Redes sociales: el afán de registrarlo todo
El uso de dispositivos móviles como los teléfonos inteligentes, el acceso a internet y las redes sociales se han combinado para poner en manos de los ciudadanos una poderosísima arma de denuncia contra el abuso y la impunidad.
La madrugada del 21 de agosto de 2011, "Las Ladies de Polanco" inauguraron la Época de Oro del balconeo en redes sociales, que acumula ya decenas de episodios identificados con las etiquetas #Lady, #Lord y #Gentleman.
De la mirada pública, hoy nadie se salva. La expansión de los teléfonos inteligentes (smartphones), el acceso móvil a internet y el uso de redes sociales ha convertido a cada usuario en un ojo vigilante que observa, capta y difunde imágenes. Pero no sólo para denunciar abusos. El reciente episodio de la modelo de Playboy Dani Mathers, quien tomó la foto de una mujer de 70 años desnuda en el vestidor de un gimnasio en Los Ángeles para difundirla con burlas en su cuenta de Snapchat, evidencia que cualquiera, sin saberlo, puede ser la siguiente presa expuesta ante el público de las gradas digitales, ansioso de ofrecer un like y difundir.
Este y otros casos abren el debate sobre los límites del espacio público y privado, el derecho a la propia imagen, la intimidad y la privacidad, así como el derecho al olvido en internet, que en Europa ya está regulado y en México apenas emerge en el debate.
"El caso de México es muy preocupante porque no tenemos una discusión sobre el futuro del internet que queremos en este país", dice María Elena Meneses, profesora investigadora del Tecnológico de Monterrey, y autora de libros como Ciberutopías. Democracia, redes sociales, movimientos-red(Porrúa-ITESM, 2015).
La discusión no es fácil porque tiene aristas que podrían significar el sacrificio de libertades en la red, en beneficio de autoridades y empresas, advierte Gisela Pérez de Acha, abogada experta en temas de internet y encargada de políticas públicas para América Latina de la organización civil Derechos Digitales.
EL VICIO DE LAS REDES
Las redes sociales son la debilidad de los usuarios de internet en México. De acuerdo con el reporte anual de la consultora ComScore, 98 de cada 100 mexicanos conectados a la red tienen perfil en al menos una red social.
Como 77% de los usuarios de internet vive conectado a través de su Smartphone --de acuerdo con el estudio Hábitos de los usuarios de internet en México 2016, de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI)- el acceso a sus redes sociales ocurre prácticamente durante todo el día.
Estos datos colocan a México a la cabeza de América Latina en el uso intensivo de redes sociales, que utilizan sobre todo para saber qué hacen sus familiares y amigos, informarse de sucesos públicos y políticos, ver y compartir videos, chistes o memes, hacer denuncias ciudadanas, criticar el trabajo de las autoridades, y enterarse de rumores y chismes, según la encuesta "¿Qué tan conectado está México?", elaborada por el Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) en 2015.
En este uso intensivo de redes sociales los contenidos favoritos para compartir y consumir son la música, los videos, las fotos, los memes, las bromas y los chistes, sobre todo a través de Facebook (81%) y YouTube (55%), de acuerdo con el "Estudio de consumo de medios y dispositivos entre internautas mexicanos 2016", que cada año elaboran la asociación de empresas de publicidad IAB México, la consultora Millward Brown y Televisa.com.
Estas tendencias evidencian "un afán de registrarlo todo", dice Gisela Pérez de Acha, que ha diluido las categorías tradicionales de lo público y lo privado. Su distinción ahora obliga a hablar del funcionamiento y la evolución misma de internet, asegura la especialista.
"Dónde empieza lo público y dónde lo privado cuando se trata de funcionarios públicos o ciudadanos, o cuando los ciudadanos toman fotos o video para denunciar un acto de abuso, alguna injusticia, por ejemplo. Es un tema muy complejo y creo que tenemos que empezar a salir de las categorías tradicionales de lo privado y lo público para ver caso por caso", dice.
Para la investigadora María Elena Meses, es precisamente la privacidad el derecho fundamental que está resultando más vulnerado con la revolución digital.
"La libertad de expresión, el derecho a la información y una serie de derechos civiles y políticos están sufriendo una reconfiguración en tiempos digitales. Pero me parece que el más afectado es la privacidad, por la ubicuidad de los dispositivos que ya podemos tenerlos metidos hasta en el cuerpo", dice.
Meneses explica el doble sentido de esta "embriaguez" que promueven los dispositivos digitales y las plataformas digitales. Por un lado, dice, "estamos asistiendo a una sociedad más de corte transparente, en la que si yo me estaciono mal tengo de pronto a un señor que me puede grabar, exhibir y condenar por medio de las redes sociales".
Pero por el otro lado está la vulnerabilidad de la privacidad, que no puede entenderse de la misma manera para los ciudadanos que para los funcionarios públicos, advierte.
Este es un punto de coincidencia entre Meneses y Pérez de Acha, pues las dos advierten que la privacidad no puede ser igual para funcionarios públicos que ciudadanos ni pueden reclamar el mismo trato en internet.
"Tenemos que ver cómo proteger los derechos de la gente sobre su propia imagen, sobre su identidad en internet, sin que ello implique mecanismos de censura y teniendo muy en cuenta que cualquier instrumento legal pueden ser utilizado con abuso por servidores públicos", dice Gisela Pérez de Acha.
El reto entonces, dice, es encontrar el balance para no caer en la tentación de aceptar regulaciones a internet.
Meneses coincide, pues advierte que regular internet implica riesgos para la transparencia, los derechos digitales y el acceso a la información.
"Quienes nos oponemos a las regulaciones en internet consideramos que el combate a conductas ilícitas debe aplicarse en el mundo físico y que ya hay leyes para ello, como en el caso de los ciberdelitos y el bullying", dice.
Enrique Dans, académico español y especialista en temas digitales, lo explica así: "Legislar específicamente para la red es absurdo, inútil, y demuestra una vocación por el control que nos pone peligrosamente a la altura de países de muy dudosa calidad democrática".
Meneses aclara que el debate es tan intenso en ese sentido que todavía no hay nada ganado. "La reglamentación de internet es un problema irresuelto porque hay voces que claman por que se metan con el medio. Es un debate inacabado e inacabable", dice.
Mientras tanto, no hay que olvidar que afuera siempre habrá alguien con un teléfono celular listo para grabar.