Todos nos enojamos de alguna manera desordenada. La ira debería ser usada para promover acciones constructivas, nunca para provocar una conducta destructiva, sino más bien para crear una situación en la que se pueda sentir paz. Esta es una clasificación de los siete grados de la ira.
PIQUE: Un asunto menor -no tiene grandes consecuencias.
VIOLENCIA: Agresión, intensidad, mordacidad, furia, cólera, locura, odio.
VIRULENCIA: Intensidad, fuerza, mordacidad.
IRRITACIÓN: Arrebato, ardor, furia.
VEJACIÓN: Humillación, opresión, dureza.
INDIGNACIÓN: Irritación, dureza, enfado.
La mayoría de nosotros nos enojamos de alguna manera disfuncional. Cuando te enojas realmente es por dos motivos, ya sea que algo te falta para ser feliz o hay algo que no puedes tolerar en la actualidad. La ira es como un combustible inflamable, es muy potente, pero tiene una tendencia desafortunada: de estallar si no se maneja con cuidado. Es muy tóxica, si no se controla resulta muy dañina. Pero una vez que aprendes a controlarla, la ira tiene un enorme poder de cambiar tu vida a algo mejor.
Una de las desventajas de esconder la ira es que no captas el mensaje de que tu psique está tratando de mandarte. Pueden pasar días, semanas y aún años sin saber la causa o solución.
Sobrellevar la irritación en el trabajo es un ajuste que necesita ser aplicado. La oficina es el lugar para desplegar tacto y discreción, no apertura y franqueza personales. Estas son excelentes, pero inapropiadas en una situación de trabajo donde pueden ocasionar desacuerdos y hostilidad. La mejor manera de tratar la ira es conservando un punto de vista profesional.
El identificar la causa de tu ira puede ser la diferencia entre una vida valerosa que funciona y una cobarde, que no lo hace.
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