en alrededor de Quince Mil millones de Pesos, se rebela y muestra las uñas para reclamar castigo a los saqueadores. Hacemos votos porque la gran ola de participación popular en que culminó la pasada jornada electoral, no se desvanezca en las playas de la negligencia y de la pasividad.

José Rosas Aispuro Torres llega al gobierno impulsado por un inédito respaldo popular que rebasó a partidos y grupos políticos tradicionales. Que nadie se adjudique la paternidad de los nuevos tiempos. Es producto del matrimonio del hartazgo social con el carisma y la dinámica de Pepe Aispuro. Su sencillez, su paciencia y persistencia, lo convierten en un genuino ejemplo para la niñez y la juventud de Durango. Así se consiguen las grandes metas, venciendo todos los obstáculos y pegando de jonrón.

En 2016, los Cachorros ahuyentaron la Maldición de la Cabra Billy: se coronan Campeones en la Serie Mundial, y José Aispuro, después de sepultar la Maldición de los Cabritos-Crecidos, quienes le robaron su triunfo hace seis años: se alza como Gobernador de Durango.

Menudo reto enfrentan los duranguenses y su nuevo gobierno: remontar el quebranto financiero aplicando todo el rigor de la ley a los saqueadores y apostando a la unidad y la congruencia, como fórmula mágica contra la nueva maldición que ha asomado la cabeza. ¡Esto no se acaba… hasta que se acaba! Nos encontraremos pronto, D. M. Agur.

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