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Redefinir el éxito

Una de las cosas que más nos gusta a los seres humanos es ganar

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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Ángel Meré Juárez

Cuando ganamos nuestra bioquímica cambia y los sistemas de recompensa se activan en nuestro cerebro, ganar hace que nos preparemos para volver a ganar por eso podemos decir que el éxito llama al éxito y si hemos ganado una vez querremos hacerlo de nuevo.

En nuestro ambiente laboral o en las actividades cotidianas que realizamos a diario podemos distinguir que algunas personas creen que siempre van a ganar, están convencidas de que son ganadores y competitivas, otras, en cambio, son tímidas y no se ven para nada como ganadores, no lo sienten.

Las personas que no alcanzan el éxito tienen un rasgo característico común, conocen todas las razones que explican el fracaso, y disponen de lo que consideran que son toda clase de justificaciones para explicar su propia falta de logros, explica Napoleon Hill autor del libro Las leyes del éxito.

Existen actitudes limitantes que se convierten en obstáculos del éxito entre hombres y mujeres, como la intolerancia, avaricia, celos, codicia, desconfianza, venganza, egoísmo, vanidad y el hábito de gastar más de lo que ganan. Dichas actitudes son creencias en ocasiones inculcadas durante la infancia o incluso desarrolladas posteriormente en base a determinadas experiencias.

Desde niños fuimos programados para pensar que el exitoso era quien traía el carro más nuevo, quien se graduaba de la mejor universidad y conseguía trabajo en una multinacional, quien lograba hacerse rico a como diera lugar, incluso corrompiendo. Si los modelos de identidad que tuvimos cercanos apuntaban a admirar al rico, al poderoso, al de la empresa grande y al que aplastaba a sus competidores, sin duda, como aprendizaje automático, crecimos con esos deseos, mismos que también representaban el “camino” para ser admirado. En contraste, somos capaces de entrar en depresión si no alcanzamos los indicadores de éxito que otros han definido en automático.

“Hemos sido irresponsables con el uso cotidiano del concepto éxito”, menciona Ricardo Perret autor de El gen exitoso.

Muchos hablan de éxito o de ser exitosos, pero pocos pueden describir qué es el éxito realmente y cuáles son los hábitos de la gente exitosa.

El éxito tiene muchas caras. Por ejemplo, para un atleta olímpico significa ganar la mayor cantidad de competencias en las que participa y que estas se vean reflejadas en medallas de oro, para un futbolista es ser galardonado con un balón de oro, para un estudiante es graduarse de licenciatura. En sí, el éxito es tan diverso dependiendo de las creencias personales y culturales. Sin embargo sea cual sea la elección, la sensación de ganar nos gusta, nos hace sentir valiosos e importantes y nos da la ventaja de prepararnos para volver a conseguir resultados favorables.

Según el psicólogo estadounidense Ian Robertson, ganar es como una mini dosis de cocaína. Es como tomar una droga. Nos sentimos bien y repetimos aquello que nos hace sentir bien, logra adueñarse del circuito de recompensa, o sea del grupo de neuronas que se encuentran dentro del cerebro y que producen dopamina. Se asocia el incremento de la acción de la dopamina a sentirse bien, sentirse a gusto, sentirse recompensado de distintas formas. Por eso el éxito, una vez que se obtiene, causa una sensación tan placentera y nos estamos preparando para la próxima vez.

ÉXITO PERSONAL Y ÉXITO PROFESIONAL

Hemos sido programados inconscientemente desde niños alrededor del éxito y cómo y podemos ser un poco más exitosos tanto en lo personal como en lo profesional.

Muchas veces al ver personas exitosas no se conoce lo que hay detrás de su éxito, los obstáculos y fracasos que superó, por tal motivo es importante desarrollar ciertas habilidades que encaminen a la persona al crecimiento personal, fijar metas, y conseguir objetivos.

HORA DE REDEFINIR EL EXITO

El psicólogo positivista Shawn Achor basa su teoría en que hay que cambiar la formula del éxito: se insiste en trabajar duro para alcanzar el éxito cuando principalmente tenemos que preocuparnos en ser felices para alcanzar el éxito. El 75 por ciento del éxito se puede predecir por los niveles de optimismo, por el apoyo social y por percibir la presión como reto en vez de amenza, así como la capacidad de recuperarse a la adversidad. Se requiere ser feliz para tener éxito en el trabajo, estas son buenas y malas noticias.

En mediciones internacionales se calcula que el 45 por ciento de las personas no son felices en el trabajo.

El verdadero éxito anima y apoya el espíritu; no tiene nada que ver con logros aislados, sino que más bien se relacionan con la realización plena como personas y con un estilo de vida que no sólo beneficia al individuo, sino además a todas las personas a su alrededor. Las vidas de las personas exitosas están empoderadas por el contexto de sus logros. El éxito viene como la consecuencia automática de la alineación de la vida de uno con los patrones de alta energía, comenta David R. Hawkins en El poder y la fuerza.

Los fracasos no son una humillación sino la prueba de que nos estamos esforzando por ampliar nuestros limites actuales, fracasar puede ser una estrategia para fortalecer y mejorar, si no hay fracaso no hay mejoría.

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