Hombre destacado. Carlos Herrera destacó en el mundo de la política y en el sector empresarial.
Lagunero, o si lo preferimos, gomezpalatino por adopción, Carlos Herrera, fue siempre un hombre afortunado. Entendiendo por fortuna la consecuencia de una férrea disciplina en todos los órdenes de su vida.
Su quehacer diario iniciaba a las cinco de la mañana y culminaba al anochecer, cuando se recogía en su hogar para descansar y estar listo para las labores del día siguiente. Su alimentación y su régimen medicinal estaban regidos por la misma norma, así como la actividad de sus empleados que actualmente se cuentan por miles.
La carencia de estudios superiores de nuestro coterráneo no fue obstáculo para llevar a primer plano nacional sus empresas particulares, merced a que supo rodearse, en principio, de asesores y directivos de primer nivel, posteriormente se agregaron sus hijos, a quienes con su extraordinario talento natural los encaminó al logro de sus propósitos. Lo mismo aconteció cuando por dos ocasiones fungió como presidente municipal de Gómez Palacio, donde dejó una huella perdurable en el servicio público.
Su vida estuvo marcada por la actividad productiva y por una reiterada ambición hacia el cumplimiento de metas. La constante fue: una vez cumplida una meta, ésta traía de la mano la siguiente y así sucesivamente. Sus periodos vacacionales eran por corto tiempo; su gusto por el trabajo era superior a cualquier otra actividad vital. ¡Un lagunero de la talla de los pioneros que forjaron nuestra comarca!
La primera mitad de la existencia de don Carlos se desarrolló en los negocios particulares. A partir de 1973, en que ingresó al servicio público como presidente del Consejo de Colaboración Municipal de Gómez Palacio, se diversificó hacia el quehacer comunitario. En 1977, al fungir como director ejecutivo de la Promotora del Parque Industrial Lagunero y con el apoyo del Dr. Héctor Mayagoitia Domínguez, se propone echar a andar el territorio vacante que desde principios de la década de los sesentas, el gobernador don Francisco González de la Vega, había destinado para la instalación de empresas industriales y que lamentablemente llegó a denominarse como "el desierto mejor iluminado del mundo".
El Parque Industrial Lagunero, actualmente denominado, de Gómez Palacio en el corto plazo se pobló de industrias líderes a nivel nacional y de mediana importancia que no sólo dotaron de empleo a los gomezpalatinos, sino a los habitantes de los demás municipios laguneros, incluido Torreón. Esa acción por sí misma y las incontables fuentes de trabajo derivadas, aquí y en diversas entidades del país, de sus propias empresas agrícolas, ganaderas y de la industria láctea, emblemática de nuestro municipio, lo blindan ante el juicio de la historia.
"Zamora no se ganó en una hora, ni Roma se fundó luego toda"; en sus inicios el joven Carlos Herrera sudó y se esforzó al incursionar en diversos ramos de la economía: expendedor de carne, introductor de ganado, recolector de leche y después productor de la misma; fabricante de queso, transportista (terrestre y aéreo); ganadero, incluso de animales exóticos y naturales del país, además de aficionado a los caballos de raza; se aventuró en los renglones hotelero y de alimentos elaborados; constructor de vivienda y en general de obra urbanística; comercio de combustibles; publicidad diversa; se proyectó en los medios de comunicación a través de la fundación de periódicos y canales de televisión, y, en qué no se grabó la huella de la marca Chilchota.
Para atender a la amplia gama de sus negocios, don Carlos se apoyaba de una libreta tipo escolar en la que anotaba sus pendientes, las ideas surgidas de su experiencia visual y los nuevos proyectos que iban surgiendo en el diario trajinar. Iniciada la jornada matinal extraía de la bolsa de su camisa la hoja que contenía sus apuntes, la que previamente había desprendido de la susodicha libreta, y comenzaba a dar instrucciones a sus subalternos. La memoria suele fallar, lo escrito permanece.
Lo anterior, pretende ser una sutil semblanza del singular espíritu de trabajo de don Carlos Herrera, ejemplo para sus congéneres, sus hijos y nietos, quienes tienen ante sí un reto formidable, el que podrán afrontar atendiendo a las múltiples enseñanzas y recursos que les lega su incansable ascendiente. Las otras facetas de su vida, que son muchas, variadas y no menos importantes ya han sido abordadas abundantemente con motivo de su partida el pasado día 2 de marzo, a través de todos los medios de comunicación.
Expresamos nuestro sincero deseo para que la gran familia fincada en el matrimonio Herrera Ale fortalezca la tradicional unidad familiar en torno a la estimable señora doña Vilma, sus hijos Juana Leticia, Ernesto y Carlos Manuel, nietos, la señora Ernestina Herrera Araluce, su apreciable hermana y demás familiares, a quienes hacemos partícipes de nuestras sentidas condolencias.
Descanse en paz don Carlos Antonio Herrera Araluce, caballero de la puntualidad, líder de probada raigambre popular, incansable y exitoso emprendedor: ¡Un Auténtico Lagunero!
Nos encontraremos pronto, D. M. Agur.
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