EL PASO DE LOS AÑOS
Lo que en un tiempo era el centro de la vida -va decayendo… la persona -su posición -su estilo de vida - han cambiado.
Ya no existe lo que configuró nuestra identidad. Lo que modeló nuestros días y colmó nuestros sueños se ha desvanecido.
Sin previo aviso nos encontramos intentando arreglar un revoltijo en el que se unen el ayer feliz y el mañana incierto.
Y sin embargo, la pérdida, una vez que la asumimos es un regalo valioso. No podemos volver a ser las de antes pero sí podemos -debemos- ser algo nuevo.
Dentro de nosotras tenemos algo que nadie puede arrebatarnos. Tenemos el yo que nos ha traído hasta aquí. Debemos aprender que la pérdida no es más que una invitación a vivir otra vida.
El dolor tiene un lugar en la vida, coloca el pasado en el puesto que le corresponde.
Para la mayoría de las mujeres de cualquier ubicación, su rol está definido de una forma más rígida y goza de menos opciones. Tiene menos recursos tanto económicos como políticos. De hecho hay momentos determinantes en toda vida humana tras los cuales ya no somos los mismos. Hoy en día, la mujer normalmente cumple su misión entre dos medios: uno público y otro privado.
La vida es una red de senderos intransitados porque nos limitamos a recorrer los más cercanos y despejados.
Un aspecto de una pérdida nos lleva a la revisión del pasado. No podemos pasar a una nueva vida hasta que no enfrentemos la pérdida de la anterior. Lo que hemos hecho hasta ahora ha sido un don, aun cuando ya no estemos ahí.
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