UNA GRAN SEñORA
La familia Siglera está de luto por el sensible fallecimiento de doña Olga de Juambelz, quien fue muy apreciada y respetada por trabajadores y ex empleados. Conocí a doña Olga en 1988 cuando me desempeñaba como reportero de guardia de "El Siglo de Torreón''. Mi jefe inmediato don Ángel Esparza Ramírez me llevó un día al despacho de don Antonio Irazoqui de Juambelz, en ese entonces subdirector del periódico.
Cuando ingresé al despacho cuál fue mi sorpresa que ahí estaba doña Olga, don Ángel me hizo el favor de presentarme con ella. El motivo por el cual fui llamado era que doña Olga y el Lic. Irazoqui tenían duda sobre la identidad de Gabino Barrera y Gabino Barreda.
Les comenté que no eran el mismo personaje: Gabino Barrera era el personaje del corrido que cantaba el charro zacatecano Antonio Aguilar; y Gabino Barreda fue un médico y filósofo poblano, fundador y director de la Escuela Nacional Preparatoria, e introductor de la corriente positivista en la educación pública mexicana en el Siglo XIX.
A partir de ese momento me gané el aprecio de doña Olga, quien afectuosamente me llamaba "Maestrazo''. En otra ocasión apareció en la vieja Redacción de "El Siglo'' en compañía del escritor Héctor Aguilar Camín y de don Antonio Irazoqui con una fotografía del Gral. Francisco Villa en compañía del general norteamericano John J. Pershing, quien en marzo de 1916 encabezó la famosa "Expedición Punitiva'' que se internó en nuestro país como represalia contra Pancho Villa por haber atacado en 1915 la población de Columbus.
Comenté al distinguido visitante, a doña Olga y a Don Antonio que la fotografía en la que aparecían juntos Villa y Pershing había sido tomada en 1914 en un viaje de "El Centauro del Norte'' a la frontera con Estados Unidos. Doña Olga tenía una gran amistad con notables escritores mexicanos, a quienes recibía amablemente en su oficina.
Una de las personas a quien más admiró doña Olga en su infancia y juventud fue al Ing. Javier Barros Sierra y a su familia, con la cual convivió y aprendió mucha cultura. Comentaba que los Barros Sierra eran dueños de la ironía, sabían manejarla con un fino sentido del humor, sin llegar a lastimar a nadie.
Consideraba doña Olga que Javier Barros Sierra como Rector de la UNAM en los años sesenta luchó por México, y al igual que su abuelo materno don Justo Sierra, "El Maestro de América'', se esforzó por hacer llegar la cultura a las clases sociales más necesitadas.
Doña Olga comentó que fue una afortunada, ya que siempre tuvo amigos y amigas mayores que ella, de quienes aprendió muchas cosas, como la escritora Rosario Castellanos, una mujer que sufrió mucho, quien fue como su segunda madre; Elena Poniatowska le enseñó a querer a los pobres, principalmente a los desposeídos, le enseñó a escribir y a trabajar.
En vida admiró a Elena Poniatowska por su entrega y dedicación a la tarea periodística y literaria. Admiró a "Elenita'', como ella le llamaba cariñosamente, por su entereza de luchadora social y su talento indiscutible, reconocido en todo el mundo.
En la década de los años sesenta el propietario de la cadena de periódicos más importantes de México en ese entonces, mostró interés por adquirir "El Siglo de Torreón''. Don Antonio se sentía cansado y consideraba que era conveniente venderlo, pero doña Olga no compartía la opinión de su padre.
Don Antonio quedó sorprendido por la actitud de su hija y en un tono mesurado le dijo: "Hija estás muy joven para hacerte cargo del periódico''. Doña Olga sin arredrarse respondió con firmeza: "Me he preparado para ello, tengo dos títulos universitarios, los cuales me dan confianza y seguridad para dirigir El Siglo de Torreón''.
Don Antonio insistió en que desconocía el funcionamiento del periódico, pues había que meterse a fondo al departamento de Prensa, que era la parte de producción más importante del diario. Doña Olga se comprometió a interiorizarse del manejo de "El Siglo de Torreón'' y fue de esta manera como convenció a su padre de que no lo vendiera.
De inmediato solicitó la asesoría del entonces prensita Carlos Sánchez, quien con gustó aceptó ayudarla. Por espacio de diez años doña Olga asistió al departamento de Prensa. Había días en que dormía dos o tres horas, pero no cambiaba las horas de dormir por la satisfacción de tomar entre sus manos el primer ejemplar de la edición del día.
Era común verla al día siguiente atendiendo su oficina desde temprana hora. El olor de la tinta, el funcionamiento de la prensa y el ambiente laboral que se vive durante la madrugada en la difícil tarea de imprimir un periódico le encantó. Acompañada por su fiel asistente Hilario Espinoza permanecía la jornada completa de los prensistas, con quienes entabló una gran amistad.
Las experiencias de vida le hicieron comprender que la mujer requiere de espacios académicos, laborales y sociales para su desarrollo personal. Fue así como surgió en 1998 el suplemento catorcenal Nosotros Dos, que posteriormente se transformó en Siglo Nuevo a partir del 16 de octubre de 1999. De igual manera surgió la columna Las Laguneras Opinan, que fue una verdadera tribuna pública femenil, y el suplemento Rostros.
Una de las colaboraciones importantes de "Doña Olga'' fue la columna Por Pasillos del Palacio, firmada con el seudónimo de la "Güera Rodríguez'' para recordar la figura de María Ignacia Rodríguez de Velasco, una de las mujeres más polémicas y controvertidas de la consumación de la Independencia de México.
El 16 de julio de 2006 Siglo Nuevo, publicación catorcenal, se transformó en una revista "hecha y derecha'', en la cual colaboran la mejores plumas nacionales y regionales sin censura alguna, ya que pueden tratar con toda libertad cualquier tema.
Con el paso de los años Doña Olga hizo del periódico que fundó su padre tres empresas en una: El Siglo de Torreón, El Siglo de Durango y CELSA Impresos, cumpliendo así el compromiso que había asumido con Don Antonio. ¡Descanse en paz doña Olga de Juambelz!
¡Hasta el próximo miércoles!
Sergio Luis Rosas
Sluisrosas@hotmail.com
