La acción ciudadana ahora comienza, y se complementa, con las peticiones por Internet en sitios que hacen que tu opinión se escuche.
"A una petición en línea le sigue una acción offline", es la frase con la que la plataforma Change.org sintetiza su objetivo de hacer que las solicitudes que se realizan en medios digitales sean consideradas por los tomadores de decisiones para cambiar y mejorar el mundo real.
Cada vez más, el ciberespacio está ocupando un lugar preponderante en la vida de los jóvenes y adultos que comparten denuncias propias o se solidarizan con las de otros a través de plataformas especializadas como la misma "Change.org", "Avaaz.org" o "350.org", que permiten juntar "firmas digitales" y organizar movilizaciones a favor de una causa específica para transformar el estatus actual de la realidad.
Éstas y otras organizaciones similares surgieron a partir de 2007 y, por lo general, apoyan iniciativas de temas tan diversos como justicia, educación, salud o medio ambiente.
"Buscamos crear un nuevo paradigma de participación ciudadana y de creación de agenda pública alrededor de temas que le interesan, no a ciertos think tanks o a ciertas organizaciones no gubernamentales (ONG's), sino a la población abierta, que simplemente tenga acceso a internet y a una computadora para decir: a mí esto me preocupa", menciona Alberto Herrrera, director de Campañas de Change.org México, una plataforma digital dedicada a gestionar peticiones por Internet con más de 130 millones de usuarios a nivel global.
En México, si bien no hay cifras de cuántas personas son ciberactivistas, la Asociación Mexicana de Internet indica que 51 por ciento de la población accede a la Red, y de ellos el 85 por ciento tiene redes sociales, las cuales representan un medio de divulgación para ciertos tipos de activismo.
Casos de éxito. Cuando Gustavo Huchín Cauich inició su petición en Internet a principios de octubre del 2015 en la cual exigía que la multinacional Monsanto no recibiera el permiso de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) para sembrar soya transgénica en la península de Yucatán, no sabía el impacto que esto iba a generar en redes y en el mundo real.
Al cabo de unas semanas reunió más de 72 mil firmas en Change.org, lo que condujo a que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) diera el veredicto para que Sagarpa cancelara permisos de siembra, hasta nueva consulta.
"En toda la península somos más de 90 mil apicultores [criadores de abeja], con la siembra de soya transgénica hay muchos insecticidas y es un riesgo de que nos saquen del mercado europeo. Nos sirvió de mucho Internet porque gente de otros estados nos apoyaron con la firma", cuenta en entrevista para Tech-Bit, don Gustavo, apicultor originario del municipio de Hopelchén, Campeche.
Así como el caso de Huchín, miles de personas han iniciado alguna demanda o campaña a través de estas plataformas, exponiendo cuál es el problema que quieren resolver y a qué tomadores de decisiones deben dirigirse.
Por su parte, Alberto Herrera, también maestro en periodismo y Derechos Humanos, explica que el saber hacer peticiones tiene que ver con contar a quiénes y cómo afectan los problemas para concientizar a los firmantes:
"Estamos convencidos de que las historias tienen un poder transformador magnífico y que la acumulación de historias permiten evidenciar fenómenos más amplios, sólo a través de ellas se pueden cambiar las cosas, por eso trabajamos mucho con las ONG's".
Agregó que "ellas están acostumbradas a dar posicionamientos, no historias, y la gente está cansada de escuchar posicionamientos".
Plataformas incluyentes. En el caso de Change.org, su estatus como empresa tecnológica de carácter social le ha permitido financiarse, gracias a un esquema de peticiones patrocinadas, que son solicitadas por alguna organización, por ejemplo, Greenpeace y Save the Children en el caso de México, quienes pagan para llevar sus peticiones a más usuarios a través de "pop-ups" (ventanas emergentes) desplegados en el portal y, con autorización de los usuarios, los invitan a convertirse en socios.
En contraste, Avaaz.org, una asociación civil que también reúne peticiones en línea, subsiste con los donativos de sus usuarios y de otros organismos. A esta modalidad se unen la mayoría de plataformas como 350.org, un sitio web dedicado al activismo ecológico, así como Access Now, que impulsa los derechos digitales de los internautas alrededor del mundo.
Las plataformas digitales también son importantes para difundir temas de interés público, como son los temas de seguridad, en ese sentido, MéxicoLeaks, por ejemplo, es un portal que recibe denuncias ciudadanas con documentos probatorios de un acto de corrupción, pero resguardando el anonimato de los informantes.
Para Paola Ricaurte Quijano, profesora investigadora de la Escuela Nacional de Posgrado en Educación, Ciencias Sociales y Humanidades del Tecnológico de Monterrey, la seguridad tiene que considerar la privacidad de datos, pero también la integridad física de los usuarios:
"Hay que ser conscientes de cómo está en la actualidad la infraestructura de los medios digitales y del Estado con los niveles de represión que se sufren, cualquier tipo de incidencia social tiene que pensarse en términos de protección jurídica, se deben tener medidas de seguridad para que no nos identifiquen".
La especialista en temas de ciberpolítica y tecnología educativa apunta que "hay niveles de participación, tenemos personas que firman cartas en estas plataformas, quienes dan "like" a una protesta hasta los que están generando contenido, programando, organizando o pensando en una incidencia política a un nivel macro".
Por su parte, el directivo de Change.org finaliza: "el ciberactivismo no está en contra de salir a las calles, es una labor democrática, uno le está diciendo a la sociedad que levantar la voz vale la pena, que sí se pueden lograr cosas cuando la gente participa, aunque sea sumándose solidariamente a una petición".