En un rato de descanso, entre clases, conversando con amigos, llegamos al tema de la reencarnación. ¿Usted que piensa?
El cristianismo lo niega radicalmente, inclusive sanciona a quienes tienen ese tipo de creencias; hay otras religiones, de diferentes culturas, que la aceptan y hasta la veneran, caso de la India o el Medio Oriente, donde los habitantes tienen una forma de vivir muy distinta a la occidental.
No deje fuera lo definido por la ciencia del siglo XXI, que en el campo de la neurofisiología ha estado avanzando a pasos agigantados. Recuerde el "Diálogo" anterior.
Ante ello, me propuse investigar un poco más sobre el tema; ni duda cabe, es apasionante y nos puede reconfortar, entretener, hasta aclararnos dudas y temores.
Se trata del principio que explica algunos de nuestros miedos, sentidos a partir de lo que desconocemos, la muerte entre ellos, recientemente conmemorada.
Así descubrí a Carol Bowman, escritora, terapeuta norteamericana, que ha dedicado su vida al estudio de la reencarnación y que ha escrito un libro llamado "Regreso del cielo" que reúne casos estudiados de niños que tienen recuerdos de otras vidas.
Ella afirma que de las vidas pasadas nos quedan rasgos de personalidad, usos, costumbres y hasta temores; refiere el caso de sus hijos -una niña y un niño- quienes han sido capaces de relatar sus otras existencias, dando información que a su parecer no pudo ser obtenida por ellos mismos en su vida actual.
Va más allá y asegura que utilizando la hipnosis para lograr regresiones, ayuda a investigar y curar enfermedades en la vida actual. ¿Le cree?
Debo escribirle sobre el maravilloso sistema nervioso central, que posee una masa cerebral que aún nos reserva muchos secretos, sabiendo que es capaz de construir no sólo vidas, sino historias completas de la humanidad.
En la base del cerebro, antes de penetrar en la masa encefálica propiamente dicha, poseemos un tallo cerebral que contiene lo que los neurólogos llaman Sistema Reticular Ascendente.
Como su nombre lo indica, está formado por una red de células nerviosas y de sostén que son capaces de filtrar información, organizándola como importante o menos necesaria. Así, si está platicando con un amigo y a la vez escucha el ruido las turbinas de un avión, seguramente no se distraerá, a menos que ese sonido le llame la atención por ser anormal; eso no quiere decir que no escuchó, simplemente no atendió, pero le quedó registrado como un suceso en su día.
Le comento lo anterior, porque explica el otro punto de vista: la posibilidad de que hayamos conocido, por cualquier medio, la información que decimos recordar considerándola como de vidas pasadas.
Otro curioso del fenómeno es Ian Stevenson, químico canadiense, médico psiquiatra que se ha apasionado con los fenómenos paranormales y que ha escrito diferentes libros, entre ellos: "Veinte casos de reencarnación"; él, se ha transformado en un defensor de la posibilidad de la "vida después de la vida", nombre de un libro dedicado a los momentos de la muerte, escrito por Raymond Moody, otro psiquiatra interesado en el tema.
Stevenson habla de signos de reencarnación que podemos encontrar en niños quienes recuerdan sus otras vidas; entre ellos: el tono de la voz, segura y afirmativa de aquello que narran como vivido en el pasado; capacidad de dar información personal, familiar e histórica que por su edad es difícil de recolectar por sí mismos; relatos que tienen consistencia en el tiempo y justifican algunas de las enfermedades padecidas en el presente, por lesiones recibidas en otra vida. ¿No le parece fascinante?
El estudio de los procesos mentales nos enseña que, al llevar al consciente los traumas guardados en el subconsciente -caso de las fobias, por ejemplo- nos llevan a la curación o al menos una mejoría evidente.
Por otra parte, es muy reconfortante aclarar las dudas que tenemos y que nos generan miedo, así que también hay evidencias de los porqués creemos lo que creemos.
Curiosamente, sabemos que niños menores a los cinco años no llegan a tener una conceptualización clara de lo que significa morir, así que difícilmente podrían comprender lo que es reencarnar.
Reencarnar es una realidad biológica: cada padre o madre de familia transmiten a sus hijos su muy particular y exclusivo material genético, identificándolos con ellos mismos, casi "duplicándose"; cosa aparte son los aprendizajes familiares y culturales, como caminar igual a nuestros mayores, hacer muecas similares o tener principios de moral coincidentes.
Por ese sistema reticular cerebral, es posible que recibamos información que no hayamos registrado de entrada, recibida través de libros, pláticas, medios de comunicación masiva, etc. Eso contrapone la idea de reencarnar y tener una segunda o más oportunidades de vivir, aunque no deja de ser excitante conocer de nuestras vidas pasadas sean imaginarias o reales. ¿Usted qué recuerda?
ydarwich@ual.mx