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RECETAS PARA LA VIDA

SITUACIONES COMPLICADAS EN EL TRABAJO

BECKY KRINSKY

¿Cómo actúas cuando alguien toma una decisión equivocada y tú no puedes hacer nada?

Es muy frustrante cuando uno se encuentra en situaciones que a pesar de que no puede intervenir, por falta de poder o porque es ajeno a la cuestión en práctica, se tiene la certeza de que la persona que ha tomado la decisión posiblemente se equivocó y no actuó debidamente. Es más, de alguna manera, hasta se pudiera predecir el futuro, ya que seguramente tendrá un final complicado y hasta desagradable.

Para la persona que está observando sin poder opinar cómo se desarrolla el proceso, se torna en un sentir incomodo, desaprovechado y hasta pudiera producir una sensación de impotencia. Intuyendo la posibilidad de que quizá se hubiera podido evitar pudiendo hacer un éxito de lo que posiblemente terminará en un fracaso.

A pesar de que hay decisiones realizadas por otros, cuando éstas afectan directa o indirectamente a la persona que no puede opinar, uno quisiera explicar, prevenir y hasta tomar manos en el asunto. De nada sirve, ya que en muchos casos, ya es tarde o no se cuenta con el control necesario para hacer el cambo "correcto".

Es difícil entender el pensamiento de otras personas, sobre todo cuando se trata de gente con la que se trabaja que tiene una jerarquía mayor o cuenta con más "experiencia". Estas personas pueden tener motivos, intereses y valores contrarios a los de uno. Por lo que las decisiones no siempre tienen lógica a nuestro parecer.

La mente humana es un lugar misterioso, en algunos casos imposible de descifrar. Es difícil juzgar por que toma ciertas decisiones que a ojos de otros son ridículas o completamente irracionales.

Cada persona tiene su propia agenda y sus intereses particulares. Así que lo que para uno represente una toma de decisiones basada en la razón, la lógica y el entendimiento, para otros. La toma de decisiones está dirigida a la motivación, seducción o las promesas falsas y el interés material y las satisfacciones inmediatas o por motivos que finalmente se desconocen.

Cuando uno ingresa a una compañía o cualquier trabajo y puede ser testigo de lo que al parecer personal es una mala decisión, un mal candidato para contratar, un proyecto sin rumbo, etc., es recomendable conocer estos tres puntos.

Uno: Hay que recordar que uno tiene visión parcial de las acciones. Quizás, no se conoce la perspectiva global o los objetivos internos del jefe de la compañía.

Dos: No se debe juzgar. Es mejor buscar lo positivo en todo momento.

Tres: De nada sirve mortificarse por lo que uno no puede cambiar y no tiene control.

Cuando uno trabaja, tiene que ser responsable, eficiente, discreto y no tratar de imponer su opinión. Con prudencia y calma, uno puede llegar a obtener mejores resultados.

La receta

Prudencia, cuando no puedes opinar.

Ingredientes

1 taza de aceptación - reconocer la posición personal y con la jerarquía que se tiene en el momento.

1 manojo de ojo noble - buscar el lado bueno y positivo a las personas y a las situaciones.

2 cucharadas de prudencia - encontrar el momento oportuno para sugerir y saber cuándo callar.

1 lata de objetivos claros - tener presente que se busca y por qué uno está en ese trabajo.

1 pieza de valor - fortaleza para ver sin juzgar y dejar que las cosas se den como debe de ser.

Recomendación del chef:

El que tiene prudencia y paciencia encuentra el momento indicado para poder dar su opinión. Mientras tanto, es de sabios callar. Hay que tener fortaleza para aceptar y respetar las decisiones ajenas.

Como poder ser prudente:

1. Observar y entender la dinámica de las relaciones desde un punto menos involucrado, propicia el crecimiento y fomenta la prudencia. Aprender a escuchar y aceptar opiniones ajenas a la propia manera de pensar fomenta el desarrollo personal, ya que se expande el marco teórico y se reconocen los límites y la responsabilidad propios.

2. Es importante dejar el orgullo a un lado y concentrase en el bienestar propio. Es difícil y en ocasiones incómodo callar a pesar de que uno pueda asegurar que hay mejores decisiones, sin embargo, una imposición o un juicio prematuro, puede dañar la relación.

3. Aceptar que uno no siempre tiene que opinar, es reconocer el lugar y los limites personales. Toda persona tiene la obligación de comportarse como un ser responsable y encontrar compasión, prudencia y sobre todo ser favorable con los otros. Algún día podría encontrarse en la misma situación.

Recuerda, el objetivo de una opinión es ayudar a mejorar y propiciar el bienestar, el reto es aprender a callar y saber cuando es el momento indicado para saber hablar.

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