Hombre de una y mil anécdotas, don Joaquín Zorrilla Moreno fue durante varios años Gerente de los desaparecidos Diablos Blancos de Torreón, sirvió a este equipo desde que estaba en Segunda División hasta su ascenso a Primera División y venta de la franquicia a los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara. Fue también durante 35 años Gerente del Club de Pesca Las Pirañas.
Don Joaquín falleció la madrugada del jueves primero de diciembre en el Sanatorio Español de esta ciudad. Un personaje de la vida de Torreón, no sólo por su participación con los Diablos Blancos y el Club de Pesca Las Pirañas, también por su Pensión 43, ubicada primero en avenida Hidalgo número 43 Poniente, después en el número 87 de la misma avenida, de donde salía el autobús de los Diablos Blancos para sus juegos de visitante.
Un hombre sencillo y amable con su clientela, comerciante de toda la vida. En varias ocasiones lo entrevisté, siempre atento y cordial, los minutos transcurrían fácilmente con su amena charla y amplio conocimiento sobre la vida del equipo Torreón, la construcción de los dos estadios (el Moctezuma y el Mecano) que construyó en la década de los años setenta el empresario lagunero Juan Abusaid Ríos.
Contó que llegó al Torreón a iniciativa de don Ángel Sobrino, quien lo invitó a las reuniones del club en el Hotel Savoy para organizar el trabajo administrativo de las temporadas del equipo en Segunda División. En esa época se incorporó como secretario de la directiva que presidía Juan Abusaid, con quien colaboró durante varios años con gran lealtad.
Don Joaquín falleció a la edad de 83 años, llevándose consigo una serie de recuerdos y vivencias de la bella época en que nuestra ciudad tenía dos equipos en Primera División, el Laguna y el Torreón, entre los que existía una gran rivalidad y el clásico entre ambos era una verdadera Guerra Civil. En el seno familiar había división, porque algunos de sus miembros le iban a la Ola Verde y otros a los Diablos Blancos.
Como gerente organizó el primer juego internacional que hubo en esta ciudad, entre el equipo Jednota Trencin de la desaparecida Checoslovaquia y el Torreón, celebrado el 24 de diciembre de 1967 en el Estadio de la Revolución, en ese entonces casa de los Diablos Blancos, el resultado fue empate a dos goles. La presencia del conjunto checo impactó tanto, que en menos de un mes había en las rancherías de la Comarca varios equipos con ese nombre.
En una ocasión comentó que en compañía de don Ángel Sobrino fue a la ciudad de Monterrey para contratar al medio volante Fernando "La Henra'' Ramírez, quien pertenecía a los Jabatos de Nuevo León y lo consideraban como un refuerzo clave para aspirar al ascenso en la temporada 1968-1969. Fue también pieza clave en la contratación de los tres primeros extranjeros que vinieron a jugar al Torreón, los peruanos Guillermo "El Popi'' Correa, Hugo Lobatón y Julio Villanueva.
En 1971 vino a jugar a un Cuadrangular celebrado en esta ciudad el equipo Independiente de Argentina, capitaneado por Enzo Genoni, con quien don Joaquín se entrevistó en el hotel donde estaban hospedados los visitantes para manifestarle el interés que había por parte de la directiva del Torreón por contar con sus servicios. La contratación de Genoni trajo consigo las contrataciones de Aníbal "El Conejo'' Tarabini, Jorge "El Indio'' Solari, Óscar Rolando Pierucci y Rodolfo Viñetes.
Estuvo de "día y de noche'' al tanto de la construcción del Estadio Moctezuma, después Estadio Corona, estimaba que la construcción del inmueble tuvo un costo de 12 millones de pesos, cuando la paridad de nuestra moneda nacional era de 12.50 pesos frente al dólar, alrededor de un millón de dólares.
Una firma cervecera aportó seis millones de pesos, una empresa refresquera cuatro millones y los dos restantes una compañía vitivinícola de la Comarca, cada una de ellas estableció condiciones publicitarias especiales para favorecer la venta y promoción de sus productos.
Por su parte, la empresa cervecera, principal patrocinador de la construcción, exigió que además de llevar su nombre el estadio, debían celebrarse cuando menos 25 partidos por temporada, entre torneo de Liga, de Copa y juegos internacionales.
Cuando acabaron de construir el estadio se encargó de comprar y de que colocaron 20 mil sacos de arena, de acuerdo a su aforo, cuya capacidad era de 20 mil aficionados, para comprobar la resistencia de su construcción, habiendo sido mojados los sacos para que pesaran, aprobando la prueba satisfactoriamente.
Llevó una gran amistad con el arquitecto Manuel Ortega Barrueta, encargado de la construcción del Estadio Moctezuma, quien construyó también el Nou Camp de León, el Estadio Sergio León Chávez de Irapuato, el Estadio Tamaulipas y el Estadio Cuscatlán de El Salvador.
El Estadio Moctezuma contaba con una oficina de lujo, alfombrada de manera especial y tapizados sus muros de manera elegante, que hacían confortable la estancia, en ella despachaba el ingeniero Eulalio Gutiérrez Treviño, gobernador del estado de Coahuila, cuando visitaba Torreón. Las oficinas fueron decoradas bajo la supervisión de don Joaquín Zorrilla, quien después fue contratado por el arquitecto Manuel Ortega Barrueta para que decorara de igual manera las oficinas del Club León.
Contaba con orgullo que el Estadio Moctezuma fue escenario de un acto político en 1971 en una gira del entonces Presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, habiéndose habilitado una de las bodegas del inmueble, ubicada en el pasillo de entrada a la sección de Plateas, lado derecho, como oficina presidencial, con un escritorio, muebles de lujo y una línea telefónica directa a la Secretaría de Gobernación en la Ciudad de México, para que el Primer Mandatario despachara unas cuantas horas durante su estancia en Torreón.
Después de la venta de la franquicia de los Diablos Blancos del Torreón a los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, don Joaquín fue designado gerente del Club de Pesca Las Pirañas a iniciativa de don Arturo Rodríguez Meléndez, presidente del mismo, cargo que desempeñó don Joaquín durante 35 años.
Fue en vida un hombre honesto y leal, padre ejemplar, abuelo cariñoso, entregado a su familia. Le sobreviven su esposa doña Isabel Álvarez Marrero viuda de Zorrilla, sus hijos Patricia, Joaquín, Gabriela y Manuel Zorrilla Álvarez. ¡Descanse en paz don Joaquín Zorrilla Moreno!
¡Hasta el próximo miércoles!
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