"Un segundo pudiera ser la diferencia entre la vida y la muerte". - L.R.R. (31-01-09).
Confieso que soy un ferviente admirador del tiempo, que soy un esclavo de la puntualidad, virtud que hemos heredado de nuestro padre, de nuestros antepasados, ya que puedo presumir que mis hermanos y hermanas gozamos de este privilegio, mismo que ha sido trasmitido, tal vez genéticamente, a los hijos, quienes me ufano de que continua en ellos esta cualidad; que cuando hago una cita de cualquier índole, me gusta estar al menos con diez o quince minutos de anticipación, aun cuando la persona citada, como me ha sucedido en infinidad de ocasiones, "me deje plantado", pues es de mal gusto hacer perder el tiempo de los demás.
"Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto para el tiempo de los demás".
Me gustaba llegar a mi trabajo, como lo hacía mi padre, con algunos minutos de anticipación, y no querer hacer uso de "los cinco minutos de tolerancia", que no comparto con Renato Leduc lo que expresa en uno de los versos de su poema Tiempo: Ignoraba yo aun que el tiempo es oro, y sin embargo, aplaudo la reflexión de un autor anónimo al mencionar que "El Tiempo no es relativo, sino lo más valioso".
Así mismo, soy de la idea que es invaluable, que no hay metal ni piedra preciosa ni millones y millones de cualquier moneda que exista en el planeta que valga más que éste, en segundos, minutos, horas, días y qué decir en años; que seguro estoy que muchos o todos de los ya maduros y seniles multi, multimillonarios que aparecen en la Revista Forbes, se desprenderían gustosos de gran parte o mucho de su fortuna por agregar unos años más a su ya corta y tal vez mal vivida existencia, quizá para darle un giro diferente a la misma.
Que Aristóteles Onnasis, uno de los multimillonarios más famosos que ha existido en la faz del planeta, se hubiera despojado de muchos de sus millones por haber vivido cuando menos un año más a su ya trágica existencia, que esa maravillosa película titulada "Antes de partir" es un llamado a la reflexión para infinidad de personas que se pasan o pasaron muchos años de su existencia en hacer y acumular "billetes", que Jesús Navarro, fundador de Express Navarro del Estado de Sonora, anda errado al mencionar: "Soy fanático del trabajo, ni estando enfermo descanso", que tal vez en el ocaso o al final de su existencia se den cuenta, demasiado tarde, que el dinero es para disfrutarlo, para gastarlo, para compartirlo y no irónicamente invertirlo posteriormente en tratar de recuperar la salud, o como dijera mi buen amigo, Óscar I. Mares Pérez: "Más vale un peso para gastarlo que dos para cuidarlos", o bien: "Prefiero ser amo de un peso y no esclavo de dos".
"Como no tenemos nada más precioso que el tiempo, no hay mayor generosidad que perderlo sin tenerlo en cuenta". - Marcell Jouhandeu.
Seguro estoy que desde mi juventud he pensado que el tiempo es para aprovecharlo al máximo, para obtener de él lo mejor de la vida, para convertir los sueños en realidad, pues hemos comprobado que la juventud es muy corta y la vejez muy, pero muy larga; que la primera, muy efímera por cierto, es para prepararnos, cultivarnos, cuidarnos y no desperdiciarla lastimosamente y llegar a la plenitud de la vida en óptimas condiciones de salud y autosuficiencia, acompañados de una decorosa pensión que nos permita vivir no con lujos, pero si con la tranquilidad de no depender económicamente de nadie, para al final de nuestra existencia exclamar como Amado Nervo: Vida, nada me debes, Vida, estamos paz, y no lamentarnos de no haber sabido vivir el tiempo que el gran Supremo nos conceda.
Que si después en la edad adulta y ahora en la plenitud de mi vida, cada vez estoy más convencido del valor del tiempo, y más en los últimos 11 años, al convertirme en un adicto a las carreras pedestres, valoro aun más a lo que antes no le daba importancia: a las divisiones de una hora, los minutos y las fracciones de éstos, los segundos, pues he vivido indirectamente la satisfacción o frustración de muchos corredores profesionales que por fracción de segundos, por milésimas de segundo, quedan en segundo o tercer lugar o simplemente no calificar porque otro más ágil los desplazó en una carrera en la cual pusieron todo su entusiasmo, toda su energía, todo su coraje, todos sus años de entrenamiento.
Y si bien es cierto que actualmente reconozco mucho más el valor de un minuto, de un segundo, después de leer por enésima ocasión una nota que guardo en el archivo de mi colección de noticias, de lo que para los científicos significa, mientras que la mayoría no lo valoramos, pues es tan fugaz, tan inmediato el valor de un segundo, ya que llego a pensar que un parpadeo pudiera superarlo.
El valor del tiempo
"Ni con millones de monedas de oro se puede recobrar un solo instante de la vida. ¿Qué mayor perdida, entonces, que la del tiempo gastado infractuosamente?".