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Que lo último no sea lucha de camarillas

No hagas cosas buenas…

ENRIQUE IRAZOQUI

Antier el gobernador Rubén Moreira Valdez rindió su quinto informe de gobierno ante el pleno del Congreso local. Moreira Valdez se presentó ante los diputados locales en la sede del poder legislativo para cumplir con el formato de informe que las leyes coahuilenses le imponen, que tiene la particularidad de obligar a un intercambio de posiciones entre el titular del poder ejecutivo y las distintas fracciones representadas en el propio Congreso.

Como es de pleno conocido, en el caso de Coahuila el Congreso está compuesto para efectos prácticos en dos fracciones: la bancada del partido del gobierno y todos sus partidos satélites por un lado al servicio del gobierno, y por el otro lado están cuatro diputados del PAN y uno de UDC quienes ejercen la oposición. Lo malo para los segundos es que siendo cinco elementos tienen realmente una participación marginal, ya que son apenas una quinta parte de los 25 legisladores actuales.

El caso es que más allá de las posiciones vertidas dentro de la formalidad del informe, vale la pena hacer un corte de caja de lo que han sido estos cinco años de gobierno.

En primera instancia, recordar que Rubén Moreira recibió el gobierno del gobernador sustituto Jorge Torres, quien culminó el mandato del profesor Humberto Moreira, hermano del actual mandatario.

Las condiciones catastróficas en las que recibió Rubén el gobierno del Estado (de la que él fue parte fundamental), hacían vaticinar que el Estado estaba condenado al abismo. El tema del desfalco de la megadeuda constituida bajo el poder de Humberto y operada a través de su testaferro Torres, y la entrega material de los grupos criminales de Coahuila serían los elementos principales con los que hace cinco años se realizó el traspaso de los poderes.

Hay que reconocer que la historia ha cambiado. Hoy Coahuila vive una situación muy distinta a la de hace un quinquenio. Los índices de inseguridad muestran una disminución de la comisión de delitos de hasta un 80 por ciento, esto ha traído la estabilidad necesaria para que la vida social y económica regrese a las calles.

En el plano de creación de empleos, se han generado en el estado alrededor de 120 mil puestos de trabajo, cifra que supera la cifra inicial planteada que era de 100 mil, con lo que se proyecta cerrar el gobierno de Rubén Moreira con 150 mil.

Además el estado se ha actualizado en muchos campos, el marco jurídico aplicable, incluso en el controversial tema del matrimonio igualitario. Se pudo evitar el colapso financiero aún con la saqueada que se le dio al erario estatal entre 2005 y 2011.

Quien no reconozca que Coahuila ha progresado en los últimos años pecará o de pesimista o detractor sistemático, o de opositor con interés.

Pero así como se ha de reconocer que ha habido avances sustanciales, no se puede dejar de señalar que este gobierno al ser incapaz de aprehender a un solo responsable por el robo que se le cometió a los coahuilenses el sexenio pasado, si bien la ley a nadie señalará como responsable, en los hechos son cómplices de quienes nos han hurtado.

Los detenidos en el estado norteamericano de Texas, acusados de lavado de dinero (de procedencia ilícita) como Javier Villarreal, zar de la finanzas en tiempos de Humberto, o la propia orden de detención del exgobernador Torres, no son más que afrentas a los ciudadanos que miramos como en la práctica el gobierno de Rubén no ha perseguido en realidad a nadie. ¡Qué raro!

También está en la palestra todo el historial de horror que escribió la delincuencia organizada en el estado, siendo la matanza de Allende y la utilización del penal de Piedras Negras como centro de exterminio y desaparición, heridas que sólo poniendo ante la ley a los responsables se puede atenuar el dolor que se causó. En este renglón los resultados son pobres.

La infinidad de desapariciones y los cientos de restos humanos encontrados en el ejido Patrocinio, en el municipio de San Pedro, son otros asuntos que dan cuenta del horror que se vivió antes de que Rubén fuera gobernador, pero que él por mandato de ley, tiene que dar seguimiento.

El último tramo acaba de iniciar esta semana, queda poco menos de un año para que Rubén Moreira deje la gubernatura. Prometió no cejar en su esfuerzo porque la seguridad que él ha restablecido no se deteriore, también que tendrá capacidad para que desde su posición, Coahuila pueda sortear con éxito la incógnita que significa el ascenso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. ¡Qué bueno!

Pero lo que también queremos los ciudadanos de a pie, es que caigan responsables del robo del que fuimos objeto, y que la elección para sucederlo no sea una lucha en la que esté solamente el juego entre la perpetuación del mismo grupo político que ha dominado el estado y ha protegido a varios que devastaron el estado, o el arribo de algunos de los dos laguneros arribistas del principal partido de oposición, convirtiéndose en una lucha de camarillas, siendo los ciudadanos solamente rehenes.

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