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Relamerse los bigotes

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

Relamerse los bigotes exige algún motivo de jactancia y no ser lampiño, de no ser así el desplante es vana ilusión.

De ahí la duda de por qué los dirigentes formales e informales de Acción Nacional y el Movimiento de Regeneración Nacional hacen alarde de tener apartada la residencia oficial de Los Pinos para el próximo sexenio. Escapan a esa actitud el priismo y el perredismo, sus dirigentes sólo se truenan los dedos ante el 2018, especulando con quién aliarse y a quién postular, sin tener certeza de su destino.

Asombran Acción Nacional y Morena. Hacen cuentas alegres, sin tener el ábaco en la mano.

***

La presunción de Ricardo Anaya señalando que "el PAN está de regreso" vale sólo en un aspecto: la capacidad de ganar elecciones a costa de los errores del adversario, pero no de sus propios aciertos.

Acción Nacional es, otra vez, el receptáculo del voto contra tal o cual candidato o partido, pero no necesariamente el depósito de sufragios a favor de sus propias causas, posturas o candidaturas. Se beneficia del voto contra, no del voto por. Y, al menos, con Felipe Calderón quedó claro qué ocurre cuando un candidato triunfante confunde la razón de su victoria: sin respaldo cierto, fracasa en el gobierno.

El capital político adquirido por los albiazules en las elecciones de junio pasado habla, pues, de su capacidad de obtener votos, no necesariamente de constituir una alternativa de poder o de gobierno.

Sí, Acción Nacional se recolocó en el ánimo de los electores y, ahora, mucho depende de la gestión de su nueva camada de gobernadores -tres expriistas, entre ellos- la posibilidad de regresar a Los Pinos en un par de años. José Rosas Aispuro en Durango, Javier Corral en Chihuahua, Antonio Gali en Puebla, Francisco García Cabeza de Vaca en Tamaulipas, Carlos Joaquín en Quintana Roo, Martín Orozco en Aguascalientes, Miguel Ángel Yunes en Veracruz, habrán de sustanciar o no si Acción Nacional es una alternativa.

La fuerza albiazul sólo está a prueba porque, a partir de su fracaso en los gobiernos federales y algunos de los estatales que ha encabezado, nada tiene seguro. El fracaso de Vicente Fox y Felipe Calderón en la escala federal, de Marco Adame y Sergio Estrada Cajigal en Morelos, de Francisco Garrido e Ignacio Loyola en Querétaro, de Patricio Patrón Laviada en Yucatán, de Alberto Cárdenas y Emilio González en Jalisco, de Miguel Márquez en Guanajuato, deja sólo a salvo al gobierno que hace ya muchos años encabezó en Baja California el hoy senador Ernesto Ruffo o en Guanajuato, Carlos Medina Plascencia. Esto sin mencionar el desprestigio que legan a Acción Nacional la excandidata Josefina Vázquez Mota por la supuesta propina que recibió por concursar, la institucionalización del "moche" y, claro, el exgobernador de Sonora Guillermo Padrés.

Si Acción Nacional insiste en que sólo falta definir candidato para hacerse de las llaves de Los Pinos, el pleito de Ricardo Anaya, Rafael Moreno Valle y Margarita Zavala puede concluir en una división aun antes de llegar al concurso electoral. A esos precandidatos no les interesa fijar postura ante los problemas de hoy, hacer el balance serio de las administraciones de Fox y Calderón o exponer su propia propuesta. No, sólo les interesa dilucidar quién de ellos debe ser el candidato presidencial. La evasión es su postura más firme frente al acontecer, lo suyo es el futuro y determinar, ahorita, quién debe aprovechar los spots del partido.

Por si eso no bastara, la propuesta del senador panista Jorge Luis Preciado, de facilitar la posibilidad de poseer y portar armas en el hogar, el negocio o el transporte sólo exhibe que, pese al error de Felipe Calderón, Acción Nacional sigue firme en la idea de combatir la violencia con más violencia. ¿La repetición del error de sangrar al país es otra vez la propuesta albiazul?

***

Morena, por su parte, incurre en el error que ya una vez derrotó a su dirigente Andrés Manuel López Obrador: el de crecerse ante el castigo y perderse ante la posibilidad de la victoria. Dicho de otro modo, cruzar el desierto y perderse en el oasis.

El mérito de construir un partido y posicionarse en la consideración del electorado está fuera de duda. Pero, de eso, a dar por sentado que sólo resta esperar la fecha mágica de la elección presidencial para ocupar Los Pinos y, en el entretanto, descalificar o insultar al adversario, hacer de la denuncia el único eje del discurso, oponerse sin proponer deja al descubierto la falta de propuesta para hoy... y mañana.

Poco a poco, Andrés Manuel López Obrador y sus alfiles comienzan a resbalar por la pendiente donde ya una vez cayeron: la del envanecimiento y la soberbia disfrazada de humildad.

Denunciar el déficit democrático en la integración de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, después de jugar con las reglas preestablecidas, habla de un ardid para lavarse la cara no de una postura de principio. Regatear un minuto de silencio a los soldados acribillados por el crimen en Culiacán, argumentando que honra semejante también merecen los normalistas desaparecidos, no habla de solidaridad, sino de mezquindad: de un peculiar aprecio del derecho a la vida... de unos, pero no de otros. Reactivar la estratagema de postular "juanitos", en este caso en el Constituyente, para en su momento dejar la representación en los suplentes habla de un fraude que, en vez de diferenciar a Morena, lo iguala con el resto de los partidos.

Asombra, pues, que habiendo ya tropezado una vez, Morena no vea la piedra.

***

Panistas y morenos se relamen los bigotes sin ver que son lampiños y sin motivo. Priistas y perredistas se truenan los dedos... y los votantes se preguntan qué elegir, cuando no hay de dónde escoger.

Sobreaviso12@gmail.com

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