Pobrecito de mí
La capacidad para hacer frente a las emociones y a las situaciones difíciles son un indicador importante de nuestro éxito y nuestra felicidad. Las personas son capaces de transformar los obstáculos en fuentes de crecimiento y oportunidad, es lo que comenta la licenciada en psicología Jessica Ivette Valderrama quien se desarrolla en el Centro de Integración para la salud mental, con quien platicamos sobre el victimismo.
¿Cuál es el patrón que sigue una persona que cae en el victimismo?
Una personalidad victimista consiste en una tendencia psicológica, que puede llegar a desembocar en una conducta patológica como un trastorno paranoide, ya que consiste en una propensión a culpar a otros de los males que padece, refugiándose en la compasión ajena, mediante las quejas y/o la expresión de malestar se transmite en los demás una exigencia oculta.
Son personas que van de mártires por la vida, sin que sus quejas correspondan con la realidad e incluso conlleva una responsabilidad moral.
Esta tendencia se caracteriza por una deformación pesimista de la realidad en la que la persona se regodea en el lamento y queda incapacitado para realizar cualquier tipo de autocrítica.
Lo que nos lleva a que las personas que caen en el victimismo siguen ciertos patrones de conducta como lo son:
• No decir directamente lo que se desea, si no expresarse en forma de queja o sufrimiento.
• Cuando no logra alcanzar sus objetivos se desespera, queja y lamenta de manera excesiva, en vez de hacer algo para lograr su objetivo.
• Buscan protagonismo, con el fin de ser el centro de atención, transmitiendo pena y forzando la compasión de los demás. Al victimista le gusta como una persona que le suceden muchas injusticias y desgracias.
• Cualquier echo negativo que les sucede lo exageran hasta algunas veces llagara a deformar la realidad, ya que de esta manera sobredimensionan lo negativo.
• El victimista cualquier mínima ofensa la exagera para mostrar que están en contra de él.
• Tiene el deseo de sentirse protegido de quienes lo rodean y para mostrarlo se muestra débil y desamparado.
• Llegan a convertirse victimas de sí mismos, haciendo del sufrimiento una forma de vida.
• Buscan dar pena.
• Suelen criticar aquellos que no le dan la razón.
• Se manifiestan de forma abierta con cierta inseguridad, en ocasiones de manera exagerada, con una actitud de “pobre de mí”.
• Sienten que nunca reciben lo mismo a cambio.
• No sabe asumir las críticas, se ofende y se enoja ante ellas y sólo ve mala intención.
• Ante un fracaso suele justificar su actitud y culpar a quien lo rodea de sus propios errores.
• Rechaza cualquier autocritica y no asume ninguna responsabilidad.
• Ante una discusión o crítica, adquiere una actitud defensiva.
¿Por qué una persona cae en este papel?
El victimismo esconde experiencias no superadas. El papel de víctima se basa en culpabilizar a todos con el objeto de obtener atención.
Entonces, ¿por qué una persona cae en el victimismo? debido a la ganancia secundaria que esto trae, como defenderse de una posible situación de malestar, a través del no reconocimiento y proyección externa de determina situación.
Otra de las ganancias secundarias que se pueden tener al ser una víctima, sería la sensación de poder y ser privilegiados, ya que se aprovechan de su rol o su capacidad para imponer conductas y métodos abusivos. De tal manera que se muestran débiles y maltratados para encontrar el apoyo de otros y evitar tener que realizar los esfuerzos que su situación de vida les impone.
¿Qué tipo de personas son las que caen más en el rol de victimismo?
Personas dependientes, vulnerables, personas que en su infancia no fueron valorados, que no fueron escuchados, ser víctima es parte de su estrategia para llamar la atención. También quienes han sido realmente víctimas, de algún tipo de abuso:
-Físico
-Sexual
-Psicológico
-Emocional
El impacto de estas vivencias puede ser tan intenso que repercuta a lo largo de toda la vida.
No importa cuál fue la causa inicial. Al crecer, las experiencias que vivimos, los ejemplos que recibimos, etc., pueden, delimitar, eliminar o fortalecer nuestra actitud ante la vida.
Las personas que pueden llegar a caer en el victimismomismo tienen su origen en patrones hereditarios, educación formal, biología o influencias familiares.
¿Es común que no se den cuenta que tienen ese papel?
Todos en algún momento hemos asumido el rol de víctimas para evadir ciertas responsabilidades, cuando hablamos de un victimismo crónico existen características como deformación de la realidad, donde la persona cree que la culpa de lo que le sucede es de los demás, nunca suya. En realidad el problema es que tienen una visión deformada de la realidad.
Creen que las cosas negativas o positivas que ocurren en su vida no dependen directamente de su voluntad si no de las circunstancias externas. Además sobre dimensionan los aspectos negativos, desarrollando un pesimismo exagerado.
¿Cuáles son los riesgos psicológicos y físicos que puede tener una persona con este rol?
Mantener durante un periodo largo de tiempo este tipo de actitudes podrían acabar desarrollando un trastorno paranoide de la personalidad.
La tendencia de alimentar una serie de malos sentimientos tales como el rencor o la ira pueden generar en un victimismo agresivo en el cual no sólo se culpa a los demás y se lamenta, sino que también se pueden adoptar actitudes agresivas, violentas, intolerantes y despreciativas hacia la integridad física y mental de la persona que se considera culpable.
Esto en la parte psicológica de la persona, en cuanto a la física podríamos hablar de malestares físicos como gastritis, estreñimiento, dolores musculares, problemas digestivos, dolores de cabeza, alteraciones del sueño hasta poder desarrollar enfermedades más graves, esto claro, tendrá un trasfondo psicológico.
¿Qué puede hacer una persona que está en este papel?
Todos hemos actuado como víctima alguna vez. Niños, jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres, pobres, ricos, etc. No hay excepción a esta regla.
Algunas de las cosas que podemos hacer si caemos en este rol serían:
• Aceptar que suele vivir desde una posición de víctima, sin negarlo o evadirlo.
• Decidir vivir desde una nueva posición mental, la responsabilidad de causa, lo que se refiere sumir la responsabilidad de lo que nos sucede.
• Aceptar que reacciona a su interpretación u opinión en ciertas situaciones, eventos o personas. Es decir no es lo que hacen si no lo que se considera que deberían de hacer o no deberían de hacer, lo que llega afectar.
• Descubrir la lista de personas y excusas que tiene para victimizarse.
• No reaccionar de manera impulsiva, analizar las situaciones.
• Pedir a una persona que le refiera si se está victimizando.
• Y la más importante aprender a realizarse una autocrítica constructiva.
¿Cómo se puede ayudar a una persona que está instalada en este papel?
Lo adecuado es no fomentar el papel de víctima de la persona que queremos ayudar, hacerle saber que lo que está pensando y la manera de actuar que tiene no es acorde con la realidad, de esta manera podemos generar conciencia y podrá hacer una introspección.
Otra manera de ayudar a una persona que cae en el victismo seria sugerirle ayuda profesional como acudir con un psicólogo.
¿Se puede abandonar esta conducta?
Claro, la mayor parte de las conductas las realizamos de manera inconsciente, lo que hemos aprendido o como hemos aprendido a ser, con ayuda externa se puede conseguir, ya que por sí solos es muy difícil hacer conciencia de que algo estamos haciendo o nuestra conducta no es la adecuada y llegamos a caer en roles en algunas ocasiones no deseados.
Evita ser la “víctima”
La psicóloga, Jessica Ivette Valderrama, nos da algunas recomendaciones para evitar caer en el victimismo:
1) No culpar a nadie, incluidos nosotros, de cómo nos sentimos. El hecho de culpar nos coloca en una posición de inhabilidad para buscar solución a lo que está ocurriendo.
Lo que podemos hacer es preguntarnos: ¿cómo me gustaría comportarme?, ¿qué me gustaría sentir?, y una vez que tengamos esto claro, ¿cómo podría conseguirlo?
Estas preguntas dirigen la atención hacia uno mismo y hacia la resolución de una situación que no es la deseada.
Cada vez que culpemos a alguien o a nosotros mismos, deberíamos preguntarnos, ¿de qué no nos estamos responsabilizando que nos hace sentir así? En el momento en que sepamos esto, estaremos abriendo la puerta a hacer algo al respecto y, a por lo tanto, a responsabilizarnos de ello.
Otras pistas para saber si hay algo de lo que no nos estamos responsabilizando es cuando estamos enfadados, sentimos envidia, celos, impaciencia, fatiga, etc.
2) Ser conscientes de las conversaciones que hay dentro de nuestra cabeza y del efecto de éstas.
Es importante que sepamos distinguir entre las voces que nos ayudan y las que no, y aprender a gestionar aquellas que nos limitan o nos ponen en el papel de víctima.
¡Nuestros pensamientos crean nuestra realidad!