Posadas y pastorelas
Mucho se queja la gente de que el México moderno está perdiendo las tradiciones. Supongo que en algunas cosas sí estamos perdiendo costumbres que son parte de una historia compartida por los mexicanos. Pero lo sorprendente, en realidad, es ver cómo algunas de estas tradiciones se han mantenido a pesar del paso de los siglos.
Las posadas son una muestra de cómo ciertas tradiciones se han podido mantener a pesar de la modernidad. Es verdad que las posadas se han transformado, y en algunos casos se han convertido en simples fiestas, pero en muchos lugares de nuestro país se mantiene la tradición.
Las posadas son un fenómeno particularmente mexicano y centroamericano. Lo que vino de España fueron las misas de aguinaldo, un novenario para preparar a la población para la Natividad. Estas misas fueron acompañadas en México con una recreación de los intentos de María y José por obtener posada en algún lugar cuando viajaban para participar en el censo ordenado por la autoridad romana.
Para que las poblaciones indígenas entendieran mejor lo que se celebraba, las posadas ofrecían una explicación de este peregrinar con una escenificación en los atrios de las iglesias que concluía con una fiesta. Con el paso del tiempo las “posadas” se mudaron de las iglesias a las viviendas, pero sin perder su carácter de explicación de un pasaje de los Evangelios. En algún momento aparecieron las piñatas características de esta fiesta y que hoy se han extendido a otros festejos, como los cumpleaños.
Las pastorelas mexicanas también surgieron en el período colonial y su propósito era fundamentalmente el mismo que las posadas: explicar pasajes de las escrituras. Las pastorelas tradicionales europeas eran composiciones poéticas o musicales que se referían a la vida pastoril en el sur de Francia y en Cataluña. Eran usualmente historias en que una pastorcita resistía los propósitos por seducirla de algún pastor o aristócrata. En la Nueva España la pastorela fue modificada para darle un propósito evangelizador y de instrucción en la fe católica. Los protagonistas eran pastores que se enfrentaban a las tentaciones de los diablos, pero que al final se rendían a la maravilla del nacimiento del niño Dios.
La necesidad didáctica de posadas y pastorelas ya ha desaparecido. La mayoría de los fieles católicos en México tienen ya un conocimiento bastante concreto de los pasajes de la Biblia que tratan del nacimiento de Jesús. Pero las dos formas de expresión se han mantenido.
Es verdad que las posadas muchas veces se utilizan como pretexto para tener fiestas en los días previos a Navidad. Las pastorelas se han convertido en un género teatral que recurre a la burla y en el que personajes políticos impopulares desempeñan los papeles de demonio. Pero hay también esfuerzos significativos por preservar tanto las posadas como las pastorelas tradicionales.
Estas tradiciones surgen fundamentalmente del período colonial, una parte de nuestra historia que se ha querido borrar como si no hubiera tenido importancia. Sin embargo, los 300 años de la Colonia son un período más largo que los 200 años del imperio mexica o los casi 200 del México independiente. Muchas de las tradiciones que marcan nuestro carácter se forjaron en la Nueva España. Poco sentido tiene el deseo de cerrar los ojos a su importancia.
Twitter: @SergioSarmiento