Aunque ella vistió de rojo republicano y el de azul demócrata, nos parece que Hillary Clinton salió victoriosa del primer debate por la presidencia de los Estados Unidos; supo responder con serenidad y paciencia iracundos embates de su adversario. La estrategia de Trump se vio debilitada por la astucia de Clinton, a pesar de ser una aristócrata política poco empática y simpática frente al electorado.
Al mostrarse rápida, asertiva, contundente y categórica, la señora desbordó la pasión del señor quien acabó por morder el anzuelo. Hillary aguantó las primeras embestidas de Trump para luego torearlo a placer, fijar agenda, tono y ritmo del debate; fue más de lo que se esperaba de ella.
A cambio el aspirante republicano se mostró poco preparado e inseguro en el fallido papel de hombre medianamente educado. Trump no fue Trump y por eso perdió.
El magnate que secuestró al partido del elefante tenía el balón para tirar a gol cuando se habló del tema de la ciberseguridad… y lo echó fuera; desaprovechó el momento para decir que Hillary simplemente no es confiable por haber usado su correo privado para asuntos de Estado; no supo atacar a la rival que lleva 30 en las cumbres políticas tomando decisiones que -según él- han impedido la grandeza de Estados Unidos; no explotó que ella representa un status quo que tiene descontento al 70 % de los norteamericanos quienes piensan que la Unión Americana va en la dirección incorrecta; no mencionó la falta de transparencia en el manejo de los recursos de la fundación de los Clinton; no aprovechó uno de los peores errores de su adversaria cuando se refirió a la mitad de los simpatizantes de Trump como "deplorables"…
Supongo que los votantes duros de Trump quedaron extrañados, decepcionados e insatisfechos. ¿Tanto como para darle la espalda?
La comentocracia y la opinión pública, consultada a botepronto por los sondeos revela que, a pesar de la victoria de Clinton en el debate, la contienda presidencial estadunidense poco ha cambiado, es decir, que sigue muy cerrada.
Los debates serán espectaculares, sirven para reafirmar la intención de voto, sí, pero de muy poco para modificar las preferencias electorales.
En la batalla crucial por la Casa Blanca ambos contendientes mantienen una sólida base de seguidores y aunque según las encuestas hay un 20 por ciento de indecisos, la verdad es que el margen de ambos para aumentar su respectiva feligresía es reducido.
Clinton parece fuerte, tiene las ventajas que dan la experiencia y su imagen de política profesional. En contra carga la incapacidad para motivar a los indecisos. En tal sentido, Trump es un enigma.
EL MONJE ARITMÉTICO
Restan 40 días para las elecciones estadunidenses del 8 de noviembre, y cualquier cosa podría ocurrir...
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