Primera de 168

Las mejores políticas públicas son sencillas, transparentes, medibles y eficaces. La nueva Norma Oficial Mexicana de Emergencia 167 de la Semarnat para niveles de contaminación de vehículos no cumple con estos requisitos. Por eso resultará un fracaso tan notable como el Hoy no Circula.

La Comisión Ambiental de la Megalópolis ha informado que está considerando 168 medidas para atender el problema de calidad del aire del valle de México. La nueva norma, que abarca 37 hojas, aporta sólo procedimientos de medición y restricción vehicular. Habrá que ver qué incluyen las otras 167 medidas. Por lo pronto parece difícil que la norma resuelva la crisis ambiental.

Si el retiro de más de un millón de vehículos diarios con el Hoy no Circula, o de más de dos millones cada vez que hay contingencia, no ha reducido la contaminación, ¿por qué suponemos que sí lo hará una simple mejora en el sistema de verificación?

Está bien tener un sistema de verificación que utilice las computadoras internas de los automóviles, aunque ya Volkswagen nos enseñó que éstas pueden falsearse. La reducción radical en los límites de emisiones para los distintos hologramas busca sacar de la circulación a cientos de miles o millones de autos más viejos, aquellos que pudieron circular todos los días después del fallo de la Suprema Corte que señaló que las autoridades no podían discriminar a los autos simplemente por su antigüedad. Pero ya vimos que ni el Hoy no Circula ni el Doble Hoy no Circula han reducido la contaminación.

La nueva norma baja los límites para autos particulares en un 80 por ciento mientras que para camiones y vehículos de diésel sólo en 40 por ciento, a pesar de que las emisiones de partículas, que son las realmente peligrosas para la salud, provienen de los motores diésel y no de los autos. Por otra parte, para quienes viven en Puebla, Hidalgo, Morelos o Tlaxcala es injusto tener que ajustarse a restricciones que no se requieren en donde viven.

Tener un mejor sistema de verificación de las emisiones vehiculares y reducir las posibilidades de corrupción en los centros de verificación son medidas positivas, aunque insuficientes. Tendremos que ver cómo funcionan antes de juzgarlas, pero sería mucho más sencillo y eficaz utilizar los precios, el instrumento de regulación por excelencia, para inhibir el uso del automóvil privado. Un impuesto al diésel y a la gasolina será siempre más eficaz, más fácil de aplicar, menos sujeto a corrupción y menos injusto que las prohibiciones que ha favorecido la Comisión Ambiental de la Megalópolis.

Ninguna solución funcionará, sin embargo, si no se amplía y mejora el transporte público. Para millones de personas éste no es opción. Los recursos de un impuesto ecológico pueden apoyar el transporte público, pero es muy importante que éste también tenga un sistema sano de financiación. Regalar el transporte, como hoy hace el gobierno capitalino en RTP, trolebús y tren ligero, condena el sistema a la descapitalización y al deterioro. Vale la pena recordar, sin embargo, que ya se cobra un pequeño impuesto "ecológico" a la gasolina en el valle de México, pero nadie sabe en qué se usa el recurso.

Una buena política pública debe ser sencilla, transparente, medible y eficaz. La primera medida de la nueva estrategia para combatir la contaminación del aire en la megalópolis no parece un buen primer paso. Habrá que ver las 167 que faltan.

Una vez más la medicina es más dañina que la enfermedad. Ayer, para impedir durante unas horas el arribo de manifestantes de la CNTE, la policía capitalina bloqueó un largo rato el acceso a la Ciudad de México por Santa Fe y afectó a miles.

Twitter: @SergioSarmiento