ENTRADA.- El partido histórico de México entró nuevamente en crisis a raíz de lo sucedido el 5 de junio, cuando el voto ciudadano le fue adverso. Ahora el tema de actualidad en los mentideros y cafés del país es encontrar las causas que originaron al PRI tan significativa derrota. Y es que no únicamente perdió siete gubernaturas sino además, el voto ciudadano le fue negado en importantes ciudades de México tales como Durango, Pachuca, Zacatecas, Reynosa, Ciudad Madero, Tijuana, Ciudad Juárez, Playa del Carmen, Chetumal, y la misma Ciudad de México, ahora bastión de los morenos, de la Padierna y del hombre de las ligas René Bejarano.
SOPA.- Lo ocurrido el 5 de junio deberá encender las alarmas rojas al partido creado por Plutarco Elías Calles y ponerles las pilas a la dirigencia y militancia a sus tres niveles. Por lo pronto los opinadores ya propalan, urbi et orbi, negras predicciones sobre su futuro.
PLATO FUERTE.- Al margen de cualquier otro juicio o especulación, las causas que llevaron a la derrota del PRI fueron entre otras, su divorcio o alejamiento del presidente Peña Nieto el hombre a quien llevó al poder y la pésima comunicación social de la presidencia.
Habrá que recordar que cuando Peña Nieto logró implantar las reformas estructurales como la fiscal, la laboral, de telecomunicaciones o la educativa, se afectaron muchísimos intereses económicos y también de mafias enquistadas fuera y dentro del poder. Estas fuerzas afectadas en sus intereses con motivo de las reformas se han venido manifestando de diversas formas y por todas partes (CNTE). Sin embargo, el PRI nunca se pronunció para defenderlas. Callado y hermético veía y sigue viendo, cómo se le atiza al presidente.
Si a esto sumamos que en un acto suicida Peña Nieto logró unir a todos los ricos en su contra con la "3por3" y a la Iglesia con los matrimonios gay, temas sobre los cuales tampoco el PRI se pronunció, es un milagro que Peña Nieto aún despache en palacio.
El PRI tampoco hizo declaraciones o manifestaciones en las vías públicas para apoyar la política del presidente, como lo hace cualquier partido en cualquier país del mundo, para defender o apoyar (con razón o sin razón) la política del hombre a quien llevó al poder.
Aquí el PRI dejó solo a su presidente. Es más, tampoco ningún gobernador priista o alcalde de ciudad importante salió a los medios para apoyar las reformas presidenciales. Igual hicieron los funcionarios del PRI o cualquiera de sus sectores, quienes nunca manifestaron pública ni solidariamente con las reformas. Dejaron solo a Peña Nieto y así solitario seguirá hasta el fin de su mandato.
Otro punto en la derrota, fue la irresponsable e inadmisible tolerancia que el PRI demostró frente a los gobernadores corruptos como el de Veracruz, Chihuahua, Quintana Roo o Durango. Cuando todo el país y los medios los señalaban como corruptos y de atracadores del erario público, el PRI y su dirigencia volteó la cara para el otro lado sin atreverse a tocarlos ni con el pétalo de una rosa. De esta manera y por omisión, el PRI se convirtió frente al electorado en un cómplice silencioso de las raterías de los corruptos. Así las cosas, los electores le cobraron la factura en las urnas. Es por ello que por ahora poco o nada importa quiénes dirigirán ese partido, pues nada podrán hacer para salvar al barco que hace aguas.
Lo que sí sería de urgente necesidad y un acto de desesperada sobrevivencia, es que aquel partido haga una profunda revisión de sus estatutos y programas de acción, para poder llegar vivo a 2018 y debidamente refundado.