Recientemente los regidores del Cabildo de Torreón nos convocaron a un evento en el que se analizaría su proyecto de Reglamento de Participación Ciudadana, convocatoria que tiene doble mérito: por un lado, por la iniciativa que toman de elaborar una propuesta que regule la forma en que los ciudadanos podemos involucrarnos en los asuntos públicos del municipio y, por el otro, porque someten a consulta dicha propuesta. Vale la pena comentarla antes de que la aprueben.
En ella destacan como principios de la participación ciudadana la paridad de género, la pluralidad, la tolerancia y el respeto a las diferencias, sujetando a las entidades de la sociedad civil a los principios democráticos en el desarrollo de su vida interna, la rendición de cuentas a sus miembros, la renovación periódica de sus órganos directivos y de representación y el cumplimiento de requisitos para ser inscritos en el Registro Municipal de Entidades Ciudadanas, privilegiando la interpretación que garantice la protección más amplia a los derechos humanos.
También señala mecanismos de participación ciudadana en el municipio como el Plebiscito y Referendo, la Iniciativa Ciudadana, la Garantía de Participación Ciudadana en el proceso legislativo municipal, el Cabildo Abierto, el Presupuesto Participativo, la Audiencia Pública, la Consulta Popular, la Colaboración Comunitaria, la Difusión Pública y la Comparecencia Vecinal.
Con respecto a los principios de participación ciudadana, en toda sociedad que aspire a regirse democráticamente es fundamental la existencia de libertades de pensamiento, expresión y acción, pero éstas estarán acotadas por reglas de convivencia democrática respetadas por gobernantes y gobernados. En un país como el nuestro que no logra transitar a una democracia consolidada en la medida que aún arrastra prácticas antidemocráticas del viejo régimen político, al establecer esas reglas es fundamental que éstas se sustenten en una relación de pares justa y equitativa.
Hoy en día es ineludible que hombres y mujeres tengan las mismas condiciones y oportunidades para desarrollarse, es necesario redefinir los roles de género para lograr esa relación de pares; más aún entender que la sociedad como la naturaleza es diversa, y que la diversidad cultural implica que se conviva entre personas de condición social distinta que piensan y actúan de manera diferente. Esto es importante en sociedades tan desiguales como la mexicana, donde las diferencias entre pobres y ricos además de denotar la inefable desigual distribución de la riqueza, no es ético usar recursos públicos para manipular políticamente a aquellos que se encuentren en condiciones de precariedad social.
Que en toda sociedad la condición sexual es diversa, entendida ésta no sólo como aquella determinada por una relación heterosexual; que las creencias religiosas, no es posible aceptarlas dentro de una sola iglesia o divinidad religiosa, ya que aún dentro de cada una de las religiones también existe diversidad.
La diversidad tiene que ver con la identidad política e ideológica, porque no es posible la filiación obligada o manipulada a un partido u organismo político, imponer esta condición es coartar los derechos para el ejercicio de la ciudadanía, y sin la libertad para ejercerlos no hay democracia; la diversidad política es fundamental para crear y recrear la convivencia democrática.
Las entidades de la sociedad civil también deben sujetarse a principios democráticos, no es posible cuestionar a las instituciones que forman la sociedad política desde una postura que renuncia o se oponga a la transparencia y rendición de cuentas, particularmente cuando se toman decisiones y ejercen recursos públicos. Si en las entidades de gobierno ha permeado la corrupción e impunidad, particularmente en épocas como la actual en que el crimen organizado ha realizado la captura de algunas de ellas, el riesgo de que esto ocurra entre los organismos ciudadanos existe.
Finalmente, estos principios que señala el Reglamento en cuestión exigen que la sociedad civil también base su estructura y funcionamiento con base a reglas claras. Quizá esto en México es complicado porque la sociedad civil ha sido hasta hoy un ámbito nuevo, donde se transita de una condición de debilidad hacia su fortalecimiento, y la condición necesaria para lograrlo está en la participación ciudadana, en el involucramiento de las personas y las organizaciones civiles (a través de las cuales se expresen y actúen) en los asuntos que otrora sólo eran propios de los funcionarios y las entidades de gobierno.